lunes, 22 de marzo de 2010

Las dos billeteras de mamá

Nuestra madre es uno de los personajes más importantes que pasan por nuestra vida. Podría decir que es el más importante, pero reconozco que en algunos casos los vínculos se deterioran tanto que es posible llegar a odiarla.

En nuestro pensamiento pueden distinguirse (si observamos con detenimiento) dos madres (1): el ser humano mujer que conocemos un poco y que nunca terminamos de conocer del todo, y el ser humano imaginario, al que suponemos con todos los atributos deseados (amor incondicional, abnegación, sabiduría).

Doy por seguro que nuestras primeras experiencias de vida son decisivas en la formación de nuestras ideas, sentimientos, inteligencia, carácter, costumbres.

Lo que en esa primera etapa observamos es que alguien (nuestra madre), nos alimenta con su propio cuerpo. Ella sólo nos acerca al pezón, comenzamos a succionar y la desesperante sensación de hambre, ¡desaparece!

Estas primeras vivencias ubican en nuestro discernimiento la idea de que es posible solucionar las necesidades básicas sin hacer nada. Para el discernimiento de un niño «la vida es así».

Los humanos comenzamos nuestra existencia calmando nuestra hambre tomando la leche de nuestra madre y seguimos haciéndolo (con algunos cambios en el procedimiento) de la vaca.

Nuestra percepción es que ellas (mamá y la vaca) no tienen que hacer nada para calmar nuestra hambre. Ellas no sufren, no son explotadas.

Más aún: alimentándonos, aliviamos el dolor que les causa la acumulación de leche.

En síntesis: ¡aliviándonos, aliviamos!

Cuando crecemos, continuamos buscando otras «madres» o «vacas lecheras» (empleo público, cónyuge adinerado, empresa rentable, profesión lucrativa), que cubran nuestras necesidades básicas, procurando —hasta donde nos sea posible—, no hacer más esfuerzo del que hacíamos para alimentarnos de nuestra madre o de la vaca.

(1) El desprecio por amor

●●●

13 comentarios:

Marcia dijo...

Quién vive sin hacer esfuerzos?
Buscamos hacer el menor esfuerzo posible porque con todo el trabajo diario ya tenemos más que suficiente.

Eliana dijo...

Antes de alimentarse el niño debe llorar para que lo atiendan, angustiarse porque aún no sabe que la sensación de hambre desaparecerá, aprender a susccionar y fortalecer los músculos que le permiten hacerlo. Algún que otro esfuerzo tiene que hacer.

Renata dijo...

Mire Licenciado, los que no están acostumbrados a hacer esfuerzos son los que no tienen hábitos de trabajo y viven prendidos de la teta del Estado que los subvenciona impunemente. Son esos mismos que nos obligan a vivir enrejados.

el oriental dijo...

En mi país, donde tanta gente trabaja 12hs o más y tiene dos o tres empleos, no me va a decir que la gente hace el mínimo esfuerzo.

Elbio dijo...

Odiar a nuestra madre no quita que siga siendo uno de los personajes más importantes que pasan por nuestra vida.

Marcelo dijo...

Otra experiencia que debe ser decisiva en la vida de un niño, es el momento en que empieza a incorporar los primeros alimentos sólidos. Debe adaptarse a lo nuevo, aunque el cambio (como todo cambio) se le haga difícil.

Martín dijo...

La madre imaginaria dura poco, no?

Alicia dijo...

Me parece, Martín, que la madre real y la imaginaria nos acompañan toda la vida.
Nos confunden, aunque no sean gemelas.

Lidia dijo...

Las madres son explotadas porque tienen que amamantar cada 3hs, y aunque sea por pocos meses, la verdad, es bastante sacrificado.

Rulo dijo...

La de la foto es una mami que baila en el caño!

Tiago dijo...

No hay nada mejor que solucionar las necesidades básicas sin hacer nada. Observe a los bebitos después de que pasan los primeros meses (porque los primeros meses tienen que domesticar al aparato digestivo y viven con dolor de panza); pura risa, duermen a pata suelta, no tienen contracturas, sienten curiosidad, investigan todo. Para mí eso prueba que la sociedad del futuro abolirá el trabajo.

Amanda dijo...

El razonamiento no me merece objeción, pero veo que algunos de los comentarios hacen señalamientos muy de tener en cuenta.

Mariela dijo...

Hace años que no tengo diálogo con mi madre real.