martes, 13 de mayo de 2008

El temor de los poderosos

Sobrellevar el reconocimiento público por lo que uno hace es una especialidad que requiere un talento que no todos tienen.

Convivir con la fama, el aplauso, el prestigio, pone a la persona en una exigencia para la cual hay que disponer de una gran fortaleza y resistencia de espíritu.

Un deportista puede ser maravilloso en su barrio o en su club, pero en escenarios multitudinarios deja de serlo por que siente que la exigencia es mayor a la que él podría cumplir. El temor a defraudar lo estrangula. El miedo a perder el placer de la fama local lo lleva a funcionar mal.

En muchas ocasiones observamos cuán ineficientes son aquellos profesionales a los que concurrimos precisamente por su reconocida idoneidad. Por supuesto que le pagamos honorarios proporcionales a su buen nombre, pero cuando tenemos que esperar para recibir su trabajo, vemos que se toma tiempos demasiado extensos para alguien tan capaz.

Es que no es fácil para alguien que tiene tanto para perder, actuar con celeridad porque para esa persona la respuesta rápida significa precipitación, descontrol, irresponsabilidad, apresuramiento.

Pero estos dignos ejemplares de la especie no dirán jamás que tienen terror a equivocarse y perder lo que tanto placer les proporciona. Por eso es que alegan siempre falta de tiempo, exceso de trabajo, dicen estar abrumadoramente solicitados.

Esta es una mentira piadosa. No para quien la recibe sino para quien la dice. El maravilloso profesional no tiene más remedio que mentir porque está aterrado.

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14 comentarios:

JAVIER dijo...

Suelo leer su blog y nunca habia comentado, pero despues de leer este post debo decirle que lamentablemente se equiboca, la mayoria de profesionales no demoramos en presentar o ejecutar un tipo de trabajo por las razones que segun usted expresa, nos tomamos nuestro tiempo ya sea cumpliendo el programa de ejecucion o por que el ser responzables y respeto a quien toma nuestros servicios nos preocupamos por que todo salga bien. Acaso cuando alguien va a un psicologo, ya en la primera consulta el profesional nos da un diagnostico y la solucion al problema?...Creo que hay que tomerse su tiempo antes de publicar un post y no ser tan ligeros...por lo demas mis saludos, y bueno cada dia aprendemos algo aunque nos tomemos un tiempo... http://navegandoentreletras.blogspot.com

Anónimo dijo...

He estado cerca de jugadores de futbol de primera división y puedo asegurarles que las tribunas también juegan por como influyen sobre los jugadores que están en la cancha.

Anónimo dijo...

Conozco profesionales de renombre que no actúan así. Quizá sean aún más escasos que los famosos, pero he tenido la suerte de conocerlos. El tiempo es un factor decisivo para las cosas importantes y cuando alguien se dedica a una sola actividad debería tener una velocidad de respuesta más ágil.

El medio en el que sufro las lentitudes cobardes es el informático pero imagino que sucederá lo mismo en otras profesiones.

Anónimo dijo...

Esta particularidad de algunos profesionales permite que los lentos por ignorancia e ineficacia queden camuflados con los mejores. Los que deberían ser rápidos quizá no se den cuenta cómo están permitiendo que sus competidores menos valiosos terminen igualando los resultados con ellos.

Anónimo dijo...

Tengo otra teoría sobre la lentitud aburridora de los especialistas y expertos: Están hartos de hacer siempre lo mismo y por eso no tienen ganas de trabajar, ni lento ni rápido, quieren irse, hacer otra cosa, irse al otro extremo de su actividad. Soy uno de esos: ¡Odio la abogacía!

Anónimo dijo...

Soy contador y economista pero aprendí mucho de un empleado que hace años que trabaja conmigo porque cada vez que un cliente le pide algo tiene la reacción justa como para hacerle creer que está pidiendo un trabajo complicado. Eso permite que a la hora de fijar los honorarios podamos cobrar lo adecuado pero no aparecer ante el cliente como que es excesivo.

Anónimo dijo...

Muy bueno lo de Enrique y su empleado. Otra ventaja que tiene esa política es demostrarle al cliente que él no es un tonto porque cuando algunos profesionales minimizan lo que uno les pide, puede suceder que uno se sienta como que está pidiendo ayuda innecesariamente, por cómodo o torpe.

En el caso de los profesionales de la salud es alrevés: es preferible que éstos nos digan que nuestra salud se recuperará en un santiamén.

Anónimo dijo...

Vale la pena que aclaremos que es muy diferente dar una opinión verbal a darla por escrito. En éste caso hay que tomar otras precauciones porque uno nunca sabe adónde puede terminar esa opinión firmada.

De todos modos sería justo pensar que ambas deberían ser iguales y por lo tanto demorar lo mismo y en todos los casos, el menor el tiempo posible.

Anónimo dijo...

Fue gracioso cómo uno artesano que hace un trabajos muy lindos en pantallas decorativas para iluminación de interiores, se equivocó en lo que me hizo después de tomarse una semana de plazo. Cuando le hice la reclamación, la asumió inmediatamente e hizo todo el trabajo de nuevo en el correr de un solo día.

Cuando tuve asegurada la solución me sentí con poder como para preguntarle por qué la diferencia de plazos por hacer el mismo trabajo y él, se ve que en un momento de debilidad, me dijo que era su política suya demorar siempre una semana para que la gente pagara creyendo que el trabajo era arduo y que además existían muchos otros clientes que validaban su prestigio.Si acostumbrara a entregarlo en el mismo día, la gente pensaría que el precio es caro y que nadie le hace encargos.

Anónimo dijo...

También hay otro asunto que nadie dijo hasta aquí y tiene que ver con la noción de tiempo que tenemos cada uno. Lo que para alguien es lentísimo para otro puede ser rapidísimo. Una semana puede ser demasiado para alguien apurado y preocupantemente rápido para alguien que aún no tiene el dinero para pagar los honorarios, por ejemplo.

Anónimo dijo...

Esto me recuerda un semi-chiste: "La duración de cinco minutos dependen de qué lado de la puerta del baño esté uno".

Anónimo dijo...

Tengo cierta habilidad para resolver algunos problemas pero reconozco que emocionalmente soy muy vulnerable y que me cuesta a veces atender los reclamos. Es más, me cuesta mucho cobrar lo que vale mi trabajo. Por eso comprendo a quienes se toman mucho tiempo para asegurarse al extremo de que no van a padecer alguna crítica.

Anónimo dijo...

Tantas veces he tenido pérdidas insoportables que ahora ya no me importa que me cobren mucho o que me demoren mucho, lo único que ya no aguanto más son los errores, la irresponsabilidad. Si alguien reconocido como buen profesional, me cobra mucho y me demora un tiempo razonable pero me entrega un producto aceptable, se lo agradezco. Pero eso sí, si no fuera aceptable gastaré los recursos que estén a mi alcance para hundirlo y que no pueda recuperarse por el resto de sus días.

Anónimo dijo...

Ahí mismo! Eso es! Por esto mismo es que yo me aguanto sin que nadie me conozca! Para no convertirme en cobarde! ¿Entieden ahora? jo-jo-jo