martes, 24 de abril de 2012

El amor a la vida en democracia



Es probable que la participación democrática dependa de la ética aplicada a los éxitos y a los fracasos.

Quizá fue el ex-presidente español, Felipe González, quien dijo: «La democracia se basa en la ética de la derrota»

No es importante saber quién lo dijo, por dos motivos:

1) Porque los humanos «no hablamos», sino que «somos hablados». El psicoanálisis ha constatado que nuestro discurso es una producción fundamentalmente inconsciente, sobre la que casi no tenemos control; y

2) Porque la interpretación que tenemos al leer ese pensamiento, también está fuera de nuestro control: interpretamos según cómo reacciona nuestro inconsciente.

Por lo expuesto, comparto con ustedes las interpretaciones que «segregó» mi cerebro, cumpliendo órdenes de mi inconsciente:

1) La convivencia democrática depende de que los ciudadanos sepan perder, o que tengan tolerancia ante las frustraciones, o que, en términos más psicoanalíticos, «asuman la castración»;

2) La convivencia democrática depende de que los ciudadanos sepan ganar, porque cuando aludió a «la ética de la derrota», pudo referirse a la nobleza de los ganadores, es decir, que aquellos que sepan, o les toque en suerte, obtener una ventaja sobre un semejante competidor (comercial, deportivo, artístico), tengan la hidalguía de no exterminar al ocasional perdedor, sino que lo dejen en condiciones de seguir compitiendo, inclusive con el mismo ganador que «le perdonó la vida».

3) La convivencia democrática depende de la ética de la derrota porque quienes no saben perder, porque quedan moralmente abatidos, o los que no saben ganar porque no paran la competencia hasta que no constatan la «muerte» (real o figurada) del competidor, solo pueden actuar una sola vez, en tanto la falta de ética los lleva a «competir hasta morir». 

En suma: Quizá Felipe González, dijo: «La democracia se basa en el amor a la vida, propia y ajena».

(Este es el Artículo Nº 1.534)

11 comentarios:

Paty dijo...

Me encantó la foto de la gata toda entregada y el perro besándole el cuello!

Elbio dijo...

La ética de la democracia, es decir, la ética aplicada a los éxitos y a los fracasos, es posible solamente, si somos capaces en nuestra vida personal, de SOPORTAR, tanto los éxitos como los fracasos.

Mª Eugenia dijo...

¿Qué quiere decir soportar los éxitos?

Elbio dijo...

Soportar los éxitos quiere decir varias cosas. Por ej: soportar la responsabilidad que implican, soportar las expectativas que se depositan en uno, asumir que además de los éxitos vamos a tener, inevitablemente, fracasos.

Alicia dijo...

Además, Elbio, soportar los éxitos requiere de que nuestro inconsciente acepte que podemos ganar. Y a veces, que podemos ganar derrotando a otro.

Ingrid dijo...

Al fin alguien que dice que no es importante quien lo dijo!!!
Estoy harta de ver en facebook frases dichas por famosos de la vida intelectual. Frases que probablemente ni ellos mismos hayan dicho, y que de haberlo hecho, quién sabe en qué contexto.
Apelamos a la autoridad de alguien que nosotros creemos infinitamente superior a nosotros, cuando en realidad, se trata de personas con una maravillosa habilidad, capacidad, desarrollo, en ciertas áreas del pensamiento o del arte. Y lo que es más importante: nosotros somos tan capaces de pensar como ellos.

Luis dijo...

Yo también opino que los humanos somos hablados por nuestro inconsciente. Si partimos de esa hipótesis, se nos abre un mundo para pensar todo, desde un punto de vista radicalmente opuesto al tradicional.

Enrique dijo...

Muchas veces pasa que nuestro inconsciente reacciona a la defensiva. Defiende cosas que es sabio defender (porque el inconsciente es alocado, pero es sabio). Es sabio en el sentido de que, aunque a primera vista parezca que nos ha obligado a perjudicarnos, en una segunda lectura descubrimos que probablemente nos condujo a hacer lo que en ese momento era mejor para nosotros.

Gabriela dijo...

¨LA DEMOCRACIA SE BASA EN EL AMOR A LA VIDA PROPIA Y AJENA¨. Guau!!
Claro, saber ganar, saber perder, no desear íntimamente aniquilar al perdedor, no pensar que uno es el que sabe y que el otro es el que se equivoca, requiere amor. ¿Cómo estar a la altura de un amor tan exigente? No se puede amar por disciplina. No es una cuestión de voluntarismo, ni de hacer lo políticamente correcto. Todo eso a la larga hace agua. ¿Por dónde pasa el amor a la vida del otro? Quizás simplemente por lo que considera la democracia: todos somos iguales (ante la ley). Eso queda en los papeles, pero para lo que estamos hablando no viene al caso. Volviendo a lo de la igualdad, si profundamente creemos que el otro es diferente y al mismo tiempo es un igual, nos habilitamos un montón de conductas que nos reconcilian con la vida, con nosotros mismos, con los demás.

Evangelina dijo...

Al fin veo que van entendiendo por donde va la cosa!!!
Es un chiste... no soy tan sobervia como parece.

Sebastián dijo...

No es un chiste, Evangelina. Te conozco bien (por eso cuando no tengo ganas de "matarte", te quiero).