Los niños no pueden trabajar porque necesitan terminar su desarrollo.
Probablemente las legislaciones suelen establecer que la edad de 18 años es la adecuada para asumir responsabilidades de adulto porque la estadística demuestra que alguien con esa edad ha desarrollado la mayor parte de su potencial.
Jacques Lacan fue un psicoanalista revolucionario porque pensó que el ser humano sabe más de lo que supone.
En condiciones ideales, estaríamos en condiciones de saber qué necesitamos (comer, dormir, evacuar), qué podemos hacer (estudiar, trabajar) y cómo podemos acceder a una aceptable calidad de vida.
Este ideal a veces no se logra por falta de confianza en nosotros mismos.
No cortamos la inercia que nos generan esos 18 primeros años de crecimiento durante los cuales son otros los que nos dicen lo que tenemos que hacer, pensar y hasta sentir.
El sentido común (al que critico cada vez que puedo) no es más que la reafirmación de esa inercia: repetir lo que otros dijeron.
Alguien nos dijo alguna vez cómo debemos vincularnos, cómo debemos amar, qué debemos ofrecer, qué debemos esperar y a pesar de que son temas tan personales, tomamos las recetas ajenas despreciando nuestra capacidad para crear nuestras propias ideas, opiniones, sentimientos, conductas.
Imaginemos que tenemos que usar el mismo calzado que nuestros padres, abuelos y bisabuelos.
Los terapeutas con sentido común aplicarán la técnica de adecuar el pie del consultante para que calce en esos zapatos «sea como sea» (1).
Jacques Lacan pensó lo contrario: Quienes lo consultan saben mejor que nadie qué tienen que cambiar para vivir bien. Siguiendo con el ejemplo, no trató de acomodar el pie al calzado sino éste al pie.
(1) Este tema fue tratado desde otro punto de vista en el artículo titulado Te quiero (si eres) igual que yo.
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12 comentarios:
Lo malo de esto es que nuestros jefes nos dan órdenes para que hagamos cosas que sólo les sirven a ellos.
Creo que la moda, una de las finalidades que tiene, es darnos directivas claras acerca de la ropa que debemos usar, cómo nos debemos comportar, qué queda bien decir. Entonces siguiendo la moda te sentís a salvo de dudas, formando parte de una mayoría que valorará tu forma de conducirte.
Seguir la tradición tiene costos y beneficios, pienso que como en todo hay que buscar un equilibrio.
No deseo responsabilizarme sólo por el capricho de tomar decisiones propias.
Es posible que así como somos intolerantes con lo que los demás tienen de diferente, también lo seamos con las diferencias que hallamos en nosotros mismos, respecto a los demás. No nos permitimos ser diferentes porque eso dispara un sin fin de temores y angustias.
Si estás bajo las órdenes de otra persona no tenés mucho margen como para ser tú mismo.
Está bien... pero hacerse los zapatos a medida sale más caro.
Lo cierto es que sea como sea, de algún modo tenemos que calzar en la sociedad.
Nadie nos dijo como vincularnos, lo fuimos aprendiendo sin darnos cuenta, hasta que un día dimos un paso atrás y vimos que nos vinculábamos de determinada forma. Cuando esa forma no nos sirve, tenemos un problema serio, tan basto como nuestra experiencia previa.
Está lleno de giles que no ofrecen nada y lo piden todo.
A mí que me perdonen, pero yo sigo las recetas de mi abuela; ya fueron abaladas.
Aunque repitamos lo que otros dicen, estaremos diciendo algo diferente, porque en cada boca la palabra toma un significado diferente.
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