viernes, 7 de diciembre de 2007

Neurotransmisores - Gragea Nº 24

Mis profesores de comercialización siempre me criticaron que yo desaprovechara los velatorios y las reuniones de caridad para, al menos, entregar mi Tarjeta de Visita.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo vendo productos de granja que fabrica mi hermanastro que vive en el campo.

Lo hago como complemento del salario que recibo en un puesto público.

Los que trabajan conmigo son muy buenas personas pero dedican mucha energía a burlarse de cuanta cosa sucede en nuestra Institución, en el país o en el mundo. Son así.

A mi me llaman Tarjeta Martínez porque se la doy a cuanta persona se estaciona a hablar conmigo sobre cualquier cosa. Muchos me dicen: "Dejá que ya me diste".

El dinero que obtengo con la venta de los productos de granja es un poquito más del doble que el salario público que percibo, pero nunca se los diría a ellos porque se burlarían de mí.

Anónimo dijo...

Justamente eso es lo que me molesta de ciertas personas a las que les va bien a costa de molestar a todo el mundo.

A mi me complace enormemente romper en mil pedazos las tarjetas personales que me entregan esos pesados.

Viven pensando en ganar y ganar. No se divierten, no gastan, no hablan de otra cosa. Son la peste!!

Anónimo dijo...

Me recibí de psicólogo hace más de veinte años y para esa ocasión mi mamá me regaló un paquetito con 100 tarjetas personales, muy costosas aunque bastante vulgares.

Al leer este post las fui a contar y todavía me quedan 16, pero no están presentables porque están un poco sucias. No me vale la pena mandar a hacer más porque casi no tengo ocasión de entregarlas. Me parece que eso se estilaba antes y que está fuera de moda.

Anónimo dijo...

En los cursos de crecimiento personal que he hecho (algunos por correo) me decían esto de tener y entregar Tarjetas de Visita, pero nunca me enseñaron cómo vender la timidez como para poder hacerlo.
Lo más que he logrado es mandar por correspondencia alguna postal con saludos navideños, pero ya me dijeron que los destinatarios no me tendrían en cuenta porque mis mensajes habrían quedado perdidas en una montañas de otras muy similares.

Anónimo dijo...

El estilo bien de los yankis. Ellos todo lo arreglan trabajando como desesperados y se suben a cualquier recomendación que parezca obsesiva.

Por como están, seguro que les conviene desde el punto de vista económico y seguros que nos les conviene desde el punto de vista humanista.

Son opciones. Claro que (ahora estoy pensado), se podría encontrar una mezcla proporcionada para que se contemplen la vida natural con la vida empresarial.

Estos tendrían que dejar entrar más más latinos y no ponernos ese muro que los encierra a ellos y los priva de nuestras cualidades que tanta falta les hace.

Anónimo dijo...

En mi familia han muerto muchas personas, es decir que tengo cientos de horas de velorio y he servido muchos litros de café y he recibido condolencias de mucha gente que nunca supe quién era.

Me molestan los que se divierten olvidándose de que es una ceremonia de pesadumbre. Me parece mal los que aprovechan el estado de ánimo condolido para expresar los más tiernos sentimientos de solidaridad, aplicando toda una gama de abrazos, caricias, besos y apretujones que envidentemente tienen otra intención pero que a una no le queda bien andar marcando la diferencia y el abuso.

Nunca había reparado en estas personas que van para hacerse ver o para conseguir clientes.