
Varios lectores comentaron o enviaron sus e-mail entendiendo que yo estaba demonizando esta forma de organización de nuestras economías.
En realidad no es mi intención estar ni en contra ni a favor, sino simplemente definir, describir, interpretar, ponerle palabras a los acontecimientos en los que estamos inmersos.
Genéricamente considero que cualquier cosa que suceda a un individuo o a una sociedad, es el resultado de un conjunto de causas que se organizaron espontáneamente para lograr esa situación y que, por lo tanto, la misma posee un equilibrio que la hace sustentable. Simultáneamente, quienes participamos de alguna manera en esa situación (como protagonistas o como simples observadores) es muy probable que adjudiquemos ideas de valor (bueno, malo, peor, mejor, etc.) pero estas opiniones no son más que simples sensaciones personales del tipo «me gusta» o «no me gusta».
Lo que puede eventualmente tener alguna consecuencia es lo siguiente: Si los participantes de una cierta situación ven escrita una descripción que ellos consideren correcta (que es lo que intento hacer todos los días con estos artículos) es probable (no es seguro) que su postura ante las adversidades les resulte menos penosa y hasta quizá reaccionen de algún modo como para modificarlas a su favor.
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