En el siglo 21 necesitamos conocer dos lenguajes: el
castellano y el informático porque sin ellos no podremos ni vincularnos ni
trabajar.
Un dicho popular nos aconseja
diciendo que «la gente hablando se entiende».
Es un refrán que patrocina, publicita y sugiere el diálogo como
procedimiento para resolver conflictos que surjan en la convivencia.
Este tipo de consejos genéricos, similar al saludo de moda que concluye
con un «¡cuídate!», como si el instinto de conservación del otro fuera tan poco
confiable que necesita un refuerzo publicitario, es un consejo genérico y
voluntarista porque sugiere que todos, en cualquier momento y circunstancia
estamos en condiciones de hablar para
entendernos.
¿Qué ocurre cuando la gente necesita resolver sus
diferencias pero no cuenta con la posibilidad de hablar porque casi no ha
desarrollado una competencia lingüística en su propio idioma?
La solución alternativa a dialogar es la fuerza bruta,
aplicada sobre sí mismo para renunciar a un interés legítimo que se pierde porque
no se sabe cómo defenderlo o aplicada sobre el ocasional adversario, para lo
cual existen dos formas de violencia:
a) La amenaza proferida con el escaso lenguaje disponible, o
b) El ataque físico para amedrentar, vencer, asustar, matar.
Desde el comienzo de este siglo 21, los humanos necesitamos
disponer de dos lenguajes: el castellano, utilizable en las relaciones
sociales, (familiares y laborales), y el informático, para saber cómo se usan
los dispositivos más elementales como son las computadoras y los teléfonos
celulares.
Aunque sería lindo pensar lo contrario, los humanos tenemos
ciertas limitaciones para estudiar y acumular conocimientos.
El recurso más escaso no es la mente sino el tiempo que
necesitaríamos para poder aprender el lenguaje materno (el castellano) y el
informático, con el que podamos estar familiarizados con las soluciones
tecnológicas presentes en cualquier trabajo o vínculo social.
(Este es el Artículo Nº 1.810)
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14 comentarios:
Aprender no es memorizar. En todo caso memorizar puede llegar a ser un primer paso para aprender.
Para dibujar la figura humana, primero el niño necesita internalizarla, memorizarla, y luego ser capaz de llevar al plano bidimensional lo que percibió en tres dimensiones. Ese proceso lleva tiempo. Del mismo modo nos lleva tiempo manejar con soltura una idea, es decir, comprenderla cabalmente.
Para aprender a manejar un celular o una computadora, lo primero es familiarizarse con el objeto. Si lo único que vemos es una pantalla y un montón de teclas, no sabremos qué hacer con el objeto, pero si nos damos el tiempo de explorarlo como cuando éramos niños y tocábamos las cosas, las mirábamos por todos lados, intentábamos tocar un botón para ver que pasaba; si nos damos ese tiempo casi lúdico, estaremos en condiciones de comprender.
Manejar distintos lenguajes desarrolla la inteligencia. Por ej., manejar el lenguaje musical o el de la pintura implicará habilidades distintas. Cuantas más habilidades o inteligencias desarrollemos, lograremos mayor capacidad intelectual.
Cuando me dicen ¨cuidate¨, inmediatamente pienso en los peligros que puedo correr. No me parece algo beneficioso. Se me prende un signo de alerta pero en ausencia de peligro presente.
Es verdad que no todos ni todo el tiempo, estamos en condiciones de hablar para entendernos. Muchas veces actuamos, llevamos a la acción, lo que no hablamos. Y no sabemos qué estamos queriendo decir.
Se entiende que los niños pequeños usen mecanismos coercitivos para hacerse entender: morder, tirar del pelo, hacer una pataleta (un berrinche). En un adulto que está equilibrado emocionalmente, eso no es necesario. Esto no significa que un adulto pueda estar emocionalmente equilibrado todo el tiempo. Eso es imposible.
Si bien en pleno siglo XXI una persona puede sobrevivir sin celular ni computadora, de todos modos se verá limitado en sus posibilidades de contacto con los demás.
Adaptarse a un celular nuevo lleva un tiempito, pero mucho menos que aprender a manejar el primer celular. Hay que educar la paciencia, nunca está demás.
Algunas limitaciones para estudiar e incorporar nuevos conocimientos son (al menos hasta ahora) irreversibles. El ejemplo más conocido es el de la demencia senil.
Es una tontería limitarse cuando se tiene la potencialidad de aprender.
Estoy de acuerdo en que el recurso más escaso es el tiempo. No puede ser que por falta de tiempo descuidemos cosas esenciales, como es comunicarnos o aprender. Además las dos cosas van juntas; comunicarse y aprender van de la mano. Aprendemos en interacción con el afuera. Por eso el aislamiento tan generalizado en nuestra cultura, logra que nos estanquemos e incluso que podamos retroceder.
Hasta el trabajo en apariencia más tonto, puede darnos posibilidades de vincularnos y aprender. Si nuestra actitud se enfoca en ese sentido podemos sacar buen partido de trabajos que a primera vista resultan insulsos, de escaso interés.
Algunos trabajos embrutecen, Marcos. Son tan agotadores y repetitivos, exigen tanta concentración y velocidad, que no es posible atender nada más.
Además esos trabajos de los que habla Sandra, son muy mal pagos. O sea que en tu tiempo libre lo único que estás en condiciones de hacer es prender la TV para tener alguna compañía que te ayude a dormir.
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