viernes, 17 de febrero de 2012

El dinero tiene un valor desconocido - (Artículo Nº 1.467)

Los precios mostrados suelen no ser los de comercialización ni el valor objetivo del bien ofrecido.

En mi matinal lectura de la web encontré un artículo interesante (1).

El autor reflexiona sobre la variabilidad de los precios de comercialización.

Cuando concurrimos al mercado de oferta para comprar algo, encontramos que matemáticamente 100 es igual a 110 ó a 90, porque el valor mostrado (100) puede verse modificado por recargos (110) o descuentos (90) según un amplio menú de posibilidades.

El fenómeno es uno de los principales estímulos que inspiran los artículos de este blog: el pudor (2), recato y perturbación que el dinero les provoca a un amplio sector de la humanidad.

Esos sentimientos alteran la racionalidad provocándonos comportamientos extravagantes, que si no se notan es porque le ocurren a la mayoría.

No podemos olvidar que la compra (o la venta) con dinero sigue siendo un trueque, donde uno de los bienes (el dinero) tiene la particularidad de ser el más canjeable.

Este bien tan permutable, que además es de curso legal y obligatorio en el país donde es moneda oficial, tiene un precio que también surge de la oferta y la demanda global de la economía, pero no de la oferta y la demanda entre particulares.

La legalidad y la obligatoriedad de su poder de cambio no están en discusión, sin embargo, a último momento resulta que no es un bien cuya cotización sea tan confiable como para guiarse por lo que informen las pizarras de los bancos y casas de cambio.

Como decía al principio, el hecho de que un precio ofrecido luego tenga modificaciones dependientes de la forma de pago, de alguna oferta, del regateo, no solamente altera el valor del bien que se comercializa sino también el de su contraparte, el dinero que participa en el trueque (compra-venta).

(1) Madonna y los altos precios sus shows: «Yo lo valgo».

(2) Pudor y asco hacia el dinero

●●●

10 comentarios:

Mª Eugenia dijo...

¿Es correcto decir que en un país pobre el precio del dinero es más alto?

Clarisa dijo...

Si una empresa utiliza de forma habitual los descuentos en los bienes o servicios que vende, entonces da lugar a pensar que en forma habitual sus precios están inflados.

Osvaldo dijo...

El valor objetivo de un bien siempre debe incluir el costo que genera producirlo, a lo que se le agrega a la hora de comercializarlo la plusvalía (no sé si plusvalía y ganancia son sinónimos). Mientras pueda vender el volumen que deseo, puedo aumentar los precios, eso en la economía de mercado se fija por la oferta y la demanda.

Marta dijo...

Los subsidios favorecen a un factor y desfavorecen a otro, por eso en general se aplican según un criterio de justicia, por ej, buscando que los productos de primera necesidad sean accesibles.

Rolando dijo...

Los impuestos abusivos que encarecían el precio del té, fueron el puntapié inicial para el proceso emancipatorio de las Colonias inglesas de América del Norte.

Ernesto dijo...

Madonna puede darse el lujo de proclamar ¨yo lo valgo¨, cuando fija el precio de las entradas a sus recitales.
Quienes trabajamos en relación de dependencia no podemos ser tan imprudentes, por eso para lograr una buena cotización de nuestro trabajo, recurrimos a agremiarnos.

Mónica dijo...

En nuestro fuero íntimo, cada uno de nosotros sabe si su trabajo vale o no, y cuanto. El problema está en dar con el precio justo, no desvalorizarse ni irse de mambo.

Oscar dijo...

Cada corporación reclama, está bien, me parece justo, pero es necesario que el gobierno, que defiende el interés general, ponga los límites.

Marcos dijo...

Un profesional se da cuenta de que está sumergido cuando el dinero que cobra por sus servicios no le alcanza para vivir, y menos para actualizarse. Y sabe que no puede cobrar más porque de lo contrario no tendrá trabajo (hay muchos colegas trabajando por menos). En las profesiones liberales, los colegios fijan aranceles que ayudan a regular los precios.

Alicia dijo...

El deseo de poseer dinero es tan fuerte que seríamos capaces de conductas inconfesables para obtenerlo. No llevamos a cabo esas conductar porque la ley y las normas morales nos lo impiden. Seríamos castigados y nos sentiríamos muy avergonzados.
El dinero siempre está obligándonos a reprimir y quizás también a negar, a no querer escuchar todo lo que nos tienta, porque si fuéramos plenamente concientes, el esfuerzo por reprimir tendría que ser mayor.
Por estos motivos es que nos turba hablar de él.