La miseria humana es disfrutada por quienes la aprovechan para reforzar su bienestar comparándose con ella.
Cuando sentimos lástima hacia un semejante tenemos la impresión de que somos generosos, humanitarios, dadivosos.
Abundan las imágenes fotográficas o fílmicas en las que se ven adultos, pero sobre todo niños, totalmente sucios, desnutridos, descalzos, desabrigados.
La crudeza de las imágenes es lacerante.
Aunque esas notas gráficas provocan tanto malestar, igualmente son buscadas, nuestra vista se detiene en ellas, hasta parecen provocarnos un efecto de fascinación, hipnosis, magnetismo.
Esta reacción tan adversa a nuestra natural tendencia al goce, al hedonismo, a realizar el menor esfuerzo, nos obliga a dudar de la hipótesis del primer párrafo (somos humanitarios, generosos, capaces de amar a otros).
Varias veces he comentado con ustedes que nuestra percepción se logra por contraste (teoría de la Gestalt) (1) y que lo blanco se ve mejor sobre lo negro.
También es frecuente que sintamos la necesidad de confirmar de alguna manera que existimos, que estamos vivos, que otros reconocen nuestra presencia.
Por lo tanto no es un grave error suponer que esa fascinación que nos provocan imágenes objetivamente horrorosas de semejantes que viven con hambre, enfermedades y en condiciones infrahumanas, no es que nos provoquen malestar sino que nos gustan, las disfrutamos, nos producen deleite.
Al mirar un niño africano hambriento nos enorgullece comprobar que nuestro hijo come diariamente. Nuestro plato de comida queda mejor condimentado si al comerlo sentimos vergüenza, responsabilidad y culpa pensando en cuántos millones en el mundo no lo tienen. Este vaso de agua potable que tengo para beber es el mejor de los vinos comparado con la miseria en la que otros viven.
Evocar las miserias humanas no es por solidaridad, para ayudarlos o donarles algo, sino por flagrante desprecio, sadismo, hipocresía... que jamás podremos reconocer.
(1) Lo opuesto a la izquierda es el capitalismo
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10 comentarios:
No siento orgullo al mirar a un niño africano hambriento. Veo a mi hijo, bien alimentado, y me siento agradecida. El niño desnutrido me provoca culpa, pero es cierto que no la suficiente como para dedicar parte de mi tiempo en hacer algo por él.
Creo que esta vuelta se le fue un poco la mano, doc.
Debe haber un grupo de personas que sientan deleite al mirar imágenes horrorosas. Son personas enfermas.
Los humanos somos complejos. Somos capaces de amar a otros, en ocasiones, y también somos capaces de odiar, de ser indiferentes, de engañar.
Tendemos a realizar el menor esfuerzo cuando no estamos motivados.
Hay quienes envían correo con imágenes muy duras, en el supuesto de que somos insensibles y necesitamos estímulos muy fuertes para reaccionar.
Hay que estar mal de la cabeza para que te produzca deleite observar a congéneres que viven en condiciones infrahumanas.
Es lógico sentir orgullo por estar en una situación ventajosa, si para llegar a ella tuvimos que luchar.
Saber que hay otros que están peor puede servir de consuelo.
Por mi trabajo, estoy en contacto diariamente con personas muy pobres, y realmente me gustaría matizar un poco.
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