Las necesidades y los deseos son estímulos imprescindibles
para conservar la vida y los ricos son personas carentes de necesidades y de
deseos.
El famoso burrito estimulado por una sabrosa
zanahoria que lo acompaña a todos lados, representa la actitud humana cuando
tenemos que movernos en busca de aquello que satisfaga nuestras necesidades y
deseos.
Los menesterosos, integrantes de la mayoría,
siempre estamos necesitando algo que de satisfacción a nuestras necesidades y
deseos: comida, abrigo, alojamiento, amistad, música, viajes, diversión.
Los ricos, integrantes de la minoría, siempre
están necesitando algo que los saque del hastío, el aburrimiento, el
desinterés: necesidades y deseos.
Dicho de otro modo: los «pobres» buscan elementos para satisfacer
sus necesidades y deseos mientras que los ricos, por el contrario, buscan las
necesidades y deseos que les faltan porque los tienen suficientemente
satisfechos.
Insisto con
esto porque la mayoría no sabemos de qué se trata: hay gente que necesita tener
más necesidades y más deseos, porque los normales de cualquier persona, los
tienen cancelados, satisfechos, hastiados, bloqueados por la abundancia.
Para
quienes siempre estamos tratando de «tapar agujeros», preocupados por si
podremos o no darle satisfacción a nuestras necesidades y deseos, por si
tendremos o no dinero para cubrir los gastos hasta la próxima fecha de cobro de
nuestro salario, jubilación o pensión, es difícil de entender que algunas
personas tengan carencias de necesidades y deseos.
La
explicación está en que la mayoría de no-ricos, no sabemos que tener
necesidades y deseos es una especie de fortuna, porque sin ellas no podríamos
vivir.
El problema que tienen los ricos es que son
pobres en necesidades y deseos pues los tienen excesivamente cancelados,
atrofiados, desactivados.
Es por este extraño fenómeno que los ricos
sufren por falta de necesidades y deseos.
Esta dolorosa falta suelen aliviarla haciendo donaciones
filantrópicas.
Otras menciones al concepto «necesidades y
deseos»:
(Este es el
Artículo Nº 1.537)
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12 comentarios:
Creo que los ricos se trampean a si mismos cuando para satisfacer su falta de necesidades y deseos, recurren a las donaciones filantrópicas. Éstas no los satisfacen, no los sacan del problema, porque no los involucran. Si entendemos que la donación es sólo una entrega de dinero, que no va acompañada de un compromiso con la causa en la que están colaborando, sólo corroboran que siguen llenos, sin nuevas inquietudes, sin algo que los vitalice.
Atrofiar las necesidades y deseos es algo que nos puede pasar sin que nos demos cuenta, de a poquito, de manera imperceptible. Vamos encerrándonos en lo que ya sabemos, en lo que conocemos, en la estructura de convicciones que hemos montado a lo largo de nuestra vida. Quedamos encarcelados adentro de nosotros mismos.
Atrofiar las necesidades y deseos es algo que nos puede pasar sin que nos demos cuenta, de a poquito, de manera imperceptible. Vamos encerrándonos en lo que ya sabemos, en lo que conocemos, en la estructura de convicciones que hemos montado a lo largo de nuestra vida. Quedamos encarcelados adentro de nosotros mismos.
Las necesidades básicas son aquellas que tenemos que cubrir forzosamente para no perecer: alimentarnos, tomar agua, protegernos del frío y del calor. En los indigentes, satisfacer estas necesidades es un desafío diario, que a veces se puede enfrentar y otras veces no. Por ej, pueden morir de frío, o pueden morir a causa de sustituir el alimento por el alcohol. En esos casos la necesidad ha agotado las capacidades de respuesta de la persona. En esos casos, la necesidad no actúa como motor.
Me pregunto si realmente los ricos son en realidad una minoría. Está lleno de personas aburridas. Personas que le huyen a los domingos. A mí tantas veces el domingo se me ha vuelto desconsolador...
Como tengo las necesidades básicas satisfechas, mi desafío más grande es encontrar deseos. En general los encuentro, pero a veces me pasa que se me caen. No sé si es porque mi cuerpo funciona mal, si es porque mi cuerpo no sabe reaccionar adecuadamente a los estímulos que le rodean.
Las cosas son como son y verlas claramente me permite saberme parado en un callejón sin salida.
Las cosas son, y son como tú las ves. Me parece que nadie las ve con demasiada claridad. Sin embargo, aunque no se puedan ver con claridad, hay una forma de mirarlas que te moviliza a la acción. Vivís, proponés, probás, investigás, te vinculás con otros. Yo creo Facundo, que soportar la realidad es una gran virtud, pero no alcanza. No se trata sólo de soportarla. Tenemos que ser soporte y ese soporte está bueno cuando actúa como trampolín. Cuando nos lanza.
Me parece que vale la pena tener varias zanahorias allá adelante, por el camino que vamos transitando. Alcanzamos una y esa nos lleva a otra, o por el contrario, al alcanzarla descubrimos que no nos sirve y vamos por otra.
Suscribo a la opinión de Tiago. Hay algo que es peligroso: vivir girando alrededor de la misma zanahoria. Si es así, llega un momento que de tanto darle vueltas, terminamos por marearnos. Además en esta situación podemos engañarnos, quedar girando y no tomar nunca la zanahoria. La zanahoria nos tiene que alimentar, darnos energía para ir tras otra.
Básicamente estoy de acuerdo con Yoel, aunque pienso que también puede ser apasionante rodear la misma zanahoria. Conocerla en cada vuelta un poco más de cerca. Convertirnos en expertos en esa zanahoria. Además para ser expertos en una zanahoria, forzosamente tendremos que aprender de los tubérculos, del suelo, del riego... y de las demás zanahorias.
Veo el planteo de Elbio desde otra perspectiva. ¿Qué pasa si terminamos por pudrir a la zanahoria? Podemos prestarle tanta atención que olvidemos a las papas. Podemos saber de papas, pero si sólo nos comprometemos con las zanahorias, las papas no crecerán por falta de riego. Y las zanahorias pueden terminar podridas, porque si sólo experimentamos con ellas, podemos cometer errores, como regarlas en demasía.
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