Los clientes preferidos son los que nunca
aprendieron a razonar porque nunca entendieron que las matemáticas enseñan a
pensar.
Así como los niños aman a sus
padres porque dependen de ellos para vivir, porque además reciben de ellos
otras satisfacciones como son caricias, protección y regalos, nuestros proveedores
se comportan con sus clientes como si estos fueran sus padres.
En otras palabras, nuestros
proveedores nos quieren por lo que les damos aunque se esfuercen por hacernos
creer que nos aman desinteresadamente.
Sin dejar de reconocer que nos
gustaría tener con ellos un vínculo menos mercantil y más romántico, lo cierto
es que esto nunca ocurrirá.
Casi todos somos neuróticos, es
decir: somos capaces de creer en cosas indemostrables aunque sin perder la
capacidad de dudar sobre la veracidad de esas creencias; muy pocos no tienen
dudas y por eso no son neuróticos sino psicóticos.
Aunque nos gustaría tener con
nuestros proveedores un vínculo menos mercantil, menos utilitario, más
romántico y semejante al que tuvimos con nuestros padres, el hecho es que los
pobres proveedores no tienen más remedio que mentirnos y hacer lo posible por
explotarnos salvajemente.
Como son tan débiles e innobles,
no son fieles ni con sus colegas. Si ellos fueran capaces de unirse, los
clientes seríamos mucho más explotados. Por esto es que los monopolios
corrompen cualquier mercado: porque la ambición del único proveedor no está
frenada por la competencia.
Pero en ese amor mercantil e
interesado que nos profesan los comerciantes, tiene sus predilecciones, sus «compradores frecuentes»,
sus «clientes VIP». Algunos clientes son más amados que otros.
¿Cuáles son los clientes preferidos? Respuesta: los más explotados, los
que aportan mayores ganancias, los que compran cualquier cosa que a ellos les
sobre, los que no revisan los costos financieros, los que nunca entendieron las
matemáticas.
(Este es el Artículo Nº 1.806)
●●●
9 comentarios:
Cada vez creo menos en la estupidez y más en la complejidad.
Sí, no es tanto por ignorancia, es más por comodidad.
A los clientes vip les regalan pop y coca-cola cuando van al cine para que se envicien.
Los proveedores se comportan con los clientes como si fueran sus padres. ¡Es lo que yo digo! Hay una falta de respeto hoy en día!
Lo que gastan los proveedores en querernos convencer de que nos aman, termina demostrando que los tontos son ellos.
No es así Martín. La propaganda funciona. Todo está más que pensado hasta en el último detalle. Somos mucho más vulnerables a la publicidad de lo que creemos.
Nuestros proveedores nos quieren por lo que les damos. ¡Obvio! no va a ser la excepción.
Me gusta su tono irónico, Doc.
En los negocios del corazón no se revisan los costos.
Publicar un comentario