domingo, 12 de diciembre de 2010

Su majestad, el niño ... de cualquier edad

Si establecemos un ranking, todos estaremos de acuerdo en que es más fácil suponer que las causas de nuestras dificultades son ajenas y no propias.

Por ejemplo, una persona adulta puede decir:

— Nunca estoy conforme con nada porque mi madre era una mujer amargada;

— Mi pobreza económica se justifica porque en este país hay muchos privilegiados;

— No puedo comer lo que me gusta porque el médico me lo prohíbe.

Quien así habla, tiene dificultades para reconocer que es dueño de su vida, que se hace cargo de su propio destino, que la cuota de buena suerte no depende de nadie.

Podría generalizar y decir que esta persona no acepta la cuota de soledad que tenemos asignada.

Es cierto que podemos asociarnos, porque entre varios la productividad suele ser mayor a la suma de las productividades individuales, pero este razonamiento administrativo no nos autoriza a descansarnos en la hipótesis de que los problemas personales están causados por los demás.

A mediano y largo plazo, hay una correspondencia entre el esfuerzo que hacemos, las responsabilidades que asumimos y los resultados que obtenemos.

En otras palabras, a mediano (y largo) plazo, quienes se comportan como amos, obtienen mejores resultados que aquellos otros que se comportan como esclavos (1).

Estas dos categorías se vinculan con ciertas características personales que puedo explicarlas de la siguiente manera:

1) Todos deseamos tener poder porque nos permite imaginar que con él podríamos modificar el entorno a nuestro antojo, para que él se adecue a nosotros;

2) Todos padecemos la inercia de aquella condición infantil por la que éramos tan vulnerables que los demás estaban a nuestro servicio desinteresadamente;

3) Ambas condiciones anteriores, nos vuelven muy narcisistas, es decir, convencidos de que somos perfectos e infalibles;

4) Estas características nos mantienen esclavos de nuestro narcisismo y de los demás.

(1) El amo y el esclavo, viven diferente

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10 comentarios:

Lautaro dijo...

Cuando a las dificultades propias les sumás un contexto impropio, estás en el horno.

Inti dijo...

A Soledad sólo la veo de a cuotas; cuando su marido va a los congresos.

Franco dijo...

Estudiar en grupo aumenta mi productividad individual porque la nota es colectiva.

Amanda dijo...

Le dije a Narciso que era su esclava, pero ni se inmutó.

Anónimo dijo...

Me resulta insoportable pagarle a mis empleados.

Caparroja dijo...

Podemos caer en el error de que tenemos poder y sabiduría, como para salir a hacer justicia por mano propia.

Daniela dijo...

Mi ansiedad no me permite pensar en el mediano plazo.

Carmen dijo...

Las madres no están al servicio de sus hijos pequeños desinteresadamente. Se interesan en su felicidad (sentirse realizadas como madres) y en la aprobación social que les brinda cumplir adecuadamente con un rol tan importante. Esos intereses nos favorecen a todos.

Emiliano dijo...

Tengo que convencerme de que es imposible que los demás me vean como yo quiero.

Hugo dijo...

La cuota de soledad se infla con la tasa que le van agregando los años.