Con un estilo de pensamiento que yo llamaría «razonamiento humorístico», les propongo pensar lo siguiente:
Existe una ley económica según la cual «los precios tienen rigidez a la baja». Esto, traducido a lenguaje vulgar, también podría expresarse diciendo que «cuando un precio sube, es difícil que después baje».
Mi «razonamiento humorístico» para aportar una explicación más a este fenómeno (que en sí parece injusto, porque debería existir una similar elasticidad tanto al alza como a la baja de los precios), les comento:
Toda compra es en sí un trueque donde uno de los bienes a intercambiar es siempre dinero. El dinero es un bien que se puede permutar por casi cualquier otro bien o servicio ofrecidos en un mercado.
El precio de un bien surge de la valoración que se haga de ese bien y del dinero. Si el dinero se deprecia por alguna razón, el precio del bien sube.
Por ejemplo, las cosas novedosas que se ponen de moda, siempre tienen un precio alto. En general opinamos que esto sucede así porque la novedad hay que pagarla y el hecho de que esté a la moda también hay que pagarlo, pero les agrego otro motivo menos divulgado.
El dinero es como nuestro cónyuge. A medida que pasa el tiempo nos acostumbramos a él (o a ella) y quedamos más predispuestos a valorar otras personas, percibiéndolas como más seductoras, más interesantes, excitantes, estimulantes.
Cuando volvemos a considerar el fenómeno del trueque, resulta que estamos canjeando a nuestro «cónyuge» de toda la vida (el dinero) por este bien nuevo, que sólo por este motivo nos resulta más valioso.
En suma: El dinero, al igual que nuestro cónyuge cuenta con la condición desventajosa de que siempre es más antiguo que cualquier otra cosa nueva y esto es difícil que se revierta porque nuestro cónyuge cada vez se nos desvaloriza más por razones de edad, de antigüedad, de acostumbramiento. Así como es poco probable que a nuestro cónyuge lo amemos cada vez más, el dinero también se nos desvaloriza cada vez más y por eso es que los precios difícilmente bajen porque esto equivaldría a que el dinero (nuestro cónyuge) nos resultara cada vez más atractivo.
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17 comentarios:
Me cuidaré de que este artículo no lo lea mi esposo.
Hay un chiste. Ella le recrimina a él comparándolo con la actividad sexual de un toro y él le responde alegando que ese toro siempre copula con vacas diferentes.
Estoy divorciada hace años y espero que nunca más caiga en esa estupidez, por tanto, siempre prefiero más al dinero que me parece renovado día a día.
Leo y releo sus blogs y me sigo preguntando filosóficamente: ¿Qué es el dinero? ¿Lo sabremos algún día? ¿Cuánto falta para terminar esta larga historia?
Excelente la comparación. La vivo en carne propia, pero qué cruel que parece!!
La historia en común valoriza la amistad, los vínculos entre hermanos, con los compañeros de trabajo, con los vecinos...pero al parecer, según el licenciado, hay una excepción que rompe la regla: el cónyuge.
Pena que la ley económica que ud. menciona no sea aplicable también al pene, qué pena!
Si el dinero se deprecia el precio sube y si el dinero se desprecia la ganancia baja.
Me estoy dedicando a la neo-alquimia: transformo el dinero en amor.
A mi la moda me incomoda, no porque lo que está a la moda salga más caro, sino porque en general no me va bien.
Dejando a un lado el tema del dinero, aparece por ahí otro tema que destaco: una excelente definición de lo que es la inmadurez afectiva.
Explicar la desvalorización del dinero mediante ese paralelismo con la situación afectiva de pérdida progresiva de amor hacia el cónyuge, hay que reconocer que es muy creativo y original.
Es cierto, a muchas personas les resulta inaceptable tener que ocuparse de sus padres cuando se vuelven antiguos. ¿Qué loco no?
Me recriminan que cambio de mujer como de camisa pero eso no es cierto, desde los 17 tengo una camisa que la cuido con el alma y la llevo a la clínica (de las camisas por supuesto) cada vez que se me rompe.
Mi marido me dejó pero todavía no sé quién me toca en el trueque.
Licenciado, esta vez ha mezclado dos temas que ... podrían mezclarse, sí, pero habría que elegir un poco más los argumentos. El problema está también en que lo que utiliza como ejemplo (humorístico) se mezcla luego como argumento y al final uno no sabe si está leyendo un chiste malo o asistiendo a un interminable delirio.
Yo compro cosas a la moda en el once y ahorro un montón.
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