jueves, 11 de octubre de 2012

La semejanza entre los integrantes de un grupo



   
La uniformidad entre los integrantes de un grupo es necesaria para que sobreviva, para que sea operativo, para que funcione.

No es posible correr riesgos mientras convivamos con familiares, amigos, compañeros de trabajo, que no puedan asumirlos pero que a su vez crean que lo hacen por prudentes, inteligentes y realistas en vez de reconocer que lo hacen simplemente porque temen vivir, imaginan que existen formas de evitar los peligros y de acceder a las certezas más tranquilizadoras.

Los grupos tienen un nivel similar de resistencia a la frustración, de tolerancia a los riesgos y de aceptación de las equivocaciones. Parecería ser que nos agrupamos por la afinidad que tengamos en estas particularidades.

Quien sobresalga, desentone, se aparte de ese promedio grupal, recibirá muestras de hostilidad correctoras de difícil aceptación, porque la fisiología del grupo tenderá a expulsarlo, a «corregirlo», a «curarlo», insistiéndole de mil maneras para que deje de correr tantos riesgos, para que pierdan esos rasgos distintivos que lo hacen diferente al resto.

En un grupo en el que la audacia sea una característica condenable, cualquier equivocación despertará sentimientos agresivos, recriminatorios, de condena y castigo. «Viste lo que te ocurrió por hacer las cosas mal», es un rezongo frecuente a quien, en todo caso está necesitando que los demás lo ayuden más que lo enjuicien y castiguen.

Ese grupo tiene que ser abandonado si es que antes no fue expulsado como digo más arriba.

Una persona muy diferente en su forma de encarar los riesgos de estar con vida, tiende a desestabilizar al resto. No se trata meramente de un antojo de los conservadores, sino que el audaz resultará objetivamente perturbador, irritante, desequilibrante.

La uniformidad en la administración del riesgo entre los integrantes de un grupo es necesaria para que sobreviva, para que sea operativo, para que funcione.

(Este es el Artículo Nº 1.696)

12 comentarios:

Alicia dijo...

Nuestros intentos por administrar el riesgo en los grupos, no son del todo eficaces. Lo digo porque como todos formo parte de grupos y veo lo que sucede. Para poner un ejemplo, en todas las familias existe la oveja negra. Ese familiar que va a contrapelo de los valores y creencias del grupo. Quizá a esa persona no le preocupe ser la oveja negra, incluso puede gustarle. O quizá sufra por estar en ese lugar al que no sabe muy bien como llegó. Cuando la oveja negra es expulsada, o el hijo descarriado es desaprobado, luego puede haber un intento grupal por absorverlo nuevamente o, por el contrario, puede existir una determinación de alejarlo lo más posible. Cuando el grupo no se siente capaz de absorverlo lo segrega. Cuando ese integrante, el descarriado, no se siente capaz de seguir su camino formando nuevos grupos de pertenencia, renuncia a una parte de si mismo y se diluye en el grupo que antes lo había expulsado.

Sandra39 dijo...

No siempre la uniformidad de un grupo lo ayuda a sobrevivir. Estoy pensando en lo que ocurrió a lo largo de la historia reciente con algunos partidos comunistas en el mundo. La falta de cultura de confrontación, el adoctrinamiento, la unicidad de criterios, vuelven rígido al grupo. Cuando suceden cambios en el entorno, el grupo se quiebra, porque el que piensa diferente pasa a ser un traidor. Entonces el partido se fracciona y pierde fuerza, además de coartar su capacidad de adaptación a los nuevos tiempos. Su imposibilidad de leer sin fanatismos lo que sucede, lo que en la nueva coyuntura se vuelve necesario, los vuelve inoperantes.

Ernesto dijo...

Los cambios de coyuntura no justifican la renuncia a los principios que embanderan a un partido.

Luis dijo...

El videocomentario me llevó a detenerme en lo que ocurre en el campo de la salud cuando existen campañas atemorizantes que nos dicen todo lo que hacemos mal. Esas prácticas o costumbres que supuestamente, por consenso general, nos llevarán a la enfermedad o a la muerte. Me pregunto si en parte no existirá un efecto de sugestión que inconscientemente nos conduzca a contraer las enfermedades que se supone deberíamos tener cuando ¨hacemos las cosas mal¨ y andamos
-inconscientemente, sin darnos cuenta- buscando un castigo.

Roque dijo...

La vida me ha enseñado que la imprudencia se paga caro. A veces hay que correr riesgos, pero no soy muy partidario de hacerlo si esos riesgos ponen en juego la vida de otras personas. Está bien asumir los riesgos propios, los de nuestra vida personal, con la salvedad de que no involucremos en esos riesgos a terceros.

Eduardo dijo...

Muy loable el planteamiento de Roque, aunque si lo tomamos a rajatabla, inhibimos el progreso.
Los cambios sociales, esos que nos implican a nosotros mismos y que implican a otros, los inician grupos minoritarios que luego van ganando adeptos.

Mª Eugenia dijo...

Si los conservadores se creen más inteligentes y realistas, ¿por qué ocultan que son conservadores?.

Marcos dijo...

Esta bien, Mª Eugenia, pero no olvidemos que los progresistas y los revolucionarios, también se creen más inteligentes y realistas.

Ingrid dijo...

Evitar el peligro es imposible. Seguimos creyendo que podemos minimizarlo si no nos regalamos, si no nos exponemos a situaciones peligrosas. De todos modos, los accidentes, las enfermedades, la muerte, ocurren muchas veces de la manera más inesperada. Eso lo sabemos, pero no actuamos en consecuencia. Vivimos con miedo y limitamos nuestras posibilidades.

Olegario dijo...

Uno que escribe metido dentro de un grupo que borra, como nos muestra la ilustración, es una buena metáfora de lo que puede suceder en los grupos. Pienso que somos más los que nos sentimos tentados a borrar, que los animados a escribir.

Jacinto dijo...

Los grupos minoritarios que navegan contra la corriente, sufren, pero si persisten porque existe un motivo verdadero que los moviliza, pueden terminar triunfando.

Norton dijo...

Algunos administran el riesgo arriesgándose.