Para muchos pobres la escritura es sagrada y creen ingenuamente en la sabiduría incuestionable del texto impreso.
Padezco la paranoica sospecha de que el poder es deseado por todos pero que sólo algunos son capaces de aplicar estrategias efectivas para poseerlo y conservarlo, mientras que los demás sólo aspiramos a que nos caiga del cielo, lo recibamos de regalo o lo obtengamos en un golpe de suerte de la fortuna (ganar en la lotería, por ejemplo).
Esos pocos capaces de desarrollar y aplicar una estrategia efectiva para obtener y conservar el poder, apelan a recursos ingeniosos. Los imagino con dotes para jugar al ajedrez, con talento para conocer las debilidades del ocasional contrincante, descubrir cuáles son sus puntos débiles, inducirlo para que se equivoque y provocarle el fatídico jaque mate, que al salir de esta comparación, equivale a dominarlo, tener más poder que él, subordinarlo.
Existe un refrán que dice: «Somos esclavos de nuestras palabras y amos de nuestros silencios».
Es probable que cualquier dicho popular esté diseñado para favorecer a los más poderosos en perjuicio de los más débiles porque los poderosos actúan globalmente, no descuidan ningún detalle, sólo quieren dar jaque mate sea como sea, aunque para lograrlo tengan que arriesgar y perder peones, alfiles, caballos y torres.
Voy al punto: una mayoría cree que la escritura es sagrada, que sólo está permitida para una élite, que cualquier mensaje recibido en letra de texto impreso es verdadero, que sólo unos pocos tienen el poder divino (sobrenatural) de escribir porque tienen el don de zafar de la esclavitud a la que refiere el refrán.
En suma: Los campeones del poder son dueños de los medios de comunicación, escriben y someten a quienes creen ingenuamente que un libro siempre trasmite verdades y que todo escritor es un sabio incuestionable.
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10 comentarios:
En el 90% de los textos impresos hay faltas de ortografía y errores de sintaxis. Lo afirmo luego de realizar un extenso y concienzudo estudio que abarca desde Condorito hasta El Péndulo de Foucault.
Nunca se le dio por pensar que la pobreza patológica es una patología lógica?
Ma. Eugenia, seguí participando.
Con respecto al refrán, yo la verdad que me siento esclavo de mi silencio porque no me animo a llamarla (a ella, la mujer que amo, bueno no importa, ustedes no la conocen), entonces llamo y corto, como en las telenovelas, y quedo como un perfecto estúpido, además si le digo algo también soy esclavo porque ella todo se lo toma en serio y yo soy muy fiestero, entonces como que no encajamos vio, no sé que hacer, necesito una psicóloga liberal que me ayude a olvidarla. Porque la verdad, procuro olvidarla siguiendo la ruta de un pájaro herido, pero me estoy desangrando y de pajarón no paso.
Para creer prefiero creer en la tele que tiene imagen, porque yo, si no veo, no creo.
No estoy segura de si soy una sabia o si yo sabía...
El poder para mí es como el postrecito después del almuerzo. Si no lo tengo no lo como, y muchas veces prefiero que sea así.
Siguiendo con la comparación de Andrea, para mí en cambio, el postrecito es el almuerzo. De comer sólo me gustan los postres, la ensalada es adorno para engañar a los tontos cuando sospechen que no soy un ciudadano moderado.
Este es todo un tema, doc. Depende que asociemos a la palabra poder. Si la asociamos al dinero y la política, es una cosa. Si la asociamos a la producción es otra.
El poder está en todas partes, se mueve por todos lados, es difícil de retener, está en permanente diálogo. Sí, todo lo que quieran. Pero el poder está en manos de los hombres ricos.
¿Sera que el autor odia a dios mas que nada al del nuevo testamento por que dios condena a los ricos y al capitalismo? Y tu estas obsesionado con el capitalismo has echo del dinero tu dios, un simple billete. Que envidia y odio que les tienes a los pobres ellos están mas cerca de dios que tu, ellos si son valientes son capaces de darlo todo.
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