Todos hablamos de temas sexuales y sabemos hasta dónde llevar la conversación, pero es más difícil hablar de dinero porque sentimos que es un tema sexual que no podemos controlar.
El recato ante los temas sexuales es propio de nuestras culturas diseñadas fundamentalmente por los criterios morales judeo-cristianos, según los cuales la sexualidad cuenta con enormes posibilidades de ser la causa de cometer pecados que el amenazante infierno se encargará de cocinar a fuego lento durante milenios.
La vergüenza (cortedad, timidez, retraimiento) forma parte de ese recato (cautela, mesura, moderación).
El pudor (decoro, castidad, modestia) es un concepto muy próximo a los mencionados anteriormente para referirme a cómo reaccionamos los humanos ante nuestra sexualidad luego de haber sido neurotizados (desvirtuados, distorsionados, desviados) por la cultura represora de matriz religiosa.
Es probable que seamos tan inhibidos porque necesitamos diferenciarnos del resto de los animales. Todos lo somos pero adquirimos comportamientos artificiales para disimular algún parecido que nos degrade.
De modo similar, en los humanos ocurre algo que podríamos denominar exageración, pero que es más exacto denominar formación reactiva, esto es, hacer exactamente lo contrario a lo que más desearíamos.
En otras palabras, como deseamos disfrutar la actividad sexual más veces, durante más tiempo, con muchas personas, entonces nos disfrazamos de castos, frígidos, moralistas.
Todas estas características hacen que no actuemos con naturalidad, que tengamos que ocultar nuestras verdaderas intenciones.
He comentado en otros artículos (1) que el dinero puede ser una metáfora o un símbolo de los espermatozoides; también comenté (2) que una billetera puede sustituir imaginariamente a un pene muy grande, grueso y potente.
Por lo tanto, es posible decir ahora que la dificultad en tratar asuntos de dinero (en la familia, en los negocios, con amigos) puede obedecer a que tememos estar exhibiendo nuestras verdaderos, pecaminosos, inconfesables intereses sexuales.
(1) La locura reproductiva
(2) La billetera de piel de prepucio
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10 comentarios:
La manera que decidimos para disfrutar nuestra sexualidad (q decidimos condicionados por quienes somos), puede estar vinculada a nuestras necesidades más apremiantes. Cuando esta necesidad es la búsqueda de un amor profundo y comprometido, es difícil que este pueda darse -en nuestra cultura- a través de la multiplicidad de parejas.
Hablar de dinero "a calzón quitado", como decía mi abuela, es difícil. Creo que quienes lo hacen son una minoría, pero no una minoría demasiado escasa. Nos animamos a hablarlo entre amigos y a veces hasta con proveedores y clientes. No es un tema que se toque entre personas que se conocen poco.
Tanto los temas sexuales, como los asuntos de dinero, están plagados de secretos.
A veces puede ser una formación reactiva (hacer lo contrario de lo que deseamos) y otras veces puede ser una opción determinada por el instinto de conservación (hacer lo que nos resulta más saludable, lo que nos traerá menos angustias y conflictos).
En mi caso, y de pronto le sucede esto a muchos varones, hay dos cosas que van unidas: el deseo de disfrutar de la sexualidad más veces, se liga con la posibilidad de hacerlo con varias mujeres. Esto trae sus problemas, en primer lugar porque la mayoría de las mujeres no son afines a esta modalidad y a mi no me gusta estar ocultando las cosas; en segundo lugar, un poco lo que dice Gabriela, se hace difícil tener una amistad que perdure porque las mujeres malentienden que tener más de una pareja significa que se está nada más que para coger (para decirlo mal y pronto). De todos modos hay mujeres que tienen la misma filosofía que uno y eso permite que se desarrollen buenos vínculos.
Hay una costumbre que nos diferencia del resto de los animales y con la cual estoy plenamente de acuerdo: los modales en la mesa.
Capaz que voy a decir un bolazo, pero me arriesgo. Si el dinero se vincula a la sexualidad, quien desea tener mucho dinero para adquierir muchos bienes y servicios, probablemente también desee tener relaciones sexuales con muchas personas. Quien se contenta con menos, puede encontrar la satisfacción en la monogamia (y eso no lo convierte en un pobre patológico, ya que satisface su necesidad).
Cuando mi tía toma demás, los temas tabú salen a la luz en una chorrera de palabras. Dice cosas interesantes, pero ni te da tiempo a pensarlas porque salen en catarata.
Yo pienso que hay una edad para todo. Ahora estoy para divertirme, después habrá que sentar cabeza, casarse, ocuparse de mantener a los hijos.
Los que piensan como Rulo son los que después andan con el doble discurso, y se tiran tantas canitas al aire que corren el riesgo de quedarse pelados.
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