Como he mencionado varias veces, la vida funciona provocando o estimulando movimientos.
En nuestra especie, si estamos bien en A, algo sucederá para que deseemos pasar a B. Acá estaremos bien por un tiempo y luego necesitaremos pasar a C, volver a A o a cualquier otro destino.
Por esta lógica de la naturaleza, las personas estamos ubicadas en diferentes posiciones ideológicas siempre y cuando eso implique algún tipo de movimiento o esfuerzo que nos permita seguir viviendo.
Para que se cumpla esta condición, necesitamos opositores que nos agredan o que nos estimulen para que intentemos hacerlos cambiar de idea (agredirlos).
Resistir sus ataques nos hace bien y el impulso de persuadirlos de nuestras convicciones también nos vivifica.
Si no tenemos problemas, estamos en problemas y por eso salimos a buscarlos, aunque por algún motivo disimulamos nuestro deseo o necesidad de tenerlos.
Paul Lafargue (1842 - 1911) nació en Cuba pero vivió casi todo el tiempo en Francia, Inglaterra y España.
Se hizo famoso por tres cosas: 1) Se casó con una hija de Karl Marx (Laura); 2) Escribió un libro de gran éxito titulado El derecho a la Pereza (*) y 3) A los 69 años se suicidó junto a su esposa como lo habían planificado.
Como el título indica, es un alegato en favor de evitar el trabajo, donde propone que la jornada no sea mayor a 3 horas diarias para poder dedicar el resto del tiempo a la ciencia, el arte y otras necesidades humanas.
Por lo que decía más arriba, esta postura opuesta al trabajo viene a satisfacer la necesidad que tenemos los humanos de movernos pasando de una postura A a otra B, o de discutir, convencer a los que piensan de otra forma, contradecir, luchar. En suma: desarrollar la actividad que la función “vida” requiere.
(*) http://www.marxists.org/espanol/lafargue/1880s/1883.htm
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13 comentarios:
Ahora entiendo, mi hijo es descendiente de Paul Lafargue.
Al ver los gimnasios llenos de gente inteligente que "conduce" una bicicleta sin ruedas, no entiendo nada esto de la pereza.
No niego el derecho a la pereza, pero estar con pereza no es una manera agradable de vivir.
Lo constante es el cambio, nos guste o no nos guste.
Ese Lafargue merecería ser más conocido, no se hizo justicia con su pensamiento.
Es desagradable estar convencido de algo, defenderlo con pasión y después venir a enterarte que sólo se trataba de una búsqueda de éstimulos.
Los testigos de Jehová deben de tener una vida muy intensa.
Cambiar tanto nos vuelve poco confiables.
Cuando entramos en la adolescencia necesitamos discutir mucho para crecer.
P. Lafargue tenía una esposa muy compañera...
Yo disimulo mi pereza haciendo mucho ejercicio.
Lo que debe de haber sufrido Marx con ese yerno!
La gente de los países tropicales trae la pereza en los genes.
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