Quienes logran buena
competencia lingüística tienen más posibilidades de comunicarse, de comprender
las normas de convivencia y de ganar dinero.
En idioma español la palabra «anomia» (1) tiene
dos significados:
1) Ausencia de normas que regulen la conducta de los ciudadanos; y
2) Dificultad mental para recordar el nombre de las cosas o personas.
En otros artículos (2) he mencionado la importancia que tiene la
competencia lingüística para conseguir recursos económicos que nos permitan
vivir dignamente.
Ahora les comento algo que quizá alguien pensó antes que yo, pero que
para mí es novedoso.
Hay personas que tienen dificultades para respetar las leyes. Son
personas que tanto pueden comportarse de forma irrespetuosa, (insultar, desconocer
el orden de una fila, burlarse de la policía), como, en casos más graves,
delinquir (robar, herir, matar).
Por otro lado, algunas personas no pueden comunicarse con los demás
porque, o no disponen de la cantidad de palabras necesarias o alguna vez las
supieron pero tienen dificultades para expresarlas. Se los reconoce porque
tienen la sensación de que ese vocablo olvidado «está en la punta de la
lengua».
Aunque son dificultades de diferente categoría, los resultados terminan
siendo los mismos: una persona que no respeta las normas de convivencia tiene
tantas dificultades para ganar dinero como otra que tiene dificultades para
comunicarse por falta de léxico suficiente.
Podríamos agregar además que
la palabra «anomia» no solo tiene una similitud fonética con «anónimo» sino que
conceptualmente podemos pensar que una persona con dificultades para respetar
las normas de convivencia y con dificultades para comunicarse hablando o
escribiendo, difícilmente adquiera una identidad suficientemente reconocida por
el resto de la sociedad.
Por el contrario, quienes logran un buen desempeño lingüístico tienen
más posibilidades de comprender y respetar las normas de convivencia además de
mejorar su capacidad para ganar dinero.
(Este es el Artículo Nº 1.826)
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10 comentarios:
Me sucede que los vínculos me generan gran ansiedad. Por eso, a pesar de que mi vocabulario es bastante rico, me cuesta rememorar las palabras cuando hablo. Mucho más en mi trabajo y con mis superiores. Esto trae como consecuencia que hable poco, casi paso desapercibido. Entonces mi dificultad para hablar y vincularme termina, entre otras cosas, perjudicándome a nivel laboral.
Manejo con bastante fluidez cuatro idiomas. Muchas veces, cuando hablo en mi lengua materna, no encuentro la palabra adecuada para lo que quiero decir, entonces recurro a la palabra que lo expresa de manera más exacta, generalmente en inglés. El resultado es que me comunico mal y paso por extravagante cuando hablo con personas que no me conocen lo suficiente.
Hace poco me radiqué en Nicaragua y me siento desorientado. El español que hablan ellos es muy distinto al nuestro. Es un alivio estar trabajando con uruguayos y argentinos.
jajaj!! A mí me pasa algo parecido Silvia, pero no con el idioma porque ya me adapté, hace tres años que estoy en Méjico. Mi dificultad está con las normas, las normas no escritas que forman parte de la cultura de esta país. A veces ven mis desubicaciones como graciosas, pero otras veces se enojan mucho.
Recomiendo la literatura como uno de los medios de enriquecer el acerbo lingüístico. Las personas que durante su niñez y juventud han leído poco, lo tienen muy disminuído, pero si hay motivación, se puede aprender bastante ya de adulto.
Tengo una norma
bastante anónima
cuando viene la anomia
me pongo muy tonta.
Cuando las normas que regulan la conducta de los ciudadanos son contradictorias, es igual o peor que la anomia.
En una competencia lingúística gané porque enconttré en 3 minutos, diez sinónimos y diez antónimos para la palabra casa.
Algunas personas tienen dificultades en su trabajo y en la convivencia en general porque si bien conocen el idioma no saben escuchar. Por ej. si les dicen ¨no puedo, ahora estoy ocupado¨, responden: ¨ah, sí yo también por eso quería decirte¨, o ¨es un minuto nada más¨o, ¨mientras vos hacés eso yo te cuento¨, o ¨¡cómo te entiendo no hay tiempo ni para respirar!, justo por eso te voy a pedir que¨.
Antes tenía dificultades sólo para hablar. Ahora tamibién para escribir. Las ideas se me escapan en un instante y las palabras no me acuden.
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