lunes, 27 de junio de 2011

La vergüenza de tener sentimientos

Para ganarnos la vida primero tenemos que saber quién somos … y no es fácil.

Estamos convencidos de que para poder ganar dinero es necesario tener alguna profesión (abogado, ingeniero, odontólogo) u oficio (carpintero, pintor, mecánico).

Para acceder a esas titulaciones existen empresas, instituciones, academias que, sometidas a ciertos controles estatales, están autorizadas a enseñar, evaluar y extender certificaciones que luego son admitidas por el mercado laboral como prueba de que el candidato posee las competencias propias de la profesión u oficio que dice poseer.

Desde mi punto de vista tenemos una noción incompleta de qué características debe tener alguien que aspire a cumplir una tarea merecedora del salario.

Veamos algunos detalles:

— Es necesaria la capacidad de comunicarse para entender lo que se le pide al trabajador y para hacer que el empleador comprenda qué tiene que proveerle además de salario: materiales, instrumentos, espacio, asistentes, etc.;

— Es necesaria la capacidad de llevarse bien con quienes sea preciso interactuar. Además de saber de comunicación son precisas actitudes personales que permitan sobrellevar la convivencia de forma agradable, sin frecuentes cambios emocionales, con sinceridad, simpatía, sentido del humor, paciencia, tolerancia;

— Es necesario estar convencidos de que la participación en un grupo de trabajo (en la empresa propia o ajena) no convierte a ninguna persona ni en máquina ni en engranaje de una máquina. Si bien suele usarse esta metáfora, nadie es una máquina ni una parte de ella. Por tanto es necesario saber cómo somos y como son los demás en tanto pertenecientes a la especie «ser humano»;

— Repito lo más importante: a todos nos cuesta aceptar los verdaderos sentimientos, deseos, intenciones propios y ajenos. Somos casi espontáneos en vínculos de altísima intimidad pero solemos ser víctimas de una creencia nefasta: la sinceridad afectiva nos conduce inevitablemente al desastre económico y personal.

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13 comentarios:

Carolina dijo...

Esta vez me cuesta entender su planteo, doc.

Pablo dijo...

A mí me queda muy claro que para mantener un trabajo, hay que tener como ud dice, habilidad para comunicarse, simpatía, paciencia, tolerancia, empatía, sinceridad, estabilidad, sentido del humor, y sentirse persona, trabajando con personas. Lo más común es que cuando fallan estos aspectos, le echemos la culpa a otros factores externos a nosotros mismos.

Ma. Eugenia dijo...

Ud afirma que en el ámbito laboral no somos sinceros por temor a que esta sinceridad nos perjudique?

Lucas dijo...

En el laburo muchos ocultan información porque eso les sirve -supuestamente- como elemento de poder.

Selva dijo...

Tengo una conocida que trabaja en una planta elaboradora de pescado. La velocidad y concentración que le exige la tarea, no le permite intercambiar prácticamente nada con sus compañeros. En esas condiciones, haciendo un trabajo tan repetitivo y de tan poca interacción humana, es difícil no sentirse un engranaje.

Gabriela dijo...

Creo que estamos viviendo una etapa en la que los sentimientos tienden a salirse de la esfera privada y se extienden a la esfera pública.

Alejandro dijo...

Creo que los test psico-laborales son más confiables para la selección de personal, que los concursos de oposición y méritos.

Elbio dijo...

Nuestras intenciones son menos evoluionadas que nuestras ideas.

Olegario dijo...

Hay personas con las que nadie se puede llevar bien. De ellas es necesario tomar prudente distancia.

Daniela dijo...

Pretender conocer las verdaderas intenciones ajenas es poco recomendable. Creo que nos equivocamos con demasiada frecuencia.

la gordis dijo...

Algunos trabajos te convierten. Por ej, trabajar en panaderías, heladerías, restaurantes, rotiserías, fábricas de pastas y afines, te convierte en bola.

López dijo...

Cuando el empleador "no comprende" qué debe proveerle al trabajador, el trabajador "deja de entender" lo que le pide el empleador.

Jorge dijo...

Será tacaño Manolo, que no quiere poner una piscina techada para los empleados, ahí nomás, atrás del boliche.