Nos obligan a ser felices con la
publicidad convincente y pagando para ayudar a quienes menos lo necesitan.
Si vinieran nuestros héroes patrios a decirnos
personalmente todo lo bueno que hicieron por nosotros, quizá no les honraríamos
con tantos monumentos, poemas, himnos y homenajes.
Y este malestar no estaría provocado porque
sus datos fueran dudosos. Todo lo contrario, nadie mejor que ellos mismos para
darnos la información histórica más exacta.
Aunque suena extraño, preferimos ser nosotros
mismos quienes nos encargamos de informar sobre quiénes eran, qué hicieron, qué
pensaban.
Claro que alguien podría alegar que ocurre de
esta manera porque los grandes personajes de nuestra historia ya murieron, pero
no, no es por eso: es porque no soportamos la autoproclamación de los méritos.
Aunque ellos y otros dijeran lo mismo, no
admitiríamos que los propios interesados hablen bien de sí mismos.
Para auto-halagarse disimuladamente algunos
critican a otros invocando principios morales para hacernos creer que ellos sí
los tienen.
De modo similar, los productos, marcas o
personas que intentan ser deseados, admirados, comprados, pagan para que otros
digan maravillas: «el
mejor jabón», «la bebida más refrescante», «el candidato más honesto».
Cuando
estos «héroes comerciales» desean sentirse elogiados, contratan a una agencia
de publicidad y, mediante el pago de cierta cantidad de dinero, la agencia
monta un espectáculo de homenaje a las bondades del jabón, de la bebida o de
Fulano.
Lo curioso
es que ese dinero que gasta el autoproclamado, el autoelogiado, el autoerótico,
lo pagan los engañados, los crédulos, los ingenuos (consumidores, votantes).
En otras
palabras: usted y yo estamos pagando para que alguien nos seduzca, nos
convierta en sus clientes-contribuyentes, en sus colaboradores por partida
doble.
En suma: nos obligan a ser felices con la
publicidad convincente y pagando para ayudar a quienes menos lo necesitan.
(Este es el
Artículo Nº 1.689)
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13 comentarios:
Seguramente nos molestaría que nuestros héroes vinieran a hablarnos de sus méritos. Eso ni a los héroes se lo soportamos. Sin embargo cuando nos vienen a hablar bien de un producto o servicio, en lugar de molestarnos terminamos seducidos. No sé por qué pasa esto. La publicidad a veces es subliminal pero en general de sutil no tiene nada, así que no me parece que sea por eso. Capaz que es porque vivimos en una sociedad que se sustenta en el consumo. Estamos convencidos de que tener más es equivalente a ser más, y ser más felices.
Despreciar o criticar puede ser una táctica tanto inconsciente como consciente, para ubicarnos en contraste y resaltarnos sobre el fondo vilipendiado de los otros.
Al final la táctica de los humildes, los perfil bajo, es más inteligente o al menos más valorada, por buena parte de nosotros.
No entiendo Damián, ¿estás diciendo que la gente de perfil bajo pone en juego una táctica?.
No, no siempre. Además no me estaba refiendo a una táctica en el sentido de una planificación. Lo más frecuente es que la gente de perfil bajo sea así porque su personalidad es así. No son ni mejores, ni peores que los otros, pero en general caen mejor.
A mí la evidencia me muestra que quienes se destacan saben como resaltar. Cuando se aplaude a los ¨perfil bajo¨, en realidad no son humildes, en todo caso se hacen pasar por humildes. Los que de verdad no quieren llamar la atención no figuran. Y en todo caso, cuando eso sucede es porque otros que los valoran, los ponen en el podio.
La mejor forma de autoalagarse es con un poco de humor.
Muchas veces he pensado que tengo el valor moral de no ningunear a los otros. Para mi sorpresa, últimamente me he dado cuenta que ninguneo con mucha frecuencia. Me descubro haciéndolo a cada rato. Y lo peor es que yo siempre me quejo de que me ningunean (desvalorizan).
Pagamos para que nos vendan. Compramos para que no nos vuelvan a vender. Y siempre siguen vendiéndonos y nosotros comprando.
La verdad que no te entendí ese juego de palabras, Silvina.
jaja!!! Bueno, sí, no es muy claro. Lo que quise decir es que si pagamos, nos van a seguir vendiendo. Aunque ya tengamos lo que precisamos, igual siguen vendiéndonos cosas y nosotros las seguimos comprando.
Creo que la clave está en el deseo. Para ser deseados, las personas buscamos ser atractivas. Lo mismo se hace con todo lo que se vende.
Cuando buscamos ser atractivos estamos vendiendo una imagen. De eso no se escapa nadie, porque todos deseamos que nos deseen.
Después de leer el EN SUMA, me sentí la persona más estúpida del planeta.
Usted pega duro, Doc.
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