miércoles, 14 de mayo de 2008

«Este trabajo no me apetece»

Hace más de 50 años un científico (Harriman) hizo un experimento muy interesante. Como se sabe, la operación de las glándulas suprarrenales (adrenalectomía) hace aumentar la necesidad de ingerir sal. Antes de llevar a cabo esa operación, el experimentador adiestró a unos ratones y los acostumbró a que prefirieran una solución azucarada a una salina.

Esa preferencia por el azúcar persistió aun después de practicada la operación hasta el punto de que muchos animales murieron y todos experimentaron una grave pérdida de peso.

Por más que todos los humanos deseamos fervientemente no tener algún parecido con otras especies, las similitudes existen. En general podríamos decir que sólo tenemos el honor de ser los únicos que hablamos (por su parte los perros se ufanan diciendo que son los únicos que ladran, pero bueno, quizá no deberíamos irnos del tema.)

Si usted se anima a seguirme dos párrafos más, le digo que si a un ser humano lo educan (adiestran) para que sólo se encargue de aprender lo que le enseñan en el colegio y a portarse bien, puede llegar un momento en que la vida lo deje sin su fuente de recursos como suelen ser los padres (¿padrectomía?) y el jovencito no sepa como ganarse la vida porque sólo sabe estudiar y portarse bien.

Sólo para concederle el beneficio de la duda a esta hipótesis, suponga que es probable que los seres humanos pertenezcamos a una determinada clase económica por aprendizaje y que por más políticas sociales redistributivas que los intenten beneficiar, se comportarán como los ratoncitos que estaban adiestrados para tomar agua azucarada y preferían morir antes que tomar la que su cuerpo necesitaba.

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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Si nacemos en una cultura donde nos educan para ser explotados, seguramente que estaremos inconcientemente amigados con nuestros explotadores aunque salgamos a la calle a quemar gomas de auto y a vociferar contra "eso" que nos explota. Ellos sólo quieren nuestra plusvalía. Los neumáaticos quemados serán apagados por los bomberos.

Anónimo dijo...

Soy o estoy medio paranoica y desde hace años que las cosas vienen mal para mi. Algunos me dicen que soy yo la que no doy en la tecla sobre cómo hacer las cosas a mi favor, pero me parece que tengo a mi enemigo adentro.

Anónimo dijo...

Eso de que no queremos parecernos a ningún animal es un poco cierto, pero cuando veo a mi perro cómo lleva su corta vida, lo envidio. ¡Qué eficiente que es mi perro!

Anónimo dijo...

Los experimentadores de mi gobierno me adiestraron para que yo prefiriera ganar menos de lo necesario y después, cuando llegué a grandote, ¿qué sucede? justamente eso: el dinero no me alcanza para llegar al próximo pago. Conclusión: Los adiestradores hicieron un buen trabajo.

Anónimo dijo...

Las dos grandes ideas que tengo en mi cabeza son que lo mejor es ser joven y como joven yo vivía con lo poco que me podían dar mis padres que siempre se quejaban de lo difícil que estaba vivir.

Ahora, como quiero seguir siendo joven, pretendo que el gobierno me de algo para ir arreglando mi vida, el gobierno me dice que está pobre y por eso no me da casi nada, pero como soy pro-juventud fanático, entonces me quedo sin hacer más nada porque realmente no se me ocurre qué otra cosa hacer.

Y ya dejo de escribir porque se me termina el tiempo que tengo pago en este cyber.

Anónimo dijo...

Siempre leo los artículos suyos enteros pero esta vez no pude porque me da mucha pena que se hagan experimentos con animalitos indefensos. Es una verdadera crueldad que algún tendrán que ponerle coto. No ponga más ejemplos de esos, por favor!

Anónimo dijo...

Varias veces he leído acá que el cristianismo abate la riqueza (o algo por el estilo). Yo me crié en un colegio católico, pertenezco a una familia que no vive pensando en el dinero porque gracias a Dios lo tenemos en cantidad más que suficiente, pero además, no hay ningún indicio de que este tipo de enseñanza perjudique el saber ganar y conservar nuestra fortuna.

Anónimo dijo...

Acá se señala solamente el adiestramiento de alguien antes de que le cambie la vida (o algo así), pero me parece que también influyen qué cosas queríamos apasionadamente cuando éramos chicos y eso, después, cuando somos grandes, puede funcionar de forma parecida a un adiestrmiento. Estoy seguro que mi vocación por la medicina tiene que ver con el placer enorme que sentía cuando jugábamos a los doctores con mis dos primitas. Aquel placer no me lo pude sacar más de encima y ahora me deleito tocando el cuerpo de mis enfermos y soy esclavo de mi vocación. Por suerte puedo ganarme el sustento de esta manera, pero si no pudiera podría ser un caso típico de los que se relatan en este blog.

Anónimo dijo...

Trabajo como Asistente Social y hablo con muchas personas que, aún estando padeciendo carencia que son dolorosas para cualquier persona, tienen mucho orgullo de su condición y no están muy bien dispuestos a recibir ayuda sino más bien oportunidades de trabajo.