Quienes piden ayuda aceptan el capitalismo mejor que quienes sólo comentan sus problemas a la espera de ofrecimientos desinteresados.
En mayor o menor grado rechazamos la incertidumbre.
Por este motivo anhelamos leer descripciones sin ambivalencias, que tengan una única interpretación y que abarquen todos los casos, es decir que no haya excepciones a la descripción.
Es una importante dificultad, tan importante como la miopía severa, o la hipoacusia (sordera), o la baja resistencia a la fatiga, perder la estabilidad emocional (enojarnos, llorar, huir) cuando la vida nos enfrenta a estas situaciones de dualidad, inseguridad conceptual, imprecisión.
Compartiré un comentario con ustedes que lamentablemente está cargado de excepciones.
Les decía en otro artículo (1) que nos hacemos amigos de quienes nos prestan alguna utilidad, esto es que nos dan su ayuda o que nos piden su ayuda.
Con las imprecisiones y abundantes excepciones ya advertidas digo que hay dos tipos de personas:
1º) Las que comentan sus angustias, preocupaciones, carencias, simplemente porque necesitan compartirlas con alguien, sentirse escuchadas, y
2º) Las que comentan sus angustias, preocupaciones y carencias porque no saben cómo pedir expresamente la ayuda que necesitan.
Los del primer grupo sólo quieren poner en palabras, aliviarse, sentir que alguien los escucha y nada más; los del segundo grupo no quieren pedir ayuda porque sienten que están molestando, porque no quiere «endeudarse» (deber favores) o se avergüenzan de ser débiles, carenciados, imperfectos.
En suma: Los primeros piden lo que necesitan con claridad y los segundos sólo insinúan la petición.
— Los primeros pueden participar de los ambientes capitalistas porque aceptan negociar, comprar, reclamar, exigir, pagar, lucrar; mientras que
— Los segundos pueden participar en ambientes socialistas, solidarios, sin fines de lucro, cooperativos.
Estas descripciones ambivalentes y llenas de excepciones, afirman que los integrantes de un grupo poco lograrán fuera de su ambiente.
(1) La necesidad de recibir y de dar
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12 comentarios:
No me gustaría que en un ambiente socialista la gente diera por sobreentendidas sus necesidades, se manejara con indirectas, estuviera esperando que los demás adivinaran el sentido oculto de sus palabras. Demasiado complicadas son ya las cosas como para agregar esa dificultad.
La hipótesis central del artículo es de una lógica impecable.
En el Río de la Plata siempre lo supimos: "el que no llora no mama".
Los que rechacen tanto la incertidumbre, mejor que no se ocupen de las ciencias humanas. Aunque en realidad pasa lo contrario, quienes tenemos más dificultad para lidiar con las ambivalencias, las limitaciones y las aproximaciones, somos los que nos dedicamos a estudiar los asuntos humanos.
También sucede que quienes no piden ayuda son quienes no creen poder encontrarla.
Es como un círculo vicioso. Quienes piden ayuda no están siendo capaces de autoabastecerse. Por ese motivo es natural que teman no poder devolver el favor recibido. Entonces optan por revolverse solos, pero no pueden, no logran autoabasteserce, entonces no piden ayuda porque... y así.
A los hombres les cuesta más leer entre líneas que a las mujeres.
En general prefiero a las personas que no comentan sus angustias fuera del consultorio.
Otra cuestión que dificulta el pedir ayuda, es la incapacidad para aceptar un no.
Están quienes se acostumbran a no recibir ayuda y ya ni se les ocurre pedirla.
La contraparte de lo que plantea Susana está en los que se acostumbraron demasiado a ser ayudados y suponen que los otros correrán a hacerlo apenas levanten un dedo.
La mujer que insinúa sus deseos pero no los da a entender abiertamente, es porque no quiere pasar por regalada.
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