Si una persona se convierte en madre abnegada y para ello abandona su propia vida personal, su vida intelectual, su vida artística, su vida laboral, está haciendo una mala inversión y quizá esa abnegación sea la que la convierta en una mala madre.
De diferentes maneras propongo que no descuidemos nuestros deseos por cumplir las órdenes que recibimos de la sociedad. Y en la sociedad debo incluir a muchos seres queridos que, por nuestro bien, con la mejor buena voluntad, nos dicen qué debemos hacer y qué no debemos hacer, sin tener en cuenta qué opina nuestra naturaleza personal, singular, exclusiva.
En muchas cultura se presiona a la mujer para que tenga hijos, para que luego los cuide con devoción, postergando sus propios intereses, siendo abnegada, disminuyendo al mínimo su natural egoísmo.
Estas presiones parecen muy razonables pero no están siendo evaluadas con algunos costos que por ahora son escasamente visibles. Me refiero a que una madre frustrada en su realización personal, podrá ser muy amorosa pero también no podrá evitar ser hipócrita en la expresión de un amor que en realidad no siente sino que la obligan a demostrar.
Si alguien considera que es importante la salud de una embarazada para una buena gestación del feto, quizá esté en condiciones de suponer que es importante que una mujer se sienta plena, realizada y razonablemente feliz para poder establecer con sus hijos un vínculo sinceramente amoroso.
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9 comentarios:
Sin embargo, aunque soy una madre que podría llamarse abnegada, estoy muy dichosa porque mi mamá también buen abnegada conmigo y ella, cuando me mimaba me decía: Quiero que sean tan buena con mis nietos como yo soy contigo. Aquello me parecía un amor maravilloso de ella hacia mí y hacia mis hijos y me gusta mucho poder hacer lo que ella quiso porque desde algún lado lo está mirando y me siento feliz de que ella me esté aprobando.
Pienso algo parecido a Macarena aunque tengo mis dudas si no me estaré traicionando a mí misma, a mi mamá, a mis hijos y a mi marido. A veces veo que a mi psicóloga le digo cosas un poco monstruosas y que luego me siento reconfortada como para seguir luchando, contra los deseos ajenos y los deseos míos.
el próximo domingo es el día de la madre y supongo que ahí se ajustan cuentas, se hacen balances e inventarios. No sé si el resultado me dará pérdidas o ganancias.
No habría que preocuparse tanto porque todo lo que hacen las madres por los hijos, en realidad lo hacen por el "fruto de sus entrañas", es decir, por nosotras mismas. Le diría al licenciado que no se preocupe por nosotras que no somos ni tontas ni esclavas.
Me pasa una cosa rara. Tengo a mi mujer con nuestros dos hijos pero estoy totalmente enamorado de otra mujer y lo más extraño es que me gusta por cómo se comporta como madre de su hijita. Prefiero a esa otra familia ilegal. Si no fuera por los problemas que todo esto me causa, sería mucho más feliz si viviera pobremente con esta segunda mujer y no con la legítima.
Cuando tuve que vivir unos años en México, estaba yo en plena crisis masoquista vista la cantidad de teleteatros que veía, donde la madrecita no paraba de llorar ante la crueldad de sus hijos desagradecidos, corruptos, desalmados que la mantenían en un puro sacrificio de principio a fin.
Hasta donde sé, la televisión en toda Latinoamérica es un gran educadora, informadora y diseñadora del todo el relieve afectivo. A las hora en que la familia se reune, tanto para almorzar como para cenar, se escucha y se aprende. Luego, las contingencias de la vida real se resuelven tal como se vieron en la TV. Conducta correcta es aquella que todos vieron ahí. De no ser así, los más prolijos reclaman y hacen las observaciones y correcciones que correspondan.
Leí hace poco en un libro escrito por una abogada, que la maternidad, al igual que el crimen, no paga.
El libro se dedica a demostrar que la mujer acepta compromisos que la terminan perjudicando.
Esta abogada era feminista hasta la exasperación, pero comparar a la maternidad con el crimen me pareció digno de compartirlo con uds.
Ser madre es algo que sólo se entiende siéndolo. Veo con horror como la Iglesia Católica opina y me parece que siguen siendo los mismos atrevidos que realizaron la Inquisición o el sojuzgamiento religioso de los indígenas americanos.
Las madres parecemos tontas, pero es muy grato para nosotras establecer ese vínculo en el que, visto desde afuera y por alguien que no es madre, parece que perdemos como en la guerra. No es así. Ni somos tontas ni perdemos. Ganamos y ganamos mucho. Si tuviera que volver a nacer, sería lo único cuya repetición sería innegociable.
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