Un graffitero escribió: «A los fariseos no les va tan mal con quien los echó del templo».
Efectivamente: el día que se conmemora el nacimiento de Cristo (25 de diciembre), el capitalismo inmisericorde hace sus mejores ganancias.
Alguna vez he mencionado el tema de los regalos (1) y este es un buen momento para retomarlo.
Si bien nuestra inteligencia más lúcida nos indica que estamos haciendo un obsequio, podemos llegar a reconocer que lo que estamos haciendo es imponiéndole una deuda a nuestro ser amado.
Un regalo lleva en su interior la inevitable obligación de retribuirlo.
Seguramente, los mismo creyentes en el libre albedrío sueñan con que tienen la opción de regalar o no regalar. Pero esta no es más que una ilusión: finalmente terminan cediendo a la tentación ... porque de no hacerlo, cada vez se sienten más en falta, deudores, omisos y hasta culpables.
Aunque los motivos por los que las personas entramos en estas transacciones son varios y muy interesantes, el motivo de este artículo es otro.
El motivo de este artículo es la puerta del dormitorio de nuestros padres.
Existe la convicción de que los niños y adolescentes no están capacitados para tener percepciones (visuales, auditivas) de sexo explícito.
Por esta convicción es que cierto material está prohibido para menores de 18 años.
Hasta donde sé, esto no es cierto.
El motivo por el cual los padres se cuidan de que sus relaciones sexuales no sean conocidas por sus hijos, es por vergüenza, porque los humanos tenemos ese prurito y necesitamos privacidad porque deseamos diferenciarnos del resto de los animales.
Además, los padres quieren ocultarnos —sin saberlo— que gozaron mucho cuando nos gestaron. Si lo ignoramos, pensamos que hicieron un sacrificio al regalarnos la vida y que por eso estamos en deuda con ellos.
(1) Un regalo para el enemigo
Los regalos y la fuerza
Cuídate que te cuidaré y dame que te daré
Una discreta forma de comprar amor
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13 comentarios:
Los favores, las gauchadas (como decimos en el Río de la Plata), también te dejan "debiendo una".
Seguro que lo menos pensado por nuestros padres cuando nos gestaron, fue que nos estaban "regalando" la vida.
Se prohiben las películas de sexo explícito a los menores de 18 años porque no queremos incentivar su actividad sexual, hasta que no puedan hacerse responsables de sus hijos.
Por lo que dice Hugo, habría que prohibir ese tipo de películas hasta los 30 años.
Me parece que la vergüenza que sentimos frente a nuestros hijos, en todo lo que refiere a nuestra actividad sexual, se debe al tabú del incesto.
La única vez que no me sentí en la obligación de retribuir un regalo, fue jugando al amigo invisible.
Bueno, también saludar pone al otro en la obligación de devolver el saludo. La vida civilizada se asienta en la reciprocidad.
Mi madre pintó la puerta de su dormitorio de rojo. Qué desubicada.
Siempre estoy ansiosa por retribuir regalos. Me encanta salir de compras, aunque no sea para mí.
Los regalos típicos para el día de la madre son lavarropas, licuadoras, procesadoras, tostadoras, en fin, todo aquello que sirve para la cocina o las tareas del hogar. El mensaje es: te lo hago más fácil, para que sigas haciéndolo.
La primera vez que la mujer y el hombre de las cavernas se escondieron en la cueva para hacer el amor, fue porque no querían compartir con otros.
De chica, la única forma de dormir con papá y mamá era cuando íbamos de campamento, porque llevábamos una sola carpa. De todos modos nunca me pude dar el gusto de decir que me subía a la cama de mis padres.
En caso de que los regalos pudiera hacérselos al mismo Cristo en persona, él estaría en deuda conmigo.
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