jueves, 16 de diciembre de 2010

La convivencia boxística

Tenemos dos opciones:

1) Guiarnos por lo que parece ser la realidad objetiva; o
2) Guiarnos por nuestras intuiciones confiando en que «Dios proveerá».

Como no creo en el libre albedrío, supongo que cada uno actúa inevitablemente por el criterio que se le impone (dotación genética, contexto cultural, características del inconsciente).

Es seguro que a mí me tocó actuar según la realidad objetiva y no tengo otra alternativa que hablar de lo que aparentemente sé: lo objetivo, la racionalidad, el ateísmo, etc.

Les decía hace poco que el estilo de vida capitalista es bastante salvaje (1). Me baso para afirmarlo en que disimuladamente están permitidos algunos homicidios de personas jurídicas (empresas) que están integradas por personas físicas (gente).

Según mi perfil de persona racional, objetiva y atea, considero inevitable reconocer las cosas como son, para que mi desempeño no esté perjudicialmente desalineado con el contexto en el que actúo.

En otras palabras, si vivimos en un régimen socio-económico en el que competimos con tanta rudeza que podemos llegar a causarnos daños muy penosos (y hasta irreversibles), no podemos andar por la vida como ángeles, cantándole al amor y pensando que habitamos un jardín.

La convivencia boxística implica estar dispuestos a causar el mayor daño posible y evitar padecer el mayor daño posible, cumpliendo con todas las reglas de juego.

En este estado de cosas, evitamos el mayor daño posible reconociendo que nuestros discretos, disimulados aunque inteligentes y astutos competidores, tratarán de desanimarnos, exagerarán cuán difícil es todo, retacearán todo tipo de ayuda que pueda fortalecernos en perjuicio de sus propios intereses.

Existe una consigna capitalista, usada indistintamente por todas las ideologías, que reza: «No conviene avivar tontos, porque después se volverán contra tí».

En suma: la convivencia boxística nos exige saber y aceptar que participamos en una lucha civilizada.

(1) El capitalismo sin bañarse y con perfume

Nota: la imagen muestra el momento de la pelea (1997) en la que Mike Tyson muerde una oreja a Evander Holyfield. Este fue uno de los tantos desaciertos que condujeron a la ruina al superdotado deportista.

●●●

11 comentarios:

Yessi dijo...

Soy una persona que gusta de avivar tontos,aconciencia. No busco competir en lo más mínimo. Me cuesta asumir la realidad de que vivo en un sistema económico que va en contra de mi naturaleza, tendiente a evitar conflictos. Incluso creo que podría apoyar la toma del poder por las armas, pero a fuerza de un gran conflicto moral.

Alicia dijo...

Mi lucha es menos civilizada cuando no hay intereses económicos de por medio. Totalemente al cuete.

Raúl dijo...

Los tontos avivados son más peligrosos que los vivos, porque igual siguen haciendo estupideces.

Andrea dijo...

Puedo jactarme de tener bastante desarrollados ambos hemisferios cerebrales.

Fabián dijo...

Unirse a los que buscan un cambio, no está dentro de sus alternativas?

Aldo dijo...

Yo vivo el día a día. No planifico mi vejez, ni sé cómo pagaré mis cuentas hasta que tengo el dinero. A mí me funciona.

Verónica dijo...

Si viviera como Aldo me muero de angustia.

Orosmán dijo...

Conocí una piba divina que hacía malabares para vivir. Había salido de Maldonado y se estaba quedando por Camboriú. Cómo había logrado pasar sin papeles, no sé. Quisiera saber qué es de ella ahora, pasaron algunos años. Era una gurisa alegre que vivía al día. Ojalá que ande bien.

Tania dijo...

Si a ud le toco actuar de manera racional, podemos decir que eso está determinado por su dotación genética, y su historia personal (más las imposiciones del inconsciente, por supuesto).
Mi historia personal y supuestamente mi inconsciente también, me han llevado a actuar de acuerdo a impulsos irrefrenables. A veces me va bien, a veces no. Lo mismo le debe de pasar a los racionales, pero no sé, porque toda la gente con la que me junto es mas o menos como yo.

Evangelina dijo...

Creo que mi interpretación de la frase "Dios proveerá", difiere de la suya. Desde mi punto de vista, esto significa que Dios nos provee de una escala de valores que nos orienta en la vida (Dios a través de su hijo Jesucristo). Considero muy valiosa esta orientación espiritual, ya que proporciona paz, y también el éxito material, en la medida que uno se siente en armonía y capaz de enfrentar el mundo que le ha tocado vivir.

Anónimo dijo...

Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.

- Daniel