jueves, 13 de septiembre de 2012

Necesitamos más de lo necesario




 
Nuestra cultura está diseñada como para que tengamos que exagerar nuestra heterosexualidad y nuestra productividad. «Necesitamos» más de lo necesario.

En el video de otro artículo (1) les decía que los humanos somos mínimamente heterosexuales, lo suficiente como para fecundarnos, pero que el resto de nuestros rasgos, muy viriles o muy femeninos, son puras exageraciones provocadas por el rechazo furibundo (homofobia) al que la humanidad tuvo que recurrir porque reproducirnos estuvo siendo algo imprescindible durante siglos pues nuestra especie corrió el riesgo de desaparecer.

En otras palabras, si nuestra heterosexualidad tuviera un valor diez, podría decirse que en forma natural, espontánea, real, somos 1 heterosexuales mientras que los 9 restantes son exageraciones neuróticas, impostadas al solo efecto de no ser maltratados por quienes consideran que los humanos que no se reproducen son poco menos que traidores de la especie, en tanto ni siquiera son capaces de gestar un hijo que ocupe su lugar cuando llegue a viejo y muera.

En la antigüedad, cuando temíamos que en cualquier epidemia o guerra mundial podíamos extinguirnos, cada matrimonio debía tener por lo menos dos hijos, y si eran un varón y una niña mejor, para que al morir los padres, la población mundial no se resintiera.

En suma 1: somos un poco heterosexuales pero aparentamos ser muy heterosexuales porque la sociedad necesita que demos señales muy claras en ese aspecto.

Esta exageración impuesta por la cultura, también podemos encontrarla en el ámbito económico.

Efectivamente, todos podríamos vivir con muy pocos recursos pero sin embargo, en nuestra cultura capitalista (con o sin matices socialistas), estamos convencidos de que tenemos que trabajar diez o veinte veces más tiempo de lo que sería necesario para atender ese mínimo imprescindible.

En suma 2: Así como exageramos nuestra heterosexualidad, exageramos nuestra productividad. Neuróticamente, «necesitamos» más de lo necesario.


(Este es el Artículo Nº 1.669)

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde mi adolescencia me di cuenta de que me gustaban tanto los varones como las chicas. Me enamoraba de la persona, no del sexo de la persona. Los varones para mí tienen un cuerpo hermoso y las mujeres también. Hay varones cuya personalidad me atrae mucho y hay otras formas de ser que no me atraen. Lo mismo me pasa con las mujeres.

Gabriela dijo...

Podríamos vivir con muy pocos recursos económicos y con muchísimos recursos afectivos. Desde mi punto de vista, si no fuésemos tan inhibidos sexualmente, podríamos crear muchos más vínculos profundos con hombres y mujeres, muchos más de los que habitualmente tenemos.
Es cierto que el sexo no es necesariamente lo que hace profunda a una relación. A veces, incluso, es lo que se interpone para que una relación sea profunda. Es así cuando el sexo no involucra a la persona.
Cuando hablo de sexo me refiero al placer, al amor, a la ternura, la aceptación y el respeto hacia el otro, el deseo de verlo feliz.
También sucede que tenemos vínculos hermosos con personas con las cuales no deseamos tener sexo, o por algún motivo no elegimos tenerlo.

Lautaro dijo...

Quienes aparentan ser muy hetero, a veces se avergüenzan de su lado femenino, o de su lado masculino; según sea el caso.

Margarita dijo...

Concuerdo con que podríamos vivir con mucho menos dinero. No necesitamos demasiadas cosas para vivir. Lo que más necesitamos es que nos quieran.

Leticia dijo...

Junto a la necesidad de que nos quieran está la necesidad de querer. No sé de dónde sale, pero digo que la tenemos porque yo la experimento. Capaz que generalizo demasiado pensando que en eso somos todos parecidos.

Yoel dijo...

Yo creo que la necesidad de querer sale de la gratitud. Justamente Ud. tocó ese tema en el artículo de ayer. ¿Por qué sentimos gratitud? Eso la verdad que no lo sé.

Alba dijo...

Si no damos señales claras de ser heterosexules, nos quedaremos con las ganas de tener hijos.

Darío dijo...

Eso que decís, Alba, es porque no nos queda otra que adaptarnos -al menos en algunas cosas- a la sociedad en la que vivimos. Pero por suerte parece que en muchas partes del mundo se va cambiando. La homosexualidad es más aceptada. Los homosexuales en muchos casos pueden adoptar y por lo tanto tener hijos, o tenerlos con una mujer (en el caso de los varones) o con un hombre (en el caso de las mujeres) a quien se quiera, a quien los una el cariño. De lo contrario, si eso llegara a generar conflictos difíciles de manejar, se puede contratar a una persona, para tan noble tarea.
Me parece que es menos aceptada la bisexualidad, aunque creo que con el tiempo esto también puede ir cambiando. Los bisexuales a veces son rechazados tanto por los hetero como por los homosexuales.

Enrique dijo...

Si cuesta más aceptar la bisexualidad es porque tanto los hetero como los homosexuales forman corporaciónes. Más necesidad de formar esta especie de corporaciones, la tienen los homosexuales, porque están en minoría y tienen que pelearla. Ellos han sido y siguen siendo, blanco de feroces ataques.

Evaristo dijo...

Sí, siempre las corporaciones tienen enemigos o contrincantes, si no fuese así, me parece que no tendría demasiado sentido crearlas.

Elena dijo...

Las corporaciones se usan para pelear por distintas cosas, entre ellas para pelear por mejores condiciones económicas. Pienso que si todos nos sintíesemos cómodos con lo necesario, la pobreza descendería muchísimo. Sería más fácil repartirnos los recursos del planeta.

Óscar dijo...

Concuerdo con Elena, aunque podrían seguir existiendo personas que por motivos diversos continuen viviendo en la indigencia. Habría que analizar esos motivos, ya que existe la posibilidad de que sean dignos de respeto.