jueves, 21 de enero de 2010

El deseo del cachorro

Todos los seres recién nacidos son muy vulnerables y requieren de cuidados especiales.

Nuestra especie se diferencia de las demás precisamente por esto: porque somos los más débiles, los que nacemos más incompletos y los que necesitamos más cuidados especiales.

Carecemos de información sobre qué piensan los cachorros de las demás especies, pero sobre la nuestra tenemos algunas ideas.

En algún momento de nuestro desarrollo (quizá al nacer, quizá al año o a los dos años, no lo sabemos con exactitud), tomamos conciencia de nuestra debilidad y por lo tanto, de cuánto necesitamos de la protección ajena (nuestra madre en casi todos los casos).

El sentimiento de seguridad no es constante y cuando los seres queridos quedan fuera de nuestro campo visual, nos vuelve la angustia y la inseguridad.

Para terminar con estas sensaciones tan molestas elaboramos una estrategia que algunos siguen usando por el resto de sus vidas.

Razonamos así: «si (por ejemplo) mamá cuida, ama y trata de mantenerse cerca de lo que necesita (comida, alimentos, protección, etc.) y de lo que desea (diversión, reconocimiento, la fidelidad de papá, etc.), entonces trataré de ser todo eso que ella necesita o desea».

Una vez que descubrimos esta fórmula para asegurarnos que ella siempre nos cuidará, buscamos la manera de ponerla en práctica (portándonos bien, averiguando qué espera de nosotros, regalándole una casa, etc.).

De esta manera desarrollamos una estrategia de vida por la cual deseamos ser deseados porque nos convencimos de que para estar seguros tenemos que ser el objeto de deseo, primero de mamá, después de papá, de los maestros, profesores, clientes, empleadores, etc.

Si esto no se interrumpe en algún momento, nunca viviremos para nosotros sino para los demás, con lo cual la búsqueda de tanta seguridad nos dejó sin deseo propio.

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10 comentarios:

mimosa dijo...

si me quieren sacar buena, tendrán que darme cuidados intensivos

Lic. Mireya Robles dijo...

El deseo propio nunca se agota.

moncho dijo...

Acá, de tanta inseguridad ya no tenemos deseos ni de trabajar.

Otti dijo...

Hay que hacer bien los deberes para conseguir un ascenso.

Celeste dijo...

Nunca entendí porqué los osos polares tienen el ocico negro.
Será que para ellos la seguridad no tiene sentido?
Será que ellos viven de acuerdo a sus más íntimos deseos?

Anónimo dijo...

Hablando de recién nacidos vulnerables, porqué los únicos que pueden adoptar bebés haitianos son los holandeses y los norteamericanos?

Laureano Leal dijo...

De niño fui un chico malo. No me portaba bien. Y mi madre vivía con el corazón en la boca. Por eso yo sentía su corazón tan cerca de mí.

Joe Black dijo...

Menos mal que me quedé sin deseo propio, de lo contrario ya los habría liquidado a todos, empezando por mis papás.

Mariana dijo...

Ojalá siempre pueda ser lo que mi amor necesita, porque de veras yo lo necesito a él.

Rulo dijo...

Mi padre mantenía a mi madre dentro de su campo visual porque la inseguridad lo mataba... además a ella, cuando pasaba por las obras, le gritaban: asesina!