jueves, 24 de mayo de 2012

El Viernes negro y el impulso maternal



Son las mujeres las que desean copular con un determinado hombre para satisfacer la necesidad (el impulso hormonal) de ser madres.

Los pobladores de Estados Unidos, religiosos y no religiosos, se reúnen el cuarto jueves de noviembre para comer algo y simplemente agradecer (a Dios o a la Suerte), lo que cada uno considere que es digno de agradecimiento.

Al día siguiente ocurre, (se produce, acontece), el «viernes negro». En realidad esta jornada de descuentos en los grandes comercios empieza en la noche del mismo día de Acción de Gracia.

Millones de personas hacen largas filas esperando que esos comercios abran sus puertas para ganar cifras tan elevadas que conviertan los números rojos (pérdidas) de sus contabilidades, en números negros (ganancias). Este sería el motivo de la denominación «viernes negro».

Además de los atractivos descuentos en los precios, debe tenerse en cuenta que ese pueblo acostumbra hacer muchos y costosos regalos el día de Navidad (25 de diciembre).

Esas largas filas, mujeres incluidas, que hacen los apasionados compradores esperando durante horas, ocurren a cielo abierto, con temperaturas bastante bajas.

Ahora cambio radicalmente de tema para ingresar en algo mucho más importante que esta extraña costumbre (sacrificarse para comprar regalos).

Es la mujer la que siente el deseo de procrear (1), mientras que los varones solo sentimos deseos de tener sexo con cualquiera de ellas que nos acepte, tolere, autorice.

No deja de ser una «extraña costumbre» que nuestras mujeres tengan que disimular su necesidad y hacer rodeos para alcanzar lo que finalmente logran: ser fecundadas por un determinado hombre.

Sin esta «extraña costumbre», (galanterías, cortejo y asedio masculinos), las mujeres harían lo que hacen un «viernes negro»: directamente invitarían a tener sexo al hombre preferido aunque tuvieran que esperarlo durante horas a la intemperie, soportando las inclemencias del clima.


(Este es el Artículo Nº 1.564)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Una loca madrugada de invierno, me paré frente a la casa de un hombre. Lo esperé a ver si se asomaba por la ventana o si salía. Estuve largas horas esperando, hasta que comenzó a clarear.
Yo sabía que ese hombre no estaba en su casa. No podía asomarse por la ventana. Yo creía que él podía hacerlo.
Pensé que podía llamarlo con el pensamiento. Si deseaba intensamente que él apareciera, quizás aparecería. El hombre no apareció. Entonces comencé a caminar sin rumbo. Cuando estaba por llegar al shopping un muchacho comenzó a seguirme. Orinó en una columna y continúo siguiéndome. Me alcanzó y se puso a hablar. No recuerdo lo que me dijo. Terminamos en un hotel y tuvimos sexo.

Leticia dijo...

Así que es el impulso maternal el que nos lleva a copular con un hombre! Creí que era el deseo sexual... bueno, al fin y al cabo, una cosa lleva a la otra.

Elbio dijo...

El deseo sexual está al servicio de la conservación de la especie, por eso es deseo maternal.

Alba dijo...

Agradecemos con regalos (ofrendas), todo lo bueno que tenemos. Si no fuéramos agradecidos quizás perderíamos esas cosas buena que tanto valoramos.

Mª Eugenia dijo...

¿Compramos menos en invierno? Acá por el sur, se hacen descuentos en una cadena de supermercados cuando empieza el frío. ¿Será porque quedamos con menos poder de compra cuando tenemos que gastar en más en energía?

Luis dijo...

Puede ser Mª Eugenia. Lo que planteás es lógico; además esas ofertas que tú mencionas se hacen antes de que hayamos cobrado el aguinaldo. Pero buscando una explicación más psicoanalítica (por decir de alguna forma), podríamos pensar que el frío nos lleva instintivamente a buscar calor. Y como los seres humanos somos muy metafóricos, podemos encontrar el calor en el afecto de nuestros seres queridos. Ellos nos brindarán su afecto si reciben el nuestro. Una forma de pedir (o comprar) afecto, es haciendo regalos.

la profe dijo...

En el quinto párrafo (si no contamos el copete), ¨mujeres incluídas¨ debería ir entre guiones largos, en lugar de usar las comas.

Natalia dijo...

Hacer regalos me resulta un sacrificio disfrutable; muy disfrutable. Por eso me cuesta verlo como sacrificio, porque no me implica un dolor. Aunque supongo que los sacrificios no siempre tienen que incluír pérdidas o dolor. Eso la verdad que no sé.

Lola dijo...

Mujeres queridas: si desean algo tómenlo.
Ojo!!! No salga ya despavoridas a cazar. La violación y el acoso están penados por ley.

la gordis dijo...

Cuando celebramos, el 90% de las veces comemos.
A mí me vendría mejor que cuando celebráramos, el 90% de las veces cogiéramos.