Habéis observado que a medida que pasan los años, es cada vez más frecuente que las tareas que realiza el gobierno tienden a ser tercerizadas.
Los gobernantes avanzan en esta actitud que consiste en contratar empresas (también llamadas «de intermediación de personal») que se comprometen a realizar cierta tarea por la cual cobran un importe que las instituciones del estado pagan.
La administración de los recursos humanos es una tarea titánica en casi todos los casos, pero para las empresas e instituciones públicas es aún más difícil lograr productividades medianamente satisfactorias.
La causa principal de esta dificultad en las empresas e instituciones del estado radica en la ausencia de un «bolsillo tibio».
El estado no es una persona de carne y hueso como nosotros. Tiene un «bolsillo frío». No podemos ponernos en su lugar. Es algo inmaterial, abstracto. Nunca el estado nos va a mirar a los ojos como sí podría hacerlo el dueño de la fábrica para la cual trabajamos.
Como trabajadores, siempre tendremos un mejor rendimiento para ese viejo avaro y explotador que para el jefe de oficina pública que llegó a ese cargo por antigüedad, por designación directa o por concurso, pero que no tiene el cometido de cuidar los intereses de alguien de carne y hueso igual que yo.
La tercerización lo que hace es convertir al patrón de «bolsillo frío» (el Estado) en un patrón de «bolsillo tibio» (una persona como yo), quien, si no le produzco lo que él espera, puede sancionarme y hasta dejarme si empleo.
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20 comentarios:
Además son más económicas (yo trabajo en una) porque nos pagan sueldos miserables.
No entendí nada sobre eso del bolsillo caliente. que quiso decir.
Los horarios que cumple mi hermano en un municipio son imposibles de comprender. Él es muy callado y pienso que está haciendo las cosas indebidas.
Todos hacemos lo menos posible y procuramos cobrar lo más posible. Es propio de la especie. ¿Qué nos llama la atención?
Cuando era más chica me enamoré de un viejo que ponía esa cara y no paré hasta que pude tragarle el semen. Me tuve que ir de la empresa porque no me gustó y no podía sacármelo de encima.
Ernesto, es una metáfora. Se refiere a que las empresas del estado están como muertas (frías) y no tienen actitud para exigirle a sus funcionarios. ¿Entendiste?
Ay, pensé que estaba loca! Mi jefe me da miedo y me excita sexualmente. Me masturbo pensando en él.
Si la empresa no representa para los trabajadores algo parecido a ellos, es como trabajar para un vehículo, una roca, un caballo. Seguramente no lo respetarán y tratarán de abusar de él.
Subestima a los trabajadores públicos. Muchos de nosotros hacemos tareas titánicas a cambio de una paga muy baja, sólo porque nos gusta sentir que estamos trabajando para la gente de carne y hueso que realmente nos duele.
La izquierda, que antes estaba en contra de toda tercerización, ha cambiado de postura hace ya decenas de años y nunca explicó sus motivos a la ciudadanía.
El Estado me mira a los ojos desde cada recibo de sueldo.
Me gustan los ojos de mi capataz. Hasta ahora no hemos tenido problemas. Todo se desliza entre miradas cómplices.
Yo tampoco logro una buena administración de los recursos humanos en mi casa. El abuelo toma sol, mi marido llega tarde, la nena vive frente al espejo y el varoncito en internet.
Los verdaderos titanes resuelven estos problemitas de productividad arriba del ring.
Algunos empleados públicos tienen los bolsillos tibios de tanto meter ahí las manos.
Las empresas que trabajan para el estado bajan sus costos a costa del trabajador, el cual está muy desprotegido en este tipo de empresas.
Con razón dios es tan poco misericordioso, no es una persona de carne y hueso como nosotros y por eso tiene el bolsillo frío.
El ñato Fernández Huidobro ¿pondrá esa cara cuando se enoja?
Entre el Estado y nosotros hay un tercero en discordia.
Cuando me pongo en el lugar del Estado, pierdo el espíritu patriótico.
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