miércoles, 16 de mayo de 2012

Por qué se pierden las mejores oportunidades



Perdemos buenas oportunidades porque le tememos a nuestro propio deseo debido a que no nos explican cómo respetar la prohibición del incesto.

«Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía», dice un proverbio muy difundido.

Esta «sabiduría popular» señala lo que me animaría a llamar «paranoia saludable», «sana desconfianza», «ingenuidad bajo control».

No está de más recordar que somos tan dependientes de ser amados porque somos la especie que más demora en desarrollarse. Es bastante normal que demoremos alrededor de 20 años en reproducirnos, mientras que otros mamíferos tan solo necesitan algunos meses.

Es por esta lentitud en el desarrollo y por esta prematuridad (vulnerabilidad) que nos caracteriza, que somos y tenemos que ser muy dependientes del amor que podamos inspirar en otros más fuertes, que nos protejan, ayuden, mimen.

Todo esto ocurre en el plano más profundo de nuestra existencia, es decir, en esas características más animales de nuestro ser.

Sin embargo, nuestra distribución del «amor» está reglamentada por la cultura de cada pueblo. Es la cultura la que determina cómo nos organizamos, qué hacemos para formar una familia, qué conocimientos mínimos debe aprender cada nuevo niño que nace.

La norma más trascendente de nuestras culturas es la prohibición del incesto. Mediante esta norma se hace la administración colectiva de nuestra necesidad de ser amados, incluidos en la sociedad, protegidos.

Cada niño debe renunciar a su natural, espontáneo e intenso deseo de formar una familia con su mamá, pero sin que nadie le enseñe qué hacer con ese deseo reprimido.

Por esto es que casi todos tememos que nuestro deseo (cualquiera de ellos, pero sobre todo los más intensos) nos lleve a transgredir la prohibición, y también por esto nos volvemos desconfiados (como el santo ante la gran limosna), especialmente de las mejores y más atractivas oportunidades.

Otras menciones del concepto «incesto»:

 
 
 
(Este es el Artículo Nº 1.556)

11 comentarios:

Gabriela dijo...

La prohibición del incesto es un tabú: algo de lo que no se habla. A muchos de nosotros, a partir de la adolescencia, nos produce rechazo y hasta asco, que se nos diga que desearíamos tener relaciones sexuales con nuestros padres. La hipótesis planteada por el psicoanálisis, es que ese deseo nos acompaña toda la vida, oculto en el inconsciente.
Me animaría a decir que todos los deseos reprimidos que no podemos poner en palabras, porque permanecen negados, nos generan conflictos. Desde este punto de vista, es muy probable que asociemos inconscientemente, el deseo incestuoso, con el deseo de ganar dinero; por ese motivo reprimimos, nos saboteamos, el deseo de ganar dinero.

Elbio dijo...

Durante la Edad Media, estaba muy difundido en la Europa occidental, el derecho de pernada. El señor feudal tenía el derecho de ser quien desflorara a sus siervas, antes de que contrajeran matrimonio. Esto se parece bastante a una práctica incestuosa. El señor feudal, quien tenía a su cargo la protección de sus siervos (función paterna), iniciaba sexualmente a las doncellas (hijas).

Mª Eugenia dijo...

No imagino de qué manera podría explicarse cómo respetar la prohibición del incesto.

Lautaro dijo...

De pronto los padres podrían explicar a sus hijos el porque del incesto. Cual es su funcionalidad, por que es una norma que se viene respetando desde hace milenios.

Enrique dijo...

A menudo nuestros deseos más intensos nos llevan a transgredir prohibiciones. Un ejemplo podría ser la corrupción. La mayoría de nosotros nos resistimos a cometer actos de corrupción porque necesitamos ser amados. La corrupción nos convierte ante la sociedad en seres indeseables.

Martín dijo...

No creo en el deseo incestuoso. Cuando llegamos a la adolescencia, si somos normales, lo que más deseamos es independizarnos de nuestros padres, alejarnos de ellos.

Luis dijo...

Un psicoanalista te podría responder, Martín -aclaro que a manera de hipótesis- que la distancia puesta en la adolescencia respecto a nuestros padres, se vincula a la reedición del Edipo. Como vuelven a tomar vigencia los deseos edípicos (a nivel inconsciente), que estuvieron adormecidos entre apróximadamente los 6 y los 11 años, ponemos distancia, ya que hemos incorporado la prohibición del incesto.

Daniel dijo...

¿Qué se puede hacer con los deseos reprimidos? Se pueden somatizar, nos podemos enfermar por el lado más vulnerable. Si por herencia genética tenemos predisposición a generar una úlcera, puede que esta se dispare. No soy médico, y de pronto este ejemplo no sea el más acertado. Quizás alguien más pueda aportar un ejemplo mejor.

Silvia dijo...

Los deseos reprimidos pueden generar conductas reactivas. La bronca reprimida puede generar una depresión.

Damián dijo...

La monogamia podría ser una forma de satisfacer el deseo incestuoso. Como mamá hay una sola... esposa o esposo, también debe haber uno solo.

Dorothea dijo...

Ma. Eugenia, se podría explicar explicándola no más, con toditas las palabras, de que otro modo si no...