El «pan debajo del brazo» que traen los niños es el aprendizaje de una escala de valores definitivamente realista.
Alguna vez habrás oído decir que «los hijos vienen con un pan debajo del brazo».
Esta expresión quiere decir que el aumento en los gastos familiares inherentes a la incorporación de un nuevo integrante se solventa porque el propio niño genera condiciones que lo vuelven autosustentable.
Quienes prefieren remarcar la condición espiritual del ser humano, de la planificación familiar y de la vida misma, suelen interpretar lo del «pan debajo del brazo» en un sentido más místico, pensando que Dios se encargará de poner el dinero que falte con tal de que los futuros padres no se sientan cohibidos por las dificultades económicas que se les avecinan cuando la mujer, angustiada ante la conmovedora noticia, piensa: «¡Otra vez embarazada! ¡Cómo vamos a hacer!», y para comunicárselo al futuro padre tiene que elaborar estrategias y cuidados que eviten asustarlo, amargarlo o quizás enojarlo.
La filosofía espiritualista no acompasa los tiempos.
Lo del «pan debajo del brazo» fue un estímulo elemental, básico, simple, para personas escasamente formadas e informadas, a quienes había que alentarlas de alguna manera para que se reprodujeran y asumieran la sobrecarga de trabajo que generan los niños después de que nacen.
El estímulo a la reproducción tenía un objetivo que muchos rechazarían si fuera cierto que los gobernantes querían más jóvenes para mandarlos a la guerra en beneficio de ambiciones de poder demenciales.
Sin embargo, existe un «pan debajo del brazo» que sí podemos reconocer como existente.
Los jóvenes que no tienen jerarquizada su escala de valores porque poseen un conocimiento excesivamente teórico de lo que es vivir, cuando conciben un niño se enteran que nada es más importante que la conservación propia y de la especie. (1)
(1) Blog dedicado a la conservación de la especie: La única misión
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12 comentarios:
La harina de ese pan es una familia unida y una red social que oficie de sostén.
Estoy de acuerdo con Fernando; el instinto de conservación es el más fuerte entre todos los instintos.
Cuando las situaciones son desesperantes, siempre aparece alguien queriendo bajar la pelota al piso, tomar distancia, ser razonable... en fin, eso es porque una vez que estamos en el baile, no queda otra que bailar.
¿Y si el futuro que quiere Dios para ese niño es el de angelito del Cielo?
Ciertamente, el mejor legado de los padres es una escala de valores realista.
Los valores no son realistas por si mismos. Realistas deben ser las personas que los encarnen. Realistas y con capacidad crítica.
Quizás en el mundo que vivimos la solidaridad no sea un valor realista, pero si quienes tratan de vivirlo son personas realistas, generarán acciones positivas para la especie, sin perjudicarse a ellas mismas.
Para que el ser humano mire más allá de lo inmediato, tiene que estar resuelto el día a día, eso es evidente. O sea que traer un niño al mundo, para que sobreviva, equivale a generar un peligro. No sabemos de antemano que cosas llegará a hacer para sobrevivir.
Los niños tienen que aprender desde el principio, como son las cosas. Si lo aprenden tarde, tienden a creer que los años, la vida, qué se yo... creen que es el tiempo el que los ha vuelto amargados.
No siempre ser idealista te hace infeliz.
Si las cosas son complicadas, ya dios se encargará de ponerlas más difíciles.
Puede que tener un hijo no alcance para hacerte madurar. (no digo a usted, Doc, hablo en general)
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