miércoles, 4 de abril de 2012

Los sindicatos nos defienden de nosotros mismos

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Los sindicatos también defienden a sus afiliados de sí mismos, de su incapacidad para cobrar lo que merecen.

El verbo «sindicar» significa, entre otros, desconfiar, denunciar, sospechar (1).

Claro que también tiene acepciones más conocidas como son, juntar varias personas de intereses comunes, para formar un sindicato, y entrar a formar parte de un sindicato.

Popularmente entendemos que un sindicato se dedica a defender a los trabajadores de las malas prácticas de algunos empresarios que, inescrupulosamente, procuran mejorar la utilidad de sus emprendimientos valorando el precio de los salarios por debajo de lo razonable.

Los seres humanos somos naturalmente depredadores, inclusive podemos depredar a otros seres humanos. Para manifestar esa agresividad «devoradora» sólo necesitamos la oportunidad adecuada y en poco tiempo aflorarán esos instintos desfavorables para la convivencia.

Esta condición es de la especie y no es de los ricos, como algunos se empeñan en hacer creer. Los pobres son tan depredadores como los ricos, sólo que estos tienen las oportunidades suficientes de la que aquellos carecen.

La tarea de los sindicatos es imprescindible aunque solo existen en países capitalistas. Los países comunistas (Cuba y Corea del Norte) los prohíben alegando (inescrupulosamente) que no son necesarios.

Hasta aquí sólo dije obviedades (aceptables o no), pero esa es una introducción para comentarles algo menos sabido pero que siempre está presente.

Los sindicatos también nos defienden de nosotros mismos. Existen evidencias de que el principal enemigo del ser humano (y del trabajador), es él mismo.

Como digo en otro artículo (2), el honor y el dinero son remuneraciones complementarias y excluyentes: alguien puede sentirse suficientemente remunerado por el honor de entregar su esfuerzo a una determinada tarea.

Los sindicatos nos defienden de nosotros mismos cuando nos imponen la obligación de cobrar (exigir el pago de) un salario digno, razonable, sin idealismos.

(1) Diccionario de la Real Academia Española: sindicar

(2) El dinero y el honor

(Este es el Artículo Nº 1.514)

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9 comentarios:

Sandra39 dijo...

Que los sindicatos defienden a los trabajadores para cobrar un salario digno, está claro. Lo que no estoy segura de entender bien es cuando dice ¨sin idealismos¨. ¿Qué sería exigir un salario sin idealismos? De pronto usted se refiere a un salario acorde a la realidad del mercado.

Jorge dijo...

Es real que en general los sindicatos desconfían de los empresarios. Desconfían de su moralidad.

Ernesto dijo...

En este mundo que tiende al individualismo, por suerte todavía la gente se junta para lograr objetivos comunes.

Oliverio dijo...

Es verdad que los pobres son tanto o más depredadores que los ricos. Eso no depende del dinero, como ud dice, forma parte de la condición humana.

Gabriela dijo...

No son buenos los idealismos, nos autoengañan. Lo que si es bueno es tener ideales, PERO sin odiar a los que son distintos.

Alicia dijo...

De acuerdo, el principal enemigo de trabajador es el mismo. Es probable que podamos extender la idea y decir que el principal enemigo de cada individuo es el mismo, es decir, sus propias limitaciones, sus conflictos internos.

Evaristo dijo...

Según la lógica de los países comunistas, no son necesarios los sindicatos porque los trabajadores están representados en el gobierno, y el gobierno está orientado a defender los intereses de los trabajadores. Por supuesto que esto es muy discutible. Ni yo mismo tengo claro que realmente sea así.

José dijo...

Para mí es un honor trabajar como médico y recibo una buena remuneración por ello.

Nahir dijo...

Creo que los pobres también tienen numerosas oportunidades de ser depredadores. Entre ellos también existen jerarquías, niños que por su indefección son obligados a trabajar, personas abusivas.