Aumenta la tendencia a no salir de nuestras casas, ingeniándonos con el teletrabajo y con los proveedores que traen lo que necesitamos.
Hay gente que no se saca el
pijama en todo el día. A veces hasta se olvida de ducharse.
Cada vez más personas salen
menos de sus casas y las que aún salen, tienen como objetivo encontrar formas
de ganarse la vida llevándose el trabajo a la casa (teletrabajo) o
desarrollando algún emprendimiento que les permita evitar transitar lugares
públicos llenos de gente extraña, peligrosa, imprevisible.
La madre de Caperucita Roja
empieza a tener razón: debemos temer al lobo que anda por el bosque.
Quienes creen que el ser
humano es un animal migratorio, que tiene prohibido el sedentarismo, compran
algún aparato para hacer gimnasia, imitando al hámster con su carrusel
vertical.
Pero esta tendencia al
encierro no es una particularidad adquirida sino que se explica por un
estancamiento en el desarrollo psicológico.
Según dicen quienes creen
saber, los humanos nacemos tan encerrados en nosotros mismos que nuestra madre
tiene que adivinar por qué lloramos.
Cuando el pequeñito se pone a
gritar aparecen los procedimientos que la ciencia sigue utilizando aún hoy: el
ensayo y el error.
¿Llora porque tiene hambre,
frío, algún dolor, angustia?
En este trabajo de laboratorio
la mamá intenta cualquier cosa para desactivar la alarma humana de
incalculables decibeles.
Tarde o temprano el niño se
calla, porque la madre calmó su malestar o porque se le agotó la batería (se
durmió).
El hecho es que el pequeño
aprendió que sus problemas pueden ser adivinados por alguien suficientemente
motivado (la madre desesperada por el llanto).
Si el desarrollo psíquico se
detiene prematuramente pretendemos que alguien nos atienda, que adivine
nuestras necesidades, al extremo de no tener que salir de nuestras casas ni
quitarnos el pijama.
(Este es el Artículo Nº 1.818)
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9 comentarios:
Los uruguayos, o más precisamente los montevideanos -que es lo mas o menos conozco- tenemos un poco exagerada la sensación de inseguridad en estos últimos años. Entonces la chance de hacer todo desde el ordenador, nos viene de perillas (nos viene muy bien). La contraparte es que perdemos noción de la realidad al quedarnos encerrados en nuestra casa, y peor aún, dejamos de vincularnos de manera presencial, lo que es poco sano, sólo recomendable para quien no tiene otra posibilidad.
Las madres de las Caperucitas le hacen daño a sus hijos. Hay lobos en el bosque, pero también hay lobos dentro de casa y en los lugares que en apariencia resultan menos peligrosos. Advertir de los peligros en el momento oportuno, parece lo más aconsejable. Una persona asustada no reacciona bien frente al peligro.
si vamos adquiriendo calle, las personas extrañas se nos vuelven más previsibles.
Con lo hermosa que es la Naturaleza, caminar adentro de casa es perderse un montón de oportunidades de observar cosas que pueden alimentar nuestro espíritu.
Discrepo, la tendencia al encierro es una particularidad adquirida, que trae como consecuencia el estancamiento en el desarrollo psicológico.
Nacemos encerrados en nosotros mismos, pero muy pronto sentimos una gran curiosidad por descubrir el ambiente que nos rodea.
Si la madre interpreta todo el tiempo lo que precisa su hijo, no permitirá que este desarrolle el habla.
Nos hace mucho daño pretender que el otro adivine nuestras necesidades, o lo que nos pasa. Somos diferentes, por eso el otro no siempre puede entendernos sólo por los indicios que damos. Incluso existen grandes posibilidades de que los interprete mal, y esto llevará a grandes malentendidos.
Si nos encerramos quedamos como el hamster, moviéndonos sí, pero siempre quedándonos en el mismo lugar. Hasta puede pasar que sobrevenga una apatía tal que ni siquiera nos movamos.
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