Es ley natural que los seres humanos descuidamos los bienes ajenos creyendo cuidarlos como si fueran propios.
Cuando alquilamos una casa de veraneo la usamos para descansar, inclusive de nuestra agotadora responsabilidad, de los neuróticos hábitos higiénicos. También dejamos de pensar que mañana podríamos estar vivos para recibir los reclamos judiciales de un indignado propietario.
Cuando alquilamos un automóvil sin chofer, lo usamos como si fuera indestructible o como si lo hubiésemos encontrado tirado en un terreno baldío o como si el fabricante nos hubiera contratado para practicarle una prueba de estrés, es decir, someterlo al peor tratamiento para detectar cuáles son los puntos más débiles.
Cuando los gobernantes acceden al poder sienten algo similar a quienes alquilan una casa de veraneo o a quienes alquilan un vehículo sin chofer.
Si bien prometieron un excelente cuidado de los bienes públicos, colectivos, de todos los ciudadanos, debemos saber y tolerar con sabia paciencia que ni ellos ni nadie está dispuesto a cuidar lo ajeno como un buen padre de familia.
El monto de dinero que tiene que administrar, obtenido por el cobro de los impuestos, no les concierne realmente, no les importa tanto como su propio salario o su propio patrimonio familiar.
En las repúblicas democráticas representativas, quienes no obtienen la mayoría de los votos como para acceder al máximo poder, tienen la función de controlar, vigilar, auditar las prácticas de quienes toman las decisiones. Sin embargo, esta noble función tampoco pueden ejercerla a cabalidad, no solo porque el dinero público les importa tan poco como a los máximos gobernantes sino porque además tienen un secreto deseo de castigar (perjudicar) a quienes no los votaron (resentimiento).
En suma: como he mencionado en otros artículos, para los seres humanos es casi imposible gobernar porque inevitablemente hacemos lo que no debemos.
(1) Un gobernante necesita mentir
La falsedad imprescindible
La injusta venganza de la culpa imaginaria
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11 comentarios:
Siempre que algo no nos concierne directamente, bajamos el nivel de responsabilidad. Si bien el trabajo de los gobernantes es gobernar y esto les concierne, nunca pondrán por encima de sus intereses personales y familiares, los intereses ciudadanos. Esto que le pasa a los gobernantes, nos sucede a todos, aunque claro, los grados de responsabilidad varían de una persona a otra.
Hacer lo que uno NO DEBE, ejerce sobre nosotros una atracción especial. Violar la ley no es sólo un asunto del perverso, del psicópata o del sociópata (traté de incluir todas las clasificaciones), es una tentación con la que negociamos permanentemente.
No confunda Alicia. Cuando habla de psicópatas, sociópatas y perversos, está hablando de cosas diferentes. No se trata de distintas clasificaciones.
Un buen padre, en la medida que cuida lo ajeno, lo que corresponde a su familia (que es a la vez propio y ajeno), enseña a sus hijos normas morales y pactos de convivencia.
Los gobernantes pueden superar ese deseo inconsciente de castigar a quienes no los votaron, utilizando el control al partido de gobierno, como herramienta política para generar descontento en la población.
Hasta que punto una madre, cuando cuida de sus hijos y de su hogar, está cuidando lo ajeno?
Creo que la pregunta de Eugenia se podría extender al padre. El "jefe de familia", acaso no cuida lo propio?
No todos somos tan malos! Yo estoy acostumbrada a cuidar la propiedad ajena; mis mayores me enseñaron eso cuando me enseñaron a respetar.
Aunque el automovil tenga chofer, siempre es posible maltratarlo.
La oposición no puede controlar porque está muy ocupada tratando de meter el palo en la rueda.
Ud está proponiendo la paciencia, la aceptación de la realidad, o el conformismo?
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