Los niños tienen todo para ser felices pero estratégicamente es un error alegrarles tanto la existencia que luego no quieran abandonar la etapa infantil.
Es una deducción confiable afirmar que nada imperfecto puede realizar algo perfecto.
Otro razonamiento es aún más amplio y abarcativo: «No se puede sacar de donde no hay».
Por lo tanto, si los humanos somos imperfectos, nunca podremos hacer algo perfecto... y para terminar: quienes se creen perfectos, no solamente están ligeramente equivocados sino que sus esfuerzos para perfeccionarse están condenados al fracaso.
Sin embargo, como yo soy imperfecto, esto que acabo de decir también incluye por lo menos un error: los perfeccionistas están condenados al fracaso aunque obtienen logros más valiosos que aquellos cuya filosofía de vida es tan indolente que convierten en más imperfectas las imperfecciones que realizan.
Como «lo perfecto es enemigo de lo bueno», podríamos concluir que los que aspiran a la perfección, nunca la alcanzarán pero como ciudadanos, trabajadores o compañeros de especie suelen hacer mejores aportes que los que se proponen metas especialmente mediocres las que luego quizá tampoco alcancen.
Tan interesante es la envidia, que he creado un blog sólo para ella. (1)
Siempre nos decimos mutuamente que este sentimiento es negativo, sin embargo, como todo lo nuestro es imperfecto, tenemos que concluir que algo bueno puede tener.
Efectivamente, a los niños y adolescentes les conviene envidiar a los adultos porque este malicioso impulso los alentará a llegar a la edad productiva, reproductiva y responsable.
Además, si un niño es feliz pero quiere abandonar cuanto antes su infancia, llegará a ser un adulto que recuerde con placer aquella edad pero sin ganas de repetirla.
En suma: Lo mejor que puede pasarle a una persona es que siempre lo hayan tratado bien aunque evitándole cualquier estímulo a conservarse subdesarrollado.
(1) La envidia
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13 comentarios:
Me gusta como está escrito este artículo, doc.
La idea es buena... pero está difícil.
Otro motivo para no querer abandonar la etapa infantil, es el miedo que puede llegar a provocar el mundo adulto, si nos lo muestran mayores que también le tienen miedo.
Cuando nace el niño, y es sano, es perfecto.
Una meta especialmente mediocre puede ser trepar a los empujones y con serrucho.
Es imposible que los adolescentes envidien a los adultos, si los adultos envidian a los adolescentes.
Puedo decretar que todo es perfecto, si parte de la perfección consiste en mejorar.
Lo que tiene la envidia es que puede ser relativamente fácil trocarla por admiración. Eso es bueno.
Dicen que nos conservamos subdesarrollados por culpa de las vacas. Qué simplistas!
Al llegar a determinada edad prudencial, sería lindo frenar y volver a empezar (sin perder la experiencia acumulada).
Me imagino lo insoportables que serían esos niños experientes de los que habla Florencia.
No, porqué insoportables? Serían considerados.
Sé que no soy perfecto. Robé. Lo hice en un momento de crisis, tiempos difíciles. Y sí... soy imperfecto, además me atraparon.
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