En un artículo publicado con el título La felicidad delictiva les contaba la historia de un hombre (Eróstrato) que hace 2.300 años le prendió fuego a una de las siete maravillas del mundo y que fue condenado a que nadie registrara su nombre.
Del dinero tampoco se habla, como si sobre él también pesara un castigo similar al que se le aplicó al incendiario.
Es gracioso que en las consultas comerciales, los compradores y los vendedores hablan del precio al final de la conversación, como si éste fuera un tema secundario, un detalle insignificante.
Si el precio se pudiera mencionar al principio de la conversación, se ahorraría mucho tiempo porque la disponibilidad económica suele ser la que determina si podrá haber o no una compra-venta.
En una suerte de autopsia psicológica, podría pensar que el móvil de Eróstrato fue llamar la atención porque no encontró una manera mejor de recibir amor (llamar la atención, ser mirado, generar algún sentimiento en los demás).
Tampoco es frecuente que la gente divulgue su necesidad de amor.
Aunque suena descabellado para el sentido común, podría decir que el amor y el dinero tienen aspectos en común.
Uno de esos aspectos en común que tienen el amor y el dinero es que no nos gusta confesar que los necesitamos.
De todos modos la resistencia a confesar (y confesarnos) esta necesidad no es igual para ambos conceptos. Al menos las consecuencias son diferentes.
Si no podemos publicar que buscamos amor, quizá nos quedemos solos, mientras que si tenemos dificultades con el dinero, quizá tengamos una mala calidad de vida.
Hasta donde sé (y siento), es preferible tener dificultades económicas y no tener dificultades amorosas.
Con la suerte suficiente, es posible librarse de ambas carencias.
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13 comentarios:
Mi hija adolescente se ríe de mí porque cuando nos acompaña a buscar una casa para comprar, nunca preguntamos el precio al principio y sabe que tenemos muy poco.
ja, con la suerte suficiente? y cuanto es suficiente? una enormidad!
Si preguntás el precio al principio, como es lógico, te miran como diciendo "pobre rata". A mí no me importa, desprecio a esos empleaduchos hipócritas.
Me acuerdo de un comercial en el que un adolescente subía a un colectivo y miraba a cada chica, mientras se oía una voz en off que decía "cuando estás desesperado se te nota". Las mujeres, al captar la urgencia del muchacho lo despreciaban.
Dado el caso similar pero al revés, cuando la mujer se muestra muy necesitada, suele suceder que el hombre en lugar de despreciar, saca provecho de la situación. Esto reforzaría la teoría que expone en el otro blog, en definitiva es la mujer la que elige al hombre.
¡Los dólares son verdes y yo no soy ninguna zorra!
Amor + Dinero = Salud
Paradójicamente quizás el lugar donde sea más difícil confesar la necesidad de dinero y amor, sea en el confesionario.
Siendo que para librarse de las carencias económicas y amorosas, lo que se necesita es SUERTE, no sé para qué diablos estoy leyendo sus propuestas.
Sin embargo el dinero a registrado su nombre a fuego.
Voy a abrir un blog para publicar que necesito amor.
Me hizo acordar a la obra de Florencio Sánchez: "Barranca Abajo", donde se muestra justamente el cuidado por mantener las apariencias y ocultar la necesidad de dinero ante los demás.
Los delitos se cometen (entre otras cosas) por necesidad de dinero y también ¿por necesidad de amor?
Que raro, pensé que esto me pasaba a mi sola.
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