jueves, 11 de septiembre de 2008

El bumerán

En el artículo publicado ayer bajo el título La lucha pasiva concluyo en que los sindicatos, no solamente presionan sobre las patronales capitalistas ordenando a sus afiliados la detención de tareas —provocando la caída de la producción y por lo tanto disminución de la ganancia de los empresarios— sino que también esa interrupción de tareas estimula la ociosidad de los trabajadores que los patrones tratarán de revertir mejorando las condiciones de trabajo en general.

Los sindicatos están dirigidos por personas cuyas destrezas (vocación, carisma, liderazgo, capacidad oratoria, inteligencia política, habilidad negociadora) son también muy necesarias en la actividad político partidaria.

Cuando la fuerza política a la cual adhiere el sindicalismo de un país no está en el gobierno, es muy probable que estos líderes, no solamente tomen decisiones en beneficio de los trabajadores de su gremio sino que propiciarán que en el próximo período eleccionario triunfe el partido político al cual adhieren.

Si esto sucediera y el partido político en el que militan los conductores sindicales accediera al gobierno, se producirá la conflictiva situación en la cual, todos los discursos que anteriormente trataban de patrocinar el desgano de la clase trabajadora para, indirectamente, debilitar a los gobernantes que se deseaba reemplazar, se vuelva contra los nuevos gobernantes.

El partido político de los dirigentes sindicales, cuando llega al gobierno, se encontrará con que los trabajadores habrán desarrollado el hábito de retacear su productividad para mejorar los salarios, lo cual los obligará a invertir totalmente la prédica que realizaban como dirigentes sindicales, con la consiguiente confusión, pérdida de credibilidad, desmoralización y debilitamiento generalizado del sindicalismo.

Este artículo procura describir una situación que alcanza a cada uno de los trabajadores, quienes se verán afectados por una situación difícil de percibir «desde adentro».

●●●

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre se dice que para cada cosa existen por lo menos dos bibliotecas. Si primero hay que apoyar al holgazán, ya aparecerán ideas para criticarlo.

Anónimo dijo...

La política es el arte de lo imposible, por eso no hay que sentir a los cambios de discurso como amenazantes.

Anónimo dijo...

¿El arte de lo imposible? No dejen de buscar en la web las imágenes creadas por el holandés Maurits Cornelis Escher, más conocido por M.C.Escher. Hubo acá hace dos años una expo de sus xilografías. Son increíbles, muy divertidas.

Anónimo dijo...

Creo que ud escribe desde Uruguay, pero acá en Chile tenemos una historia parecida. La izquierda es más explotadora que la derecha de Pinochet.

Anónimo dijo...

En estos mismos blogs ud dice que los seres humanos somos ilógicos. Y bueno, así funciona todo. El asunto es poder pasarla lo mejor posible, creyendo en Dios o en el Diablo (lo puse con mayúscula a propósito).

Un beso a todos.

Anónimo dijo...

Tengo una profunda admiración por los dirigentes gremiales que se comprometen con la causa de los trabajadores, y dejan sus familias, su bienestar. No creo que sean mártires pero es una rol muy noble que debemos apoyarlo.

Anónimo dijo...

Reconozco que los dirigentes sindicales suelen tener vasos comunicantes con los gobernantes, o por lo menos con un partido político concreto. El razonamiento que hay que hacer es: Estaríamos mejor sin ellos? En gral la respuesta sería negativa.

Anónimo dijo...

Yo hago lo que me digan y no soporto tener que participar en situaciones de violencia. Sólo se obedecer, cumplir, acatar, respetar. No me pidan otra cosa. No entiendo a la gente peleadora y discutidora.

Anónimo dijo...

Dicen que "no hay peor cuña que la del mismo palo". Si llega al gobierno el mismo partido político en el que militan los sindicales, el enfrentamiento será aún más ríspido. Lo estamos viendo en Argentina, Chile y Uruguay.

Anónimo dijo...

Más tarde o más temprano, la gestión de los dirigentes se evalúa por los resultados. Es imposible que alguien sea reelecto si tuvo una mala conducta. Eso nos garantiza bastante que no haya trampas, y si las hubiera, no duran demasiado tiempo.

Anónimo dijo...

Noto que la opinión del licenciado no está siendo bien recibida esta vez. Y bueno, se gana y se pierde ¿no?

Saludos

Anónimo dijo...

¿Es bueno o malo un sindicalismo que apoye al gobierno?
Depende cómo sea el apoyo. El apoyo con intención ventajera pudre todo, pero si el apoyo nace del acuerdo...la unión hace la fuerza.

Anónimo dijo...

Resulta difícil imaginar cómo será el sindicalista del próximo salto cualitativo.
Lo primero que me viene a la cabeza es un Maestro, un vocacional y esperanzado creyente en la educación. Lo imagino reuniendo a los trabajadores para discutir con palabras claras y sencillas, temas de economía, de psicología, de ética y de historia de las civilizaciones. Con un mate y grupos de no más de 4 o 5 integrantes. Muy, muy, parecido a lo que hacían los tupas en sus famosas "mateadas".

Anónimo dijo...

Según me parece ver y escuchar, los dirigentes sindicales oficialistas no andan tan confundidos. No me parece que hayan invertido su prédica. Quizás una minoría sí, pero no creo que sea la tónica general.

Anónimo dijo...

Desde adentro percibo serruchos y zancadillas.

Anónimo dijo...

El patrón intentó revertir la caída de la producción y la ociosidad de los trabajadores, renovando la totalidad del plantel.
Trabajamos muchos años juntos y no queremos perder ese capital humano que se ha desarrollado en la masa obrera. Vamos a inaugurar el primer Club Social y de reciclaje de ex-trabajadores de .... (disculpen mi reserva).

Anónimo dijo...

Los sindicatos oficialistas adquirieron el hábito de retacear por el ineludible poder de la música de las palabras, sílabas que se mezclan y se confunden con un creativo encanto.
La "colcha de retazos" abriga y reta; es poderosa!

Anónimo dijo...

mamamabel, estoy lololoca con tu cacacacarisma!

Anónimo dijo...

Para debilitar a los gobernantes que se desea reemplazar no me alcanza con un parito, ni una huelga, ni ocupaciones. La energía no sobra como para tomar caminos tan largos y sinuosos. Yo soy directo. En la guerra todo vale.

Anónimo dijo...

Con lo que dice ese tal saderman, así vamos, cada vez más lejos de la nobleza animal y cada vez más parecidos al hombre.

Anónimo dijo...

La interrupción de tareas estimula los encuentros familiares, el azadito humilde pero nuestro, la mateada entre camaradas, sexo furtivo y espontáneo, descargas no muy santas de esa bronca atávica que debe dar a luz.
Si lo pensamos bien, a fin de cuentas, la interrupción de tareas es salud y recreación.