Los pensamientos «lindos» y las ilusiones infantiles conducen inevitablemente a la ruina económica y afectiva.
Aceptamos de buena gana, aunque no siempre con entusiasmo, que otras personas ganen el dinero que necesitan para darle satisfacción a sus necesidades y deseos.
La diferencia entre «de buena gana» y «no siempre con entusiasmo» está vinculada psicológicamente con nuestra dualidad ante la propiedad privada: la entendemos perfectamente para conservar nuestros bienes aunque tenemos dificultades para respetar esa misma pretensión en otros.
Es por esto que:
— corremos a cobrar pero nos desplazamos en cámara lenta para pagar;
— notamos que alguien se demora en devolvernos un paraguas pero el bibliotecario tiene que llamarnos varias veces la atención para que devolvamos un libro;
— ponemos el grito en el cielo si encontramos que alguien rayó la pintura del automóvil pero si abollamos sin querer un carro estacionado, nos preocupa saber si alguien nos vio para huir sin llamar la atención.
Por lo tanto, las personas ajenas interesadas en que tengamos una fuente segura de ingresos son las que de alguna manera:
— se beneficiarán (vendedores, recaudadores de impuestos, banqueros); o
— dejarán de perjudicarse con nuestra falta de ingresos (padres, esposa e hijos, compañía aseguradora de desempleo).
Aunque después de leída esta descripción parece inútil, les pido un voto de confianza: la sensación de que todos sabemos lo que acabo de escribir no significa que lo tengamos en cuenta las veces que haga falta.
En otras palabras: requiere un esfuerzo bastante significativo no dejarnos gobernar por las ideas placenteras, por las ensoñaciones y fantasías.
Querríamos de corazón que todos estén interesados en nuestro bienestar personal, gratuitamente, desinteresadamente, por puro amor.
Flotar en esta hermosa nube, imaginarnos amados como fuimos amados en nuestra infancia, creernos dignos de un amor desinteresado, sólo nos provocará desilusiones y la ruina económica.
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8 comentarios:
Cuando no contamos con una fuente de ingresos, hay un grupo de personas, generalmente pertenecientes al grupo de los que se perjudican con nuestra falta de ingresos, que se entristecen y se angustian si nos ven mal. Sucede claramente entre padres e hijos, sobre todo desde los padres. Si un hijo adulto no logra autosustentarse nos pone muy mal, además de que nos perjudica, por supuesto.
Algunos luchadores sociales, algunos gremialistas e incluso algunos políticos, son sensibles a las dificultades económicas de personas a las que no conocen.
En realidad, capacidad para sensibilizarnos la tenemos casi todos, pero son pocos los que encuentran motivaciones como para además hacer algo concreto y útil para intentar revertir la situación. Se nos pueden caer las lágrimas con la desgracia ajena, pero para que pongamos nuestras ganas en resolverla no alcanza con que nos sensibilicemos. Pienso que la motivación para actuar en estas áreas es tan personal como la motivación que necesitamos para cualquier otra tarea, es decir, si no satisface una necesidad personal (estoy pensando en necesidades psicológicas como reconocimiento, autoestima, expiación), por que nos baje el espíritu santo, no lo vamos a hacer.
A menudo nos sensibilizan cuestiones que no nos importan. El que no nos importen es un hecho incontrastable: son asuntos a los que no les dedicamos nada de tiempo. Podemos decir ¨no me es indiferente, me duele, quisiera que se solucionara¨, pero el hecho es que no lo sentimos como asunto nuestro. Para que nos importe tiene que formar parte de nuestra vida cotidiana. Pocas veces existen oportunidades de que así sea. A veces sucede simplemente que coincide el trabajo que realizamos para autosustentarnos, con la posibilidad de hacer algo concreto por los demás.
Recordemos que en definitiva estamos solos y seamos responsables de nuestra vida.
El amor sólo es desinteresado cuando no se refiere a personas concretas, por ej, amar al lugar donde nacimos, amar un recuerdo, amar una profesión.
Ya lo dijo el padre de la patria: ¨no debemos esperar nada, sino de nosotros mismos¨.
No llego a imaginarme cómo será una persona que crea que los demás se ocuparán, porque si, de sus cosas.
Ni vivir estresado, ni dejándose flotar.
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