La esclavitud se asocia con un sistema económico social en el que unos seres humanos disponen de menos derechos que otros a quienes sirven sin remuneración alguna. El esclavo es alguien que trabaja como si fuera un animal o una máquina. Si se le da dónde dormir, se atiende su salud o se le da de comer es para que siga entregando su trabajo sin interrupciones.
Este modelo genera indignación entre una mayoría de ciudadanos del mundo sin reparar que sigue vigente aunque con algunas modificaciones que lo vuelven menos visible.
En muchos casos la diferencia que existe entre una persona próspera y otra decadente está en el mismo espíritu del sujeto.
Se dice que los mercaderes, comerciantes y personas en general que encaran la vida con un ostensible afán de lucro, son acomodaticios en asuntos de conciencia, tienen una moral más elástica, pueden vincularse con gente de las más variadas ideologías, creencias, religiones, razas, actitudes, antecedentes, prestigios.
Termino diciendo que la incapacidad para admitir el trato con cualquier otro semejante, no es más que eso, una incapacidad, una limitación, una falta de libertad, una esclavitud.
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22 comentarios:
La exclavitud sobrevive porque es menos visible porque ojos que no ven corazon que no siente.
Descalificar a quien nos produce envidia por lo superior que es, a mi me sirve. Aunque esté mal hacerlo, no voy a privarme de sus beneficios. ¡Qué esperanza!
La desocupación de los empresarios tiene peores consecuencias que la desocupación de los trabajadores porque uno que se funde produce muchos desocupados.
A donde fueres, haz lo que vieres. Gran idea para no padecer.
Ahora somos sutilmente esclavos y hasta lo aceptamos.
Esa imagen me pone furiosa. ¡sépalo!
Mal de muchos consuelo de esclavo. jajaja
Una cosa es vincularse con gente de variadas ideologías y otra es llevarse bien con todo el mundo por miedo y conveniencia.
¡Sí sabre de moral elástica! A mi viejo le decían "el chicle"
La rubia le lustra el zapato al que lee el diario porque sabe que ese pequeño esfuerzo le reportará beneficios.
Con algunos semejantes sólo podría aceptar el trato profesional.
Los obreros salimos más baratos que los esclavos. Imagine si en lugar de un sueldo mínimo tuviesen que pagarnos vivienda, alimentación y salud. Se me podrá decir que de hecho el Estado lo hace a través de los hospitales y policlínicas públicas, los comedores y los refugios. Y yo respondo: eso les sale caro, no nos tienen en régimen de esclavitud porque no les conviene. ¿A quiénes? ¿A los gobernantes? No, ellos no son más culpables que el resto. La organización social que nos hemos dado es perversa y hasta que no logremos cambiarla, será siempre la misma historia.
El tema es para qué es el trato. Porque tratar con un ladrón para curarle una herida de bala o enseñarle carpintería, es loable. Ahora, tratar con un ladrón para llevarse una tajada, es antiético y cobarde.
Lo único elástico que tengo es la cama.
Puedo tratar con un jodedor, si no tengo más remedio, pero el estómago no me da para ser su amigo.
Nadie confía en mí. Dicen que me meto en cualquier lado y salgo de cualquier lío.
El sueldo que me pagan para que siga entregando mi trabajo sin interrupciones, no me estimula lo suficiente. Lo único que me diferencia de una esclava es poder faltar al trabajo, entre tanto no me hechen.
Veamos el lado positivo: los esclavos tenían el trabajo asegurado!
El espíritu próspero es robusto, erguido, camina sacando pecho y lleva sombrero.
El espíritu decadente huele a mugre, lleva la ropa andrajosa, camina con la espalda arqueada y tiene liendres.
Si es el mismo espíritu el que reencarna en distintos cuerpos, estoy liquidado. Voy a perder lo único bueno que tengo y a seguir con el mismo espíritu miserable.
A mí el modelo que me genera indignación es uno que vive al lado y no me da ni cero de bola.
Para alimentar mi ostensible afán de lucro tengo que convencer a mis amigos de lo ostensible que es (muy intelectual, no?)
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