Los universitarios somos
militares descafeinados, bajas calorías, de guante blanco, disimulados, indirectos, hipócritas, pero
igualmente autoritarios.
Si aceptáramos que, como dice
el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra «ciencia» significa:
«Conjunto de conocimientos obtenidos
mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de
los que se deducen principios y leyes generales.» (1), tendríamos que llegar a la
conclusión que la Economía fracasa precisamente porque es, o pretende ser, una
ciencia (ciencia económica), porque sus conocimientos de la conducta humana en
términos económicos son «obtenidos mediante la observación y el razonamiento».
Sin embargo, el D.R.A.E.
flexibiliza su definición de «ciencia» cuando nos provee una tercera
acepción que dice: «Habilidad,
maestría, conjunto de conocimientos en cualquier cosa.»
Los economistas son seres humanos.
Este dato es importante para no perder de vista que son personas muy
angustiadas con lo que pretenden dominar. Si la economía no fuera para ellos algo
temible, no aplicarían tanta energía en tratar de conocerla para conquistarla,
dominarla, controlarla, someterla, manipularla, esclavizarla, explotarla.
Más precisamente no es la economía lo que pretenden dominar los
economistas sino que más bien procuran dominar a los seres humanos que parecen
pendientes de la riqueza, la rentabilidad, el poder económico.
En esta línea de pensamiento podríamos decir que la preocupación de
estos seres atormentados, (los economistas), es dominar a quienes están obsesionados
por el dinero y sus múltiples impactos sobre la conducta humana.
Los profesionales universitarios somos así: ambiciosos de poder sobre
los demás semejantes, usando y abusando de la racionalidad. Los profesionales
militares son parecidos pero más explícitos, sinceros, honestos, pues apelan al
poder de mando sobre los demás mediante el uso de las armas y usando uniformes
identificatorios.
Los universitarios somos militares descafeinados,
bajas calorías, de guante blanco, disimulados, indirectos, hipócritas, pero
igualmente proclives a los abusos de poder.
(Este es el Artículo Nº 1.829)
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8 comentarios:
Sí, son los economistas y los universitarios ¨dueños del conocimiento¨ quienes pretenden dominar a sus semejantes. Los profesionales militares sólo procuran mantener el orden para que ellos puedan trabajar.
Lo que rompe los ojos se hace evidente. El temor que genera un arma ejerce de manera directa e inmediata poder sobre el ser humano. Pero no son quienes la portan los dueños del poder sobre las armas, sino aquellos que en última instancia les ordenan cuando y contra quien usarlas.
Abusar de la racionalidad es uno de los caminos que podemos usar (pero no elegir) para huir de la maraña del sentimiento.
No es fácil desestructurar a un profesional. Elegir a qué dedicarnos es difícil porque desde jóvenes sospechamos que será determinante para nuestra vida. Ocuparemos un rol que nos irá moldeando. A eso le sumamos que ya veníamos moldeándonos de determinada manera y por eso elegimos lo que elegimos. Es como si siguiéramos un camino que ya estaba trazado. Y veremos el mundo desde esa orilla. Nos vincularemos con los otros desde ese lugar. Nuestras alegrías y tristezas se irán afincando en determinadas zonas. Podremos mirar a los ojos a quienes estén cerca, pero jamás a quienes hayan elegido un sendero lejano.
Los grandes profesionales en cualquier área, son los que tienen la capacidad de desestructurarse como para tomar elementos del afuera y volcarlos en el adentro de su profesión.
Las ciencias pueden deducir principios y leyes generales una vez que delimitan artificialmente su área de conocimiento. POr eso una ciencia como la economía no puede resolver un problema tan abarcativo como la pobreza.
Elegí la medicina porque me angustia la enfermedad y la muerte. No encontré allí alivio para mi angustia y me volqué a la pintura. Por ese lado mi angustia se canaliza, dado que encuentra expresión.
Si no conozco al vendedor, prefiero comprarle al que está uniformado.
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