El dinero representa al poder
absoluto. Hablar de dinero es tan difícil como hablar de la prohibición del
incesto.
Muchas películas tienen como resorte dramático
la lucha de un súper héroe contra la desquiciada locura de un ser muy poderoso
que intenta dominar el planeta (Madre Tierra).
La trama de cualquier obra de ficción es
atractiva cuando indirectamente teatraliza la conflictiva de los espectadores.
En los hechos, las buenas obras son exitosas porque representan metafóricamente
al lector.
La prohibición del incesto tiene como
interesante particularidad que no despierta comentarios, nadie habla de ella,
las nuevas generaciones se estrellan contra un silencio que los llena de dudas,
incertidumbre y angustia.
Este es el origen de uno de los problemas más
preocupantes, porque la falta de información sobre el tema generalmente termina
en que los niños y los jóvenes se creen anormales, degenerados, monstruosos,
pues suponen que sus deseos incestuosos son exclusivos, que nadie más los tiene
(¿padece?).
A partir de esta sensación, y dado que nuestro
cerebro tiende a generalizar en exceso (metonimia), es muy probable que el niño
y la niña terminen suponiendo que son completamente (100%) anormales,
degenerados y monstruosos.
La extraña sensación...que todos tenemos pero
sin saber que es universal, podría expresarse en una suerte de envidia de quien
tiene autorización (generalmente el padre de los niños) para disfrutar
eróticamente de la «dueña
de casa-Madre Tierra» como si fuera su propietario.
Si bien en psicoanálisis le llamamos «conflictiva edípica», diré ahora
que esta envidia erótica (derecho a tener relaciones íntimas con la dueña de
casa) es en realidad un deseo de poder absoluto, máximo, extremo.
Hipótesis: El dinero es perturbador porque representa
este poder absoluto de quien posee a la «dueña de casa-Madre Tierra». Hablar de
dinero es tan difícil como hablar de la prohibición del incesto.
(Este es el
Artículo Nº 1.704)
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15 comentarios:
Es posible que hablar del dinero sea casi tan difícil como hablar del incesto. Para algunas personas, al menos. Para otras, sin embargo; por ej. la gente de negocios, hablar de dinero es completamente natural y hasta un tema central en sus conversaciones. ¿Estas personas superaron el Edipo como reyes?.
Los reyes en la Edad Media tenían poder absoluto. Esos reyes que podrían -como hipótesis- haber transitado el Edipo con éxito, sin efectos neurotizantes secundarios, manejan el dinero a sus anchas. Sin embargo me hace dudar de esta hipótesis, la película ¨El Aviador¨, que narra la biografía de uno de los pioneros de la aviación, Howard Hughes. Tal como aparece en la película, su Edipo no fue bien resuelto, la relación con su madre había sido bastante complicadita. Él padecía un trastorno obsesivo-compulsivo que le complicaba bastante la vida.
El trastorno obsesivo-compulsivo, según Freud se gesta en la etapa anal. La fijación a esta etapa, puede generar en la adultez, vínculos particulares con el dinero.
La etapa anal se subdivide en dos fases: la expulsiva-destructiva y la retentiva-controladora.
Supongo que si el individuo queda fijado a la segunda etapa, la retentiva-controladora, será avaro y controlador, quizás tanto de su dinero como de sus vínculos de objeto en general. El que quedó fijado a la primer etapa, la expulsiva-destructiva, quizá tienda a malgastar su dinero, a hacer negocios muy arriesgados obsesionado con la idea de sacar adelante su negocio sea como sea; aún mediante el uso de la violencia.
Ah! entonces Howard Hughes se quedó en la expulsiva-destructiva. Arriesgó muchísimo dinero pero le fue bastante bien. Y, por otro lado, no era demasiado exitoso en sus vínculos.
El niño quiere disfrutar de la Pachamama, la madre tierra que todo le ha dado. Pero se encuentra con que papá tiene determinados privilegios a los que él no accede. Esto le genera envidia, incluso momentos de odio hacia su padre. Un odio mezclado con amor. No sé si mezclado o alternante, o las dos cosas.
El deseo de poder absoluto del niño sobre la madre, se ve frustrado y normalmente se renuncia a él; se busca a otra mujer que en parte pueda ocupar ese lugar que la madre no ocupó. Claro que esa renuncia, esa aceptación, puede ser más o menos elaborada. Pienso que si no está del todo asumida, hablar de dinero, manejar dinero, puede volverse muy complicado.
La dueña de casa Madre Tierra,
me quiere expulsar
de su calor con olor a tierra.
Me dice haz tu vida afuera!
Pero yo sigo aquí sentado
como esperando a que llueva.
A los niños hay que decirles siempre la verdad. Si el nene quiere casarse con mamá y la nena con papá... o incluso, si la niña a veces quiere casarse con mamá y a veces también con papá y al nene le pasa lo mismo... Señora... a los niños hay que decirles siempre la verdad. Hay que decirles que eso es un reverendo despelote y nadie lo va a tolerar.
A los hijos habría que decirles que los queremos mucho, que es natural que quieran casarse con mamá o con papá, que eso le pasa a todos los nenes y a todas las nenas. Que es muy lindo sentir todo ese amor, pero que lamentablemente no es posible casarse porque hay una ley que no lo permite. Y que seguramente algún día van a encontrar a una persona con la que se casarán y serán tan felices como lo eran con papá y con mamá.
Claro Margarita, entonces cuando los nenes crezcan se van a convertir en anarquistas tira bombas, que van a derogar todas las leyes, haciendo tremendo quilombo, y después van a terminar aplastados y ridiculizados por un sistema que los va a escupir.
Qué tremendista!! Nada que ver, Facundo. Los anarquistas evolucionaron y no son todos tan bobos como decís vos. ¿Por qué no pensar que si educamos a nuestros hijos con mayor naturalidad y honestidad, podrán ser, en un futuro, agentes de cambio para un mundo mejor?
La desquiciada locura de la madre que intenta dominar el hogar es escalofriante. Pone horarios, hace interrogatorios, te manda al calabozo, observa desde el panóptico del comedor diario con extrema perspicacia, se adueña del control remoto solo para apagar lo que estaba prendido.
Sobrevivir a ella ameritaría al menos una condecoración.
De niño tenía la extraña sensación de identificarme con los dinosaurios. No me identificaba con un tierno Diploducus, sino con un Tyrannosaurus Rex, que de tan carnívoro, cuentan que hasta se robaba los asados del domingo.
Yo quería ser fuerte, fiero, una topadora. Quería destrozar a dentelladas a todos los que miraban con desprecio a mi madre porque era limpiadora.
Ahora me conformo saliendo de caza en Semana de Turismo, y el asado lo comparto con mamá.
Los niños juzgan mal... El jefe de hogar no disfruta eróticamente de la dueña de casa. A veces tiene más suerte con la sirvienta. (Sin ofender de ningún modo a quien escribió el comentario anterior).
Hablar de la Dueña es muy perturbador. Uno está a su merced. Te puede expulsar en cualquier momento. Todos somos medio hipócritas con papá; no nos queda otra. Además él también nos puede expulsar.
Supongo que cuando hablan de expulsar lo hacen en sentido metafórico.
Bueno, si se quiere en un sentido tan metafórico como cuando Dios expulsó a Adán y Eva del Paraíso.
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