Algunos trabajadores tienen la fantasía de que pueden
desempeñarse como si poseyeran los rasgos positivos de las computadoras.
No podemos perder de vista que las
computadoras funcionan como una inteligencia artificial porque fueron copiadas
de la inteligencia natural (la de nuestro cerebro).
Aunque aún no fue consagrada como una nueva «entidad nosográfica», es decir,
aunque aún no ha sido considerada como una enfermedad clínicamente reconocida,
muchas personas tratan de imitar el funcionamiento de las computadoras llevados
por la fantasía de que podrán acceder al prestigio y protagonismo que están
teniendo estos electrodomésticos.
Se los reconoce porque intentan:
— ser rápidos, seguros, infalibles, culpando
al otro (¿al usuario?) de sus propias equivocaciones;
— apagando las reacciones emocionales porque,
efectivamente, son impropias de las máquinas;
— disimulando o negando la fatiga, aunque
tengan que compensarse con la ingesta de estimulantes;
— ignorando los días de descanso, puesto que
las computadoras trabajan de lunes a domingos de 0:00 a 24:00 horas.
Estos hombres-(o mujeres)-máquinas, son
absolutamente sumisos con quienes saben de computación más que ellos y suelen
ser despóticos con los que sienten dudas, desconocen la jerga profesional y
hasta «temen cometer
algún error catastrófico».
La sumisión
perruna hacia los informáticos expertos es simétrica (se parece, tiene similar
intensidad) al despotismo que aplican sobre los usuarios comunes.
Dicho de
otro modo, la humildad (en el primer caso) puede parecerse a masoquismo y la
soberbia puede parecerse a sadismo.
Los
trabajadores que tienen estas características, suelen tener una alta
productividad si poseen los conocimientos suficientes en la tarea que
desempeñan. Retomando la comparación que ellos prefieren, «son buenos si poseen
el software suficiente».
Sin embargo
y por lo ya comentado, estas personas-máquinas no contribuyen muy eficazmente a
la productividad del grupo que integran, como tampoco lo beneficia cualquier
integrante con excesiva soberbia y algunos rasgos de sadismo.
(Este es el
Artículo Nº 1.529)
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12 comentarios:
Por suerte esa fantasía computaduresca no la tengo, pero igual me esfuerzo, por una cuestión de amor propio.
Ah!!! la cantidad de veces que he sido soberbia y sádica. Lástima que me di cuenta mucho después.
De verdad las posturas sádicas, las masoquistas y las sobervias, no ayudan a la producción grupal. La obstaculizan, así como también obstaculizan el crecimiento de quien las padece (me refiero al que las tiene, no sólo al que es víctima de ellas)
Las personas que tienen una memoria fotográfica tal, que pueden darle una mirada a una hoja de la guía telefónica y luego recitarla completa, dicen sufrir la cualidad que poseen. Del mismo modo, quienes olvidan, también padecen.
Y creo que las computadoras cada vez van a tener más rasgos positivos!!
Estoy harta de las personas que ponen la culpa siempre afuera. Todo está mal, nada les sirve y el hecho es que con esa actitud, todo sigue igual.
Es más fácil descubrir la sobervia que la humildad. La enorme mayoría de las personas (pienso yo, obviamente), son excesivamente humildes. Son tantas que pasan desapersibidas. Y no es falsa humildad, sino que no creen en si mismas.
Yo necesito un día de descanso a la semana.
Tenemos la creencia de que saber nos libra de cometer errores.
La humildad temerosa, tampoco ayuda a la productividad del grupo porque quienes se creen menos, se guardan de hacer aportes que podrían ser valiosos.
¿Cuál sería la humildad temerosa?
La humildad que es sobervia disfrazada, Mª Eugenia.
Son aquellas personas que pasan desapercibidas y la juegan de espectadores, porque no soportarían equivocarse y que alguien les hiciera ver que son imperfectos.
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