En nuestra cultura occidental tenemos prohibido amar
a varias personas, sobre todo cuando también existen intereses económicos,
laborales, lucrativos.
En nuestras culturas
occidentales tenemos entendido que el amor no debe estar «contaminado» por el
afán de lucro. Ese sublime sentimiento, (el amor), solo
tiene cabida entre familiares e inclusive amigos, porque estos son los
familiares que hemos elegido, los que adoptamos voluntariamente, mientras que
los familiares consanguíneos son vínculos que nos vienen dados sin mucha
elección de nuestra parte.
Por lo tanto, para ser fieles
a lo que entendemos por amor, no podemos hacerlo participar en situaciones
donde circula dinero u otros intereses materialistas.
Esta filosofía es una buena
causa de que existan muchos pobres patológicos, es decir, personas que en el
fondo desearían padecer menos privaciones, escaseces y penurias, pero que una
vez sí y otra también, se tienen que enfrentar a que
— «este negocio no se concretó»;
— «aquel otro terminó generando una pérdida»;
— «con tan pocos clientes es imposible obtener ganancias que justifiquen
la inversión, el riesgo y hasta el propio esfuerzo».
Esta filosofía nos lleva a
pensar que el amor que alguien siente por su familia debe ser muy diferente al
sentimiento que le inspiran sus clientes, empleadores o compañeros de trabajo.
Como no podía ser de otra
manera, otra vez termino hablando de las disparatadas pretensiones de monogamia
que intoxican nuestra sociedad, generando situaciones contrarias a la
Naturaleza.
Los humanos tenemos
terminantemente prohibido amar mucho a varias personas, excepto que sean
consanguíneos.
Nuestra cultura nos obliga a
sentir que sería inaceptable tratar con igual amor, ternura y pasión, a los
requerimientos de un cónyuge, de un compañero de trabajo, de un cliente o de un
socio, porque tenemos prohibido amar
cuando existen intereses lucrativos.
¿Realmente el amor y los
intereses económicos, debe excluirse?
(Este es el Artículo Nº 1.823)
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13 comentarios:
Estoy de acuerdo con usted. Amor e intereses lucrativos no tienen por qué excluirse. Sería maravilloso que pudiéramos poner amor en el vínculo con nuestros compañeros de trabajo, empleadores y clientes.
Pienso que la monogamia define lo que es una pareja: una pareja es de dos, dos integrantes. De lo contrario pasa a ser otra cosa. Nadie está obligado a tener pareja. Pero no sé si es exacto hablar de pareja abierta. Habría que usar otro nombre para ese tipo de vínculos.
Estoy de acuerdo con Lautaro. La pareja es un vínculo de exclusividad. La pretensión está en dedicar tiempo y energías en una persona en particular, cuando el vínculo incluye el aspecto sexual y la posibilidad de formar una familia. Las personas que eligen la libertad sexual, renuncian a ese vínculo jerarquizado y diferente.
El vínculo de amistad es distinto al de pareja porque los amigos a menudo están mucho tiempo sin verse. La pareja en general convive o comparte más tiempo. La historia en común de una pareja suele estar más cargada de vivencias.
Mire Doc, no me pida que ame a mis clientes. Son completamente abusivos e insoportables. Además no puedo tener una buena actitud hacia ellos si atiendo a uno tras otro durante casi ocho horas y siempre de pie.
Me gusta mi trabajo como vendedor. Soy sociable, conversador y me gusta estar enterado de todo. Sé que en general caigo simpático y logro, la mayoría de las veces, un vínculo amistoso con mis clientes.
Lo que sucede, Mieres, es que los negocios familiares son para lío. Yo separo familia y trabajo.
Un buen ambiente de trabajo es inapreciable. Pasamos mucho tiempo con los compañeros de trabajo. Vale la pena buscarle la vuelta para tener un vínculo honesto y comprensivo con todos.
No se puede creer como personas que tienen un negocio, atienden tan mal a sus clientes. Parece que quisieran cerrar y están buscando una excusa para hacerlo.
Sí Olga, con los proveedores es más fácil llevarse bien que con los clientes. Eso de que el cliente tiene siempre la razón, a mí llega un momento que me supera.
Muchas veces los negocios no se concretan porque no sabemos elegir a nuestros socios, o los elegimos pensando que todo va a ir sobre ruedas y después resulta que nos ponemos intolerantes y egoístas.
Los monopolios comerciales no sirven, salvo en el comercio sexual.
No estoy de acuerdo Diana, además hay que tener en cuenta algunos detalles importantes: la edad, el deseo sexual, si se es varón o mujer, y lo que uno espera del vínculo de pareja.
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