Ayer insinué que el supermercadismo es una técnica que ha desarrollado un gran conocimiento de la psicología y seguramente que esta disciplina le viene aportando grandes resultados económicos.
También es cierto que el autoservicio cuenta con otras particularidades que son propias de nuestra época. Estoy pensando concretamente en nuestra preferencia por no informar sobre nuestro deseo.
Si bien es cierto que el deseo funciona mejor cuando tiene un componente inconciente, más personas hoy en día prefieren que no se sepa cómo gastan su dinero.
El autoservicio permite que cada consumidor tome por sí mismo lo que prefiere sin tener que sentirse observado por un vendedor. En todo caso deberá pasar por un puesto de cobranza donde un cajero podrá observar cuál es la compra, pero se ha logrado que estos funcionarios actúen de una manera tan automática que no parecen indiscretos.
Podríamos concluir entonces que en la actualidad muchas personas prefieren no dar a conocer cuáles son sus preferencias de forma explícita, porque no escapa a la comprensión de nadie que ahora no solamente que se sabe más que antes qué preferimos sino que los vendedores guardan un registro de todas nuestras compras. Por lo menos de quienes compramos con dinero plástico o adherimos a las promociones permanentes registrándonos como compradores habituales para que cada vez que realicemos una compra se nos acumulen puntos meritorios para que la empresa nos premie por nuestra fidelidad e indiscreción.
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12 comentarios:
Soy lenta pero indecisa (ja)y en los shoppings me gusta que no me estén esperando ni mirando ni hablando. Quiero la mayor intimidad entre lo que busco y yo. Budismo zen diría si se pudiera. Contemplación yoga. Algo así.
No me gustan los supermercado porque quiero que me atiendan y sobre todo que me escuchen mis puntos de vista y las justificaciones que tengo para cada una de mis más precisas y rigurosas preferencias.
Poder agarrar en mis manos cada cosa que quizá compre aumenta mucho las posibilidades de que lo compre. Si es eso lo que estan buscando, conmigo lo logran.
A mi me mandan algún regalito el día de mi cumple y les aseguro que me tienen junto ellos fiel como un perro.
Nunca vi ninguna, pero dicen que en algunos lugares te están filmando las pupilas de los ojos a ver qué mirás más.
En mi supermercado se llamana "Puntos dorados" y gracias a ese ahorro que he ido haciendo, logré abaratarme varios regalos de casamiento. En mi casa se burlan de mí pero no se dan cuenta que es una forma de ahorro que no le cuesta a nadie.
Hace años que tengo mi tarjeta como clienta frecuente y nunca noté que eso me trajera alguna mala consecuencia ni que a alguien se le haya complicado la vida por eso. ¿Cuál es el problema?
Para quienes no andamos por la vida luchando contra los molinos de viento, es ganancioso ser sumiso, obediente y fiel. Es probable que las grandes personas no puedan, no deban o no sepan como hacerlo. A mi que soy del montón, me da resultado y no pienso cambiar.
La imagen me trae recuerdos de cuando la policía era confiable. ¡Qué tiempos aquellos!
Me duele que cada vez estemos más solitarios, individualistas. No sé si esto sigue así cuanto tiempo más podré aguantar sin poderme vincular con la gente. Me viene a una ciudad grande de un pueblo chico y no paro de sufrir.
Se usa mucho la expresión "sensación términa" y donde más se nota para mí es en el malhumor que tiene la gente. Uno (yo misma) se fastidia por tontería, no aguanta nada, cualquiera contesta mal, antiende espantoso, se viven quejando.
no entiendo cuál es el planteo del artículo ¿deberíamos intentar defender el derecho a la privacidad como consumidores? Me parece una batalla perdida, además si esa información favorece el desarrollo empresarial no veo por qué. sí me parece importante tener la sensación de que nadie ve ni sabe lo que consumís, aunque no sea cierto. en este tipo de cosas no me molesta el autoengaño.
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