viernes, 29 de enero de 2010

La omnipotencia de quien inspira lástima

Cuando los hijos comienzan a salir solos de sus hogares para ir a estudiar, trabajar o divertirse, la mamá suele hacerles recomendaciones de último momento: «Abrígate que hace frío»; «No hables con desconocidos»; «Aléjate de las reyertas».

Los consejos maternales quizá no sean tan acertados en lo que refiere a la violencia del sistema capitalista, a que no somos todos iguales ante la ley o que el estado no puede ponernos un policía al lado de cada uno.

La agresividad sorpresiva de la que podemos ser objeto y de la que no fuimos suficientemente advertidos, da lugar a que cuando somos víctimas de algún abuso, abandono, desprotección o violencia, sólo atinamos a quejarnos, llorar, despotricar.

Creo que por algún motivo, contamos con que nos pondremos a llorar y a pedir que nos tengan lástima, para no reconocer que los ataques a la propiedad privada, la “injusticia de la justicia” o la escasa eficacia de la policía, son parte inevitable de la realidad que nos toca vivir.

Dicho de otro modo: Suponemos que llorar, quejarnos e inspirar lástima son antídotos eficaces contra cualquier infortunio que podamos padecer.

Quizá el niño se atreva a realizar juegos más riesgosos cuando tiene cerca a personas que sabrán consolarlo, calmarlo, mimarlo, curarlo y tomará más precauciones cuando esas personas están lejos.

De modo similar, un adulto ingenuo puede pensar que está protegido si cuenta con que alguien le tendrá lástima, lo consolará o escuchará sus quejas.

Conclusión: Inspirar lástima, protestar o llorar no neutralizan ningún infortunio. Sin embargo es posible conservar nuestra calidad de vida si aceptamos sinceramente la realidad tal cual es y nos preparamos para vivir en ella sin apelar a ilusiones o autoengaños.

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14 comentarios:

Marta dijo...

Es claro que ponerse en el lugar de víctima no le sirve a nadie y aleja a las personas que nos podrían ayudar.
Algo diferente es buscar consuelo en un amigo y encontrar sólo lógica o frialdad.

Evaristo dijo...

Ud propone acepatar los aspectos negativos de nuestra sociedad. Ahogar cualquier rebeldía, acostumbrarse a lo que sea, adaptarse sin ninguna actitud crítica.

Ramiro dijo...

Es importante ser conscientes de el mundo al cual nos enfrentamos.
A los niños no se los ayuda presentándoles una realidad tan edulcorada.

Rocío dijo...

Si me roban nunca iría a desahogarme con ud.

Reyna dijo...

Le aseguro que estoy advertida de las agresiones que puedo sufrir cuando salgo a trabajar. Ya las he sufrido. En lugar de aceptarlas como algo inevitable, me gana el miedo y cada vez me voy limitando más en mi vida social. Voy de casa al trabajo y mi deseo es teletrabajar.

Anónimo dijo...

Para mí lo más agresivo de la sociedad está dentro de mi hogar.

Elbio dijo...

Cuando me raspaba las rodillas, era realmente un consuelo recibir las caricias de mamá.

Paty dijo...

Uso gas pimienta y sigo adelante con todas mis actividades.

Anónimo dijo...

Voy a sacar permiso para portar armas.

Orozco dijo...

Las reyertas atraen tanto a niños como adultos. Y si es posible verlas por la TV, nos deleitan!

Dalmiro dijo...

Los gobiernos tratan de no publicar los peligros que ellos no pueden evitar y los medios de prensa exageran los peligros que hay por todos lados porque así aumentan el tiraje.

Miguel Cedrés dijo...

Si yo fuera capaz de saber cuándo me estoy ilusionando o autoengañando...

Isolina dijo...

Hay una inercia mayúscula de las costumbres infantiles. A veces no se van jamás.

Ricky dijo...

El prepago de los paramédicos suele exponer a conductas descuidadas.