Algo que gusta a pocas personas es la competencia permanente y corriendo el riesgo de padecer pérdidas dolorosas.
El desagrado surge fundamentalmente del desgaste de energía física y emocional que impone la competencia. Obliga a los participantes a un grado de estrés que a la mayoría de nosotros nos desagrada. Se parece demasiado a un estado de guerra permanente.
Como forma de solucionar esto, muchas personas tratan de llegar a un acuerdo para no pelearse entre ellos y acuerdan que todos aplicarán el mismo criterio de precios u otras condiciones. Esto da lugar a otro fenómeno que también tiene sus detractores: El monopolio.
A los consumidores o usuarios no les conviene que sus proveedores dejen de competir entre sí porque eso hará que los precios sean más altos.
Por lo tanto todos tenemos un criterio que parece injusto: Queremos que nuestros proveedores compitan entre sí pero hacemos lo posible para no participar en ninguna competencia.
La realidad parece indicar que no es posible evitar la tan desagradable competencia en situaciones como son conseguir un trabajo para el que se postulan varios interesados, aprobar exámenes para los que tenemos que demostrar que sabemos lo que se nos exige, obtener la preferencia de alguien con quien desearíamos tener un proyecto de vida, etc.
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19 comentarios:
Es lindo competir cuando hay probabilidades ciertas de ganar.
Me gustan que compintan por tenerme.
Deseo casarme para no seguir compitiendo por un lugar en casa de mis padres.
Deseo tanto disfrutar de la agresividad, pero no puedo y no puedo. Es horrible odiar la guerra porque vivo rodeada de lo que no me gusta.
No los conozco bien pero me parece que a los yankis les va bien porque disfrutan de la confrontación.
A mi sí me gusta la compentencia, gane o pierda. Sobre todo cuando hay choque de cuerpos, fricción, golpes, caídas y todas sus consecuencias.
Competir por un hombre me denigra pero así conseguí el que tengo Gracias a Dios y a la Virgen.
A mí me gustaría competir con Chris Namús. Igual me dejo llenar la cara de dedos.
El mundo competitivo no es lo mío.
La competencia más dura que viví fue con mi hermano.
Mi vieja me ganó y se quedó con el viejo. Hasta el día de hoy no logro perdonárselo.
Me parece que competir por el amor de alguien no tiene sentido. Nunca sabés qué es lo que tenés que hacer para ganar y además, cuanto más desesperada te ven, peor porque se nota.
Yo participo de manera indirecta en la competencia de mis proveedores.
Competir te hace entrar en calor y en esos casos no doy cuenta de mí.
Lo peor de la competencia es el desgaste emocional porque desde el punto de vista físico te energiza, claro que después cuando caés quedás fulminado.
Cuando recién te recibís entrás a la guerra con un palito.
Si los precios están muy altos no los veo.
Los romanos se divertían en el circo viendo competir a muerte a los gladiadores. Cuanto mayor era el destripe, mayor la exitación del público. Y a las mujeres les encantaba.
Si quiero tener un proyecto de vida con alguien tendría que competir antes que nada, conmigo misma.
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