sábado, 13 de septiembre de 2008

¡Indíqueme como debo vivir!

El conocido refrán «Dime con quién andas y te diré quién eres» también puede ser usado para determinar la situación económica que tenemos cada uno de nosotros.

En general para saber cómo estamos, recurrimos a comparaciones. Somos de estatura normal si medimos lo que mide la mayoría; estamos en el peso normal si pesamos lo que pesa la mayoría, etc.

Para saber si estamos económicamente bien o no, tenemos por lo menos dos referencias.

1) Nos alcanza para conseguir todo lo necesario para vivir como hemos decidido vivir (en alimento, habitación, vestimenta, educación, salud, diversión, etc.); o

2) Tenemos más o menos lo que tienen aquellos que tomamos como punto de referencia.

El refrán puede determinar nuestra situación económica si nuestra evaluación responde al segundo criterio: compararnos con otros.

Cuando usamos este criterio de evaluación, podemos buscar compararnos con aquellos que mejor nos sirvan para obtener el resultado que buscamos. Por ejemplo, si no quiero sentirme mal por mis carencias, tomo como referencia a gente que esté por debajo de la línea de pobreza. Por el contrario, si tengo desarrollado el afán de logro, el deseo de progreso, si me autorizo a tener ambiciones, quizá me compare con personas que están mejor que yo.

Según he podido apreciar, una mayoría de personas prefiere evaluar su situación comparándose con otras personas y no determinando por sí solas qué estándar de vida aceptarán como mínimo razonable.

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15 comentarios:

Anónimo dijo...

Me siento señalada con su dedo lic.: Yo busco gente mediocre para no sentir envidia. Me lo dijo hace un mes la terapeuta y no creo que pueda cambiarlo.

Anónimo dijo...

Tener hermanos inteligentes es lo peor que me pudo pasar. Soy el último orejón del tarro y tengo deseos homicidas muchos días por semana.

Anónimo dijo...

Creo que la mediocridad siempre está asociada a la necesidad de aprobación social. La persona que no puede respetar su propia opinión, termina no siendo respetada por ninguno de los que ella toma como referencia.

Anónimo dijo...

Todos somos hijos del rigor. Se nota por las miles de leyes y amenazas legales que nos rodean como un enorme vallado de alambre de púas. Por eso, las personas que desprecian agresivamente a los semejantes, primero generan indiferencia pero después generan admiración y finalmente amor y hasta envidia.

Anónimo dijo...

La gente que se parece vive en agrupaciones homogéneas. Los barrios, los edificios, los complejos habitacionales son bastante parejos y me parece que es por lo que usted dice, que buscamos el "dime con quien andas..." para sentirnos bien con nuestra estrategia de vida: Envidiar o ser autónomos.

Anónimo dijo...

Creo que todos nos comparamos con otros para evaluar nuestro estándar de vida. Entonces a veces andamos bajoneados y se lo atribuímos al cansancio, stress, problemas en el trabajo o lo que sea. No nos damos cuenta que lo que nos viene tirando abajo es esa y otras comparaciones que hacemos inconcientemente. Desde el discurso muchos decimos "no me puedo quejar, al lado de como están otros" o la famosa frase "no tengo todo lo que amo pero amo todo lo que tengo" y cosas así. Por lo general nos cuesta admitir las verdades dolorosas.

Anónimo dijo...

El tema está, como dice el Licenciado, en conocerse a uno mismo y saber qué es lo que se quiere, hasta dónde se desea llegar.
Veo que hay gente que lo tiene claro desde la infancia y otros que nunca llegan a tenerlo claro. También pasa que a lo largo de la vida cambian nuestras necesidades, deseos y aspiraciones. Por eso es difícil saber qué es lo que realmente uno quiere.

Anónimo dijo...

La gente que me agrada, tiene un estándar de vida más bajo del que a mí me gustaría tener. El problema es que esa es la gente que me agrada. Acabo de darme cuenta leyendo este artículo. ¿Por qué digo que es un problema? Todavía no lo tengo claro, pero me parece que el problema está en que íntimamente y sin saberlo yo misma, juzgo a las personas -¡de clase media!- como si tuvieran culpa de algo. Es como si yo pensara: cada peso que te sobra después de cubrir lo mínimo imprescindible, no debe estar en tus manos porque hay gente que tiene muchas carencias. Pero claro, al mismo tiempo sé con certeza que cada peso que me sobre a mí, lo voy a gastar en mí o en mi círculo de afectos. Por lo tanto: si lograse obtener el dinero que realmente necesito, me sentiría muy mal porque sería incapaz de hacer lo que me marca mi conciencia moral.

Anónimo dijo...

Te entiendo Elena, yo para ser feliz tendría que ir a trabajar junto al Padre Mateo, pero ganar un sueldo que me permitiera observar el mar desde la ventana de mi dormitorio.

Anónimo dijo...

¡Qué bueno el dibujo que eligió para el texto! El conflicto del tipo que lleva en su alma la vocación del artista y del ingeniero y trata de satifacerse, satisfaciéndolas a las dos.

Anónimo dijo...

El refrán de "dime con quién andas..." es el que usa la gente de Jorge Rial para trabajar y dar trabajo a los artistas de mi país.

Anónimo dijo...

Para saber cómo estoy me guío por las miradas masculinas. Odio reconocerlo. Estoy en bancarrota.

Anónimo dijo...

Usted menciona 6 items para evaluar la situación económica de c/u. En todos estoy por debajo y no quiero cambiar las cosas ¿qué me pasa?

Anónimo dijo...

Soy una jodida incoherente. Si vivo en la periferia miro a mis vecinos con una mezcla de simpatía, asco y sentimiento de superioridad (bien ambivalente). Cuando he vivido en los barrios mejor cotizados, miro a mis vecinos con desprecio, asco, sentimiento de superioridad...pero cambia una cosa: no siento simpatía.
He llegado a la conclusión de que soy mala gente. Y no sólo eso. Soy como la parda Flora: "que cuando se la ponen grita y cuando se la sacan llora"

Anónimo dijo...

Desearía vivir muy confortablemente, siempre y cuando no existiera otra forma de vivir en este mundo.