El dinero es «maldito» porque me convierte en el único culpable de mis
molestias y frustraciones. Me hace
responsable de mi infelicidad.
El dinero suele ser la causa
principal de nuestro malestar, insatisfacción, frustración.
Lo que no siempre encontramos
en la web es el fundamento de esta afirmación tan popular.
¿Por qué tanta gente habla del
«maldito
dinero»?
Propongo una hipótesis, de
orientación psicoanalítica, que podría ser aceptable para algunos lectores.
Recibo dinero por mi trabajo.
Al recibirlo, quedo expuesto
al compromiso, a la responsabilidad, al trabajo adicional, de utilizarlo para
atender mis necesidades y deseos.
Es decir que, si me pagan con
dinero, queda a mi cargo la elección de mis compras, deberé determinar qué
comprar para satisfacer mis necesidades y deseos.
Si no me pagaran con dinero el
empleador tendría que hacerse cargo de darme lo que necesito para cancelar mis
necesidades y deseos. Él tendría que estudiar mi caso concreto y darse cuenta
que yo, Fernando Mieres, necesito ciertas hortalizas, un poco de carne de vaca,
determinada cantidad de productos lácteos, dos pantalones, cinco camisas, cinco
juegos de ropa interior, dos pares de zapatos, comics, periódicos, pagar las
facturas del combustible para cocinar y regular la temperatura de mi casa,
entregarme entradas para el cine, el teatro y espectáculos deportivos.
¿Qué lograría si mi empleador
me pagara con bienes y servicios en lugar de darme el dinero para que me
encargue de hacer las compras y los pagos?
Lograría que mi malestar
existencial tuviera a un solo responsale: el empleador. A él debería acusar de
que no esté completamente conforme día tras día.
El dinero se convierte en «maldito» porque es
permutable por cualquier bien o servicio. Al tenerlo me convierto en el único
culpable de mis molestias y frustraciones.
Me hace responsable de mi infelicidad.
(Este es el Artículo Nº 1.820)
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3 comentarios:
En mi caso el dinero no es la primer causa de malestar, insatisfacción, frustración. En ese lugar ha estado la salud.
No se me hace cuesta arriba decidir como gastaré mi dinero.
Somos responsables de cómo gastar nuestro dinero, pero no de nuestra infelicidad. No creo en el libre albedrío.
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