Los ricos padecen la duda si son queridos por lo que son o por lo que tienen y los pobres no saben si sus colaboradores lo son sinceramente o cediendo a la presión de los moralistas que repudian públicamente cualquier simpatía hacia los ricos.
Para vivir necesitamos dinero pero no a costa de perder algo tan importante como es el reconocimiento, el amor y la solidaridad.
Esta afirmación cobra sentido si les comento una de las estrategias utilizadas para poder acceder a este recurso vital (el amor).
Es por todos conocido el concepto de lucha de clases. Efectivamente los pobres y los ricos no siempre conviven pacíficamente y tiene razón el marxismo cuando afirma que esto será así mientras el reparto de los bienes del planeta siga siendo tan desigual.
Esta lucha despierta adherentes hacia una y otra clase social. El fenómeno tiene semejanzas con las hinchadas deportivas.
Pero surge una complicación: la predilección por uno y otro «equipo» no es tan libre como parece ser en el fútbol pues hace siglos han surgido corrientes de pensamiento muy volcadas hacia la valoración moral de una y otra opción que instalaron la creencia de que aplaudir a los pobres está bien y aplaudir a los ricos está mal.
Este aparente privilegio que tienen los pobres, no es más que un nuevo elemento para seguir padeciendo el infortunio que los identifica (la pobreza) porque ya no saben si quienes los acompañan lo hacen sinceramente o porque los moralistas han presionado para instalar el monopolio según el cual amar a los pobres está bien y amar a los ricos está mal.
La pobreza no solo padece la escasez que los caracteriza sino que no puede saber si sus aliados lo son realmente o sólo ceden a la presión propagandística de los moralistas.
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13 comentarios:
De mas está decir que los pobres no son todos iguales, como tampoco lo son los ricos. Refiriéndome a un grupo de pobres, dentro de los pobres, diré que son difíciles de querer. Hay barreras muy concretas: la mugre, el mal olor... y si eso va acompañado de mala educación, falta de dientes, fealdad, deterioro, mucho peor.
Sé que no suena nada simpático decirlo, pero sé también que no sólo a mí me pasa.
Cuál es el interés profundo de los moralistas?
A los humanos nos es más accesible amar a los animales, amar la naturaleza, el arte, el conocimiento, nuestra profesión, que amar a los pobres.
Creo que quienes acompañan la causa de los pobres, son quienes, por su historia personal, empatizan con sus problemas.
Es posible que los preceptos morales nos presionen para ser partidarios de los pobres. Siendo así están todas las chances como para que aparezca el doble discurso, la escisión entre lo que digo y lo que hago.
Saber la verdadera intención de nuestros aliados no es nada fácil.
La situación económica de una persona puede provocarme solidaridad, no amor.
Amar a los ricos es adecuado si de buscar pareja se trata.
No se puede comparar la ideología (estar a favor de los pobres o de los ricos), con la simpatía hacía un club deportivo.
La hinchada deportiva tiene sentimientos mucho más fuertes.
Por desgracia, en este mundo loco es así, Leo.
Lo que tienen los males del planeta es que se reparten de una forma más igualitaria.
A los ricos se los ama en los cuentos de hadas, porque allí además son bellos y buenos.
Soy pobre y necesito colaboradores. A dónde me tengo que dirigir?
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