lunes, 20 de junio de 2011

La guerra interminable

La pobreza se parece a una guerra interminable y de baja intensidad, sin beneficios secundarios.

Bajo amenaza de muerte y sufrimiento los humanos somos altamente creativos.

Ya existe una frase muy conocida: «Somos hijos del rigor».

Si estas aseveraciones fueran correctas, entonces tenemos que deducir que cuando estamos bien, cómodos, sin amenazas de muerte o sufrimiento, si nada ni nadie nos apremia, los humanos somos indolentes, tontos, improductivos.

Son pésimas noticias, especialmente porque algunos hechos las ratifican de forma terminante.

Durante las guerras, las epidemias y las crisis, la creatividad trepa con una rapidez proporcional a la gravedad de las circunstancias.

Las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945) le exigieron a la humanidad la realización de grandes descubrimientos e inventos.

Antibióticos; pesticidas; vehículos; optimización de recursos (técnicas para economizar energía); dispositivos, herramientas y pequeños artefactos livianos, baratos, de larga duración; técnicas de distribución y suministro (logística); materiales artificiales (plásticos), de bajo costo y para múltiples aplicaciones; nuevas técnicas de construcción de viviendas, caminos, aeropuertos.

En la lista de descubrimientos e inventos no puedo dejar de mencionar la bomba atómica cuyo uso es capaz de terminar con las guerras por su poder destructivo y principalmente disuasivo.

Esta arma tan destructiva fue creada por científicos militaristas utilizando las teorías de Albert Einstein sobre la transformación de materia en energía.

La historia se parece al uso bélico del que fue objeto la dinamita, inventada por Alfred Nobel quien quiso evitar la peligrosidad de otro explosivo llamado nitroglicerina.

En suma: es posible pensar que los humanos avanzamos en nuestra calidad de vida haciendo enormes y crueles inversiones en vidas humanas y estimulados por el miedo.

Conclusión: Considerando esta crueldad y muertes, es posible pensar que la pobreza es como una guerra aunque por su baja intensidad, ni estimula la creatividad ni logra la paz.

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8 comentarios:

Mariana dijo...

Excelente! Estoy de acuerdo; la pobreza no nos conmueve como las guerras pero es infinitamente más destructiva y como ud. dice, sin beneficios secundarios.

Filisbino dijo...

Quizás las personas más creativas sean las más conflictuadas.

Alicia dijo...

Según apreciaciones del Ministerio de Desarrollo Social (Uruguay), el 80% de las personas en situación de calle que se niegan a dormir en refugios durante el invierno, son enfermos mentales.
Desde mi punto de vista, una prueba más de que la pobreza se soluciona a través de la salud. (Sin descartar, por supuesto, otros encares complementarios).

Luis dijo...

De acuerdo, pero no olvidemos que la amenaza de muerte nos puede llevar a la muerte, y que el sufrimiento nos puede llevar a la locura.

Carlos dijo...

Si mi madre no me hubiera tenido bajo amenaza, nunca habría terminado el secundario.

Eduardo dijo...

No vamos al dentista hasta que nos duele la muela.

Héctor dijo...

Después de la bomba atómica no hubo más guerras mundiales.

Verónica dijo...

Los grandes imperios se levantaron sobre los hombros de los esclavos.
Aunque la esclavitud ha disminuído en el mundo, aún continúa activa y extendida, de manera agazapada.